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El autor fotografiado en la tierra que no le vio nacer pero en la que ha querido descansar. Torremuelle, Benalmádena, Málaga.

 Yo nunca tuve una granja en África pero mi difunto padre sí hubo de regentar un ceremonioso bar en la madrileña calle de Alcántara. Allí, entre aromas de tabaco negro, ácidos en los serpentines y pinchos de tortilla a medio terminar, fue gestándose mi gusto por la observación ajena como fuente del infinito conocimiento urbano. Porque aquel bar, como todo bar que posea una mínima entidad propia, representaba un pequeño microcosmos donde todas las categorías del género humano tenían cabida. Y en un barrio tan peculiar como el de Salamanca, donde los pobres se visten de ricos y los ricos se disfrazan de pobres, la variedad de los contenidos anímicos era y sigue siendo de una riqueza exuberante.

Allí, en aquel bar, malgasté los mejores años de mi vida perpetrado tras la trinchera que me mantenía a salvo de algún que otro cliente facineroso y alguna viuda con escasos recursos. Alterné el trabajo con los estudios; los estudios con las copas; las copas con el trabajo; las mujeres con las copas; las mujeres con los estudios; y el trabajo con las mujeres durante las copas en el estudio, aquel estudio tan pequeño de la calle Montesa donde fui a parar tras mi primera y traumática independencia. Una víspera de Reyes, en vista de que mis concepciones republicanas eran por todos conocidas, decidí poner fin a más de cincuenta años de historia del bar, para mayor alegría de mis hastiados y sufridos clientes. Hoy en día, el local sigue funcionando como bar y lo regenta una familia de gallegos orensanos. La pérdida del glamour que caracterizó a los tiempos de mi padre y los míos dio paso a un espectacular aumento de la clientela que, a fin de cuentas, es de lo que se trata en lo relativo a los negocios.

De aquellos años y de otras experiencias posteriores, no muy alejadas de aquel bar en lo que al entorno geográfico se refiere, quiero nutrir este blog, que no dejará de ser un BAR VIRTUAL DE COPAS. Con retratos, vivencias e impresiones de cualquier acontecimiento que me haya llamado la atención y que no ha de circunscribirse, únicamente, al ámbito de las calles y travesías del madrileño barrio de Salamanca. También hablaremos de MÚSICA, actividad que ha condicionado buena parte de mi existencia, y de cualquier otra rama artística. Este bar está abierto a las opiniones, sugerencias y comentarios de todo aquel que lo desee. Que cada cual hable de lo que le venga en gana, pero intentando, en lo posible, mantener una homogeneidad con los temas que se vayan tratando. El único requisito es respetar las opiniones de los demás participantes y la de un servidor, que para eso ya va peinando canas.

No tengo más pretensiones. Puede que este diario peque de un excesivo personalismo y de una particular manera de ver y comprender las distintas situaciones. Pero eso depende mucho, también, de vosotros. En la medida en que os animéis a expresar y comentar vuestras opiniones, este diario de sensaciones se irá convirtiendo paulatinamente en esa paleta ideal de colores con los que pintar la viva realidad que nos rodea.

Ah, juro por mi conciencia y honor que todas las situaciones descritas en este bar son pura realidad. Cualquier parecido con la imaginación es mera coincidencia. En caso contrario, este diario de sensaciones no tendría el más mínimo sentido. Ni para vosotros ni, desde luego, para mí.

LEITER

«Leiter murió el nefasto día 28 de Agosto de 2012 en la calle que le vio nacer, la calle Alcántara de Madrid, hasta siempre hermano»