Arthur Nikisch

Arthur Nikisch

 Arthur Nikisch nació en Mosonszentmiklós

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 Si el entendimiento entre una formación orquestal y un director puede dar magníficos frutos en un contacto mutuo esporádico, mejores serán aquellos si la relación es más larga, mantenida e intensa. De esta forma podrá profundizarse y matizarse en la interpretación, estableciéndose un intercambio de ideas más amplio, rico, variado y con las consiguientes ventajas para ambas partes.

Desde que el pionero Hans von Bülow con su mediano conjunto — unos cuarenta profesores — de Meiningen fue portador de las ideas de Wagner y consciente de su importante misión, quedaron entonces claras las pautas por las que habría de discurrir el arte de la dirección de orquesta y consecuentemente empezaron a establecerse las fructíferas uniones entre las orquestas y sus directores.

La primera asociación realmente importante entre un director y una orquesta, por su duración y por los logros obtenidos con la misma, fue la de Arthur Nikisch con la Orquesta Filarmónica de Berlín, formación que había sido puesta en órbita por el propio Von Bülow unos años atrás.

¿Cuando nación Arthur Nikisch?

Arthur Nikisch nació el 12 de octubre de 1855 en Mosonszentmiklós, Imperio Austro-Húngaro, en el seno de una familia de ascendencia húngaro-morava. Ya desde muy niño demostró un descomunal talento para la música y la leyenda cuenta que, con sólo siete años y con apenas los rudimentarios estudios musicales que sus padres le había otorgado, fue capaz de escribir de memoria en su casa una obertura de Rossini tras haberla escuchado en un teatro.

Con once años es admitido en el Conservatorio de Viena y allí estudia violín bajo las órdenes del profesor Joseph Hellmesberger y composición con el profesor Dessoff. Pese a lograr premios en composición, violín y piano, se decantó por iniciar una carrera como violinista y de esta forma ingresa como instrumentista en la Orquesta de la Corte luego de haber intervenido también en Bayreuth con la Orquesta con la que Wagner interpretó la Novena Sinfonía de Beethoven. Seguramente, el pasado violinista de Nikisch tuvo una influencia capital en el componente de sensualidad que caracterizó su posterior faceta como director.

A partir de 1882 trabajó durante siete años en el Leipziger Stadttheater, logrando una inestimable reputación como director de orquesta (Chaikovski, después de una visita a Leipzig, declaró su admiración por el magnetismo que desprendían las formas de dirección del joven austro-húngaro). En 1889 Nikisch acepta un compromiso de cuatro años para dirigir la Orquesta Sinfónica de Boston (Contra lo que se pueda pensar, no fue el primer europeo en ocupar allí un atril: Su antecesor, Wilhelm Gericke, había nacido en Graz).

Tras este periplo norteamericano, Nikisch se compromete con la Ópera de Budapest. Dos años después, en 1895, Nikisch se convierte en la principal figura de la interpretación musical de Alemania al unirse a la Filarmónica de Berlín — que tras la marcha de Von Bülow había entrado en una profunda crisis — y al encargársele, de forma paralela, la dirección de los conciertos del Gewandhaus de Leipzig.

Nikisch permaneció al frente de esos dos conjuntos musicales, los más importantes del mundo en esa fecha, hasta su muerte. Su actividad fue complementada con numerosas actuaciones como director invitado con las más prestigiosas orquestas de Europa, como la Filarmónica de Viena o el Concertgebouw de Amsterdam, y también con su eventual compromiso con la Filarmónica de Hamburgo a partir de 1897.

En 1912 acompaña la primera gira de una orquesta europea, la Sinfónica de Londres, por territorio americano y a punto está de desencadenarse la tragedia: Nikisch y la Sinfónica de Londres tenían pasajes para abordar el buque Titanic en su último viaje. A última hora, y debido a una serie de ajustes en el programa, cancelaron los billetes.

Tras regresar de América con la Sinfónica de Londres, Nikisch emprendió luego muchas otras giras por Europa y también fue nombrado catedrático de dirección orquestal en el Conservatorio de Leipzig. El 23 de enero de 1922, estando en plena cumbre de su fuerza creativa, Nikisch falleció de imprevisto en Leipzig.

 Si queremos situar a Arthur Nikisch como el segundo héroe de la historia de los primeros directores de orquesta alemanes, junto a Hans von Bülow, tendremos que señalar la diferencia de sus personalidades y su efecto histórico. Si bien Von Bülow fue un director excéntrico, irascible por momentos, y acaparador de un valioso acopio intelectual, por contra Nikisch resultaba amable y cercano por su tranquilidad, propia de un talento musical menos intelectual pero más natural.

Por otra parte, la irradiación artística de Von Bülow se limitó al ámbito centroeuropeo mientras que Nikisch extendió su actividad hasta América que, durante el cambio de centuria, se preparaba para constituir una viva actividad musical. Pero además, la carrera de Nikisch fue alcanzada, al menos marginalmente, por la importante innovación que supuso la aparición de la primera fonografía. El primer registro discográfico completo de la Sinfonía nº5 de Beethoven tuvo a Nikisch como histórico protagonista en 1913.

 De cualquier manera, Nikisch fue un personaje totalmente opuesto a Von Bülow: Trataba con exquisita amabilidad a los profesores de las orquestas — Von Bülow llegó incluso a agredirlos físicamente — y tenía un carácter equilibrado y simpático que evitaba cualquier exceso.

Pequeño de estatura y con ciertos hábitos de dandy, Nikisch nunca agarraba la batuta con el puño cerrado sino que la ceñía entre los dedos pulgar e índice, logrando dar una mayor flexibilidad a los movimientos. La mano izquierda la llevaba con gran independencia y jamás marcaba compases con la misma — era habitual en aquella época caracterizada por movimientos mucho más simétricos — sino que señalaba acentos además de servir de entrada a los episodios más importantes. Con toda esa revolucionaria técnica de batuta, Nikisch alcanzó en buena medida una cultura sonora como no se había escuchado hasta entonces. Muchos le llegaron a atribuir ciertas dotes hipnóticas por el hecho de que surgía un espontáneo entendimiento entre su figura y la de la orquesta.

Además, esta circunstancia también ocurría cuando Nikisch dirigía otras orquestas en calidad de invitado: Todos los testigos de la época concordaban en que dichas orquestas sonaban como transformadas de repente cuando Nikisch empuñaba la batuta. Fritz Busch solía relatar el episodio que tuvo lugar cuando Nikisch dirigió a la Orquesta de Conciertos Colonne de París, agrupación de la que formaba parte como instrumentista: –«Nikisch llegó al primer ensayo y sonrió con total dulzura a todas las secciones. Luego soltó una manida frase que sabíamos que decía a todas las orquestas a las que dirigía por primera vez: Señores, trabajar con esta orquesta es el sueño de mi vida… La orquesta se puso de pie y estalló en sonoros aplausos. Ese día la orquesta dio todo cuanto podía dar de sí para seguir el ensayo de Nikisch»–  Más que de pretensiones hipnóticas, parece ser que la exacta e infalible técnica manual de Nikisch — tal vez inconsciente — fue la causa fundamental de sus celebrados éxitos.

 La sensibilidad sonora de Nikisch

Era en su totalidad de carácter post-romántico. En ocasiones utilizaba el llamado portamento entre los grupos instrumentales de cuerda, preferentemente en las violas, con lo que las notas se deslizaban entre tono y tono (No confundir con el glissando, que implica un mayor intervalo tonal y la consecuente ejecución resbalada de las notas intermedias). De esta manera, los contornos se borraban fácilmente y se añadía así un aire mucho más sensual en la interpretación. A partir de Toscanini esta práctica quedó prohibida salvo expresa indicación del compositor.

Por otra parte, Nikisch nunca estuvo obsesionado en cuanto a tempo y expresión, sino que parecía estar más interesado en el fluir natural de la música. Con ello anticipaba, en buena medida, la posterior y más prosaica forma de hacer música. Aún así, Nikisch no puede ser considerado más allá de un director de su época y gustaba también de emplear alguna corrección instrumental incluso en las partituras más nobles.

Nikisch siempre prefirió un repertorio orientado a los clásicos y románticos que al incipiente modernismo musical de la época, que dirigía eventualmente con cierta desgana y escasa preparación previa. Famosa fue la anécdota que le ocurrió con Max Reger:

En una ocasión estaba trabajando con la Filarmónica de Berlín una obra de dicho compositor con notoria desidia. El compositor, que se encontraba asistiendo a los ensayos, inquirió a Nikisch: –«Maestro, ¿Por qué no intentamos ahora la fuga final?»– Nikisch asintió y empezó a pasar páginas en su partitura. Al llegar al final exclamó sorprendido: –«Pero… ¿Dónde está esa fuga?» — a lo que Reger contestó: –«No existe…»–  Nikisch siguió sus propias necesidades pero también las señales de su tiempo cuando se adscribió principalmente a un concepto musical tradicional y exquisito. El nunca pudo cambiar nada por el hecho de que en la actividad musical y en los programas de concierto surgió un progresivo distanciamiento del arte contemporáneo.

Precisamente una orquesta brillante y compacta como la Filarmónica de Berlín está aún hoy en día marcada en su estética y en su conciencia de valoración hacia tales premisas. Y, en lo esencial, fijada al estilo de dirigir y de hacer música brillante y sensual que fue inaugurado por Arthur Nikisch.

Discografía Arthur Nikisch

Pocos son los registros discográficos que podemos mostrar de Arthur Nikisch pero, de entre ellos, sobresale la histórica versión de la Quinta Sinfonía de Beethoven (Allegro con brio Andante con motoAllegroAllegro).

La versión fue grabada el 20 de septiembre de 1913 con la Filarmónica de Berlín y constituye la primera grabación completa de una sinfonía de Beethoven. Algunos aficionados afirman que existe una grabación anterior de dicha sinfonía por Friedrich Kark que data de 1910 y que al parecer se conserva en Japón.

Lo cierto es que nadie ha demostrado con pruebas la existencia de dicha versión que, a lo sumo, no sería nada más que fragmentaria de dicha obra. Otros ejemplos de Nikisch son: Obertura del Carnaval Romano de Berlioz, dirigiendo la Filarmónica de Berlín y registrada en Berlín entre 1920 y 1921); y la Obertura de Oberón de Von Weber, dirigiendo la Sinfónica de Londres y registrada en 1914); Todas estas grabaciones están disponibles en el sello SYMPOSIUM (Ref 1087/88). Nuestro humilde homenaje a este histórico director de orquesta.