Si ya resulta del todo complicado destacar como figura de la interpretación musical debido a los enormes sacrificios personales que implica una carrera como solista o director de orquesta, aún resulta mucho más difícil si las circunstancias personales resultan del todo dramáticas. Una buena parte de los músicos centroeuropeos nacidos en los años inmediatamente anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial vieron truncadas sus carreras por dicho conflicto bélico, llegando algunos incluso a perder la vida en el frente. Christoph Eschenbach no sólo tuvo la desgracia de perder a su madre en el momento de dar a luz. A los tres años, su padre fue detenido por los nazis y enviado al terrible Frente Ruso para poco después ser ejecutado. El niño Eschenbach fue acogido por su abuela en Silesia hasta que ésta falleció cuando el chico apenas tenía cinco años. Con esta tierna edad, Eschenbach fue internado en el campo de refugiados de Maklinburg donde estuvo a un paso de fallecer. Localizado in extremis por su madrina, una prima de su madre, el niño perdió temporalmente la capacidad del habla debido a los traumas vividos en el campo de refugiados y sólo mostraba interés por la música ejecutada al piano por su madrina. De esta manera, la música se convirtió en el modo de expresión natural de Eschenbach y poco a poco fue recuperando la capacidad del lenguaje. Gracias a la música, Eschenbach comenzó una nueva y feliz infancia tras los horrores padecidos en sus cinco primeros años de existencia. Sólo veinte años después, Eschenbach llegó a ser uno de los más afamados pianistas del mundo.

Christoph Ringmann nació el 20 de febrero de 1940 en Breslau, territorio antaño alemán y hoy bajo administración polaca con el nombre de Wroclaw, en el seno de una familia en donde el padre ejercía como profesor de musicología en la Universidad de Breslau. Huérfano de madre nada más nacer — falleció durante el parto — y también del padre, enviado al Frente Oriental como represalia por sus ideas anti-nazis, el pequeño Christoph fue acogido por su madrina y tomó el apellido de esta familia para siempre. En este nuevo hogar, la madrina daba clases de música mientras que su marido era un violinista aficionado, con lo que el joven Eschenbach se acostumbró a escuchar música, recibiendo sus primeras lecciones de parte de su madrina a los seis años. A los once años, Eschenbach ganó el primer premio en la Competición Steinway de Hamburgo y, seis años más tarde, consiguió también el premio especial en la Competición Internacional de Música de Munich. De esta forma, fue admitido en la Kölner Musikhochschule para estudiar bajo la tutela de Schmidt-Neuhaus y posteriormente en Hamburgo con Eliza Hansen, recibiendo allí también lecciones de dirección orquestal a cargo de Wilhelm Brückner-Rüggeberg. En 1965, Eschenbach dio el impulso necesario en su carrera como pianista al conquistar la Competición Clara Haskil en Lucerna. Esto le abrió las puertas de las principales salas de conciertos del mundo, llegando a ser acompañado de batutas del prestigio de George Szell y Karajan. En 1966, y luego de haber ofrecido unos memorables conciertos en Londres, la crítica británica declaró que Eschenbach, a sus 26 años de edad, era el mejor pianista de su generación. Durante el resto de la década de los años sesenta, Eschenbach se destacó como un pianista que alternaba el repertorio clásico con el contemporáneo (Werner Henze le dedicó su Concierto nº2 para piano), aparte de revelarse como un gran acompañante en el género del lied. En 1972, Eschenbach realizó su debut como director de orquesta y cinco años más tarde como director operístico. Desde ese momento, Eschenbach comienza a alternar su carrera de pianista con la de director aunque poco a poco se va centrando casi de manera exclusiva en la batuta. Su primer cargo como director fue la dirección de la Orquesta del Estado del Palatinado en Ludwigshafen en 1978.

En 1982, Eschenbach fue nombrado director titular de la Orquesta Tonhalle de Zurich tras haberla dirigido en calidad de invitado el año anterior. Allí se mantuvo hasta 1986 curtiéndose como director hasta que dos años después asumió la dirección musical de la Orquesta Sinfónica de Houston por un período de once años. Bajo su mandato, la formación norteamericana adquirió elevadas cotas artísticas y realizó numerosas giras por Europa y Japón. Eschenbach se ganó el cariño de los profesores de la orquesta por su sensibilidad musical y su humanidad hasta el punto se ser nombrado director laureado al término de su contrato en 1999. Un año después, Eschenbach asumió la dirección musical de la Orquesta de París sucediendo a Christoph con Dohnányi y permaneciendo una década al frente de la misma. Su gran labor en París fue recompensada con el título de Caballero de la Orden Francesa de las Artes y las Letras y por la Legión de Honor concedida por el entonces presidente Jacques Chirac. De forma paralela, entre 1998 y 2004 Eschenbach también estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de la NDR de Hamburgo, formación que bajo su mandato se convirtió en una de las mejores orquestas de Alemania, lo que equivale a decir que de Europa. También desde 2003, Eschenbach asumió la titularidad de la Orquesta de Filadelfia en sustitución de Wolfgang Sawallisch y permaneciendo en el cargo hasta 2008. Pese a que su relación con el colectivo orquestal no fue en absoluto amistosa en un principio, Eschenbach supo finalmente ganarse la confianza de público y crítica merced a su disciplinado trabajo en Filadelfia. Con todo, su labor allí siempre fue objeto de críticas por parte de algún sector disidente de la orquesta. Desde 2010, Eschenbach está al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington con un contrato inicial de cuatro años.

Christoph Eschenbach, en su faceta como director, revela ciertas concomitancias con su brillante estilo de excelente pianista. Perfeccionista hasta la obsesión, sus versiones destacan por su refinamiento, por la pureza interpretativa y por un elegante estilo que podríamos definir como aristocrático. Su técnica de dirección se asienta básicamente sobre la mano derecha, dejando la otra mano desocupada o para marcar matices del todo puntuales. Su gesticulación facial es del todo cerrada en boca aunque adornada con un temperamento muy reconcentrado en su expresión. Dominador de un vasto repertorio que otorga un valor preferente a los períodos clásico y romántico, Eschenbach es un director muy comprometido con la música de su tiempo y ha sido el encargado de estrenar obras de Berio, Kancheli, Glass y Rihm. A pesar de que la música sinfónica es prioritaria para Eschenbach, no ha dejado de lado el mundo operístico y, de esta forma, dirigió el ciclo completo de El Anillo en 2006 al frente de la Orquesta de París en el Châtelet. De igual manera, la música de cámara ocupa un espacio importante dentro de su labor interpretativa y es habitual verle tocar el piano acompañado de miembros de las orquestas a las que dirige en ciclos de cámara. A día de hoy, Eschenbach está considerado como uno de los mayores intérpretes integrales del panorama musical internacional.

De entre la producción discográfica debida a Christoph Eschenbach — exclusivamente en su faceta como director de orquesta —  podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para cuatro pianos de Bach, junto a Justus Franz, Gerhard Oppitz, Helmut Schmidt, y tocando y dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Hamburgo (DG 415655); Concierto para piano nº4 de Beethoven, junto a Helene Grimaud y dirigiendo la Orquesta de París (vídeo de referencia desconocida); Stanze de Berio, junto a Dietrich Henschel y dirigiendo la Orquesta de París (ONDINE 1059); Francesca da Rimini de Chaikovski dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Houston (VIRGIN 61124); Sinfonía nº9 de Dvorak dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Houston (VIRGIN 61837); Concierto para piano de Gershwin, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart (HÄNSSLER 93707); Concierto para violín de Glass, junto a Robert McDuffle y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Houston (TELARC 80494); Sinfonía nº1 de Mahler dirigiendo la Orquesta sinfónica Alemana de Berlín (CAPRICCIO 5026); Sinfonía nº5 de Mahler dirigiendo la Orquesta de París (vídeo de referencia desconocida); selección de piezas orquestales de Ravel dirigiendo la Orquesta de París (ONDINE 1051); Phaeton de Rouse dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Houston (TELARC 80452); Sinfonía nº3 de Saint-Saëns, junto a Olivier Latry y dirigiendo la Orquesta de Filadelfia (ONDINE 1094); Concierto para piano nº5 de Saint-Saëns, junto a Sviatoslav Richter y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart (HÄNSSLER 93707); la integral sinfónica de Schumann dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Bamberg (VIRGIN 61884 — integral sinfónica en 2 CD´s); y, finalmente, selección de lieder de Richard Strauss, junto a Renée Fleming y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Houston (RCA 59408). Nuestro humilde homenaje a este gran pianista y director de orquesta.