COLORFOBIA

Colorfobia, ¿es España un país xenófobo?

El ministro Corbacho tiene razón: España no es un país xenófobo.

Según la RAE, xenofobia significa “Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros”; lo nuestro es otra cosa quizás más peligrosa.

Siendo hijo de inmigrantes nacido en Sudamérica nunca me considerarán español, aunque mal que les duela a algunos, así me siento. Mis padres emigraron a Argentina cuando el pan aquí era un bien escaso. A todos los efectos, hijo de españoles (por partida doble) soy español como el que más. Tengo el plus de que mi tez es clara (sino otro sería el cantar) pero a pesar de ello, de cuando en cuando, tengo que convencer a alguno de los porqué. Ante la evidencia el lugar común : «Ah, no, los argentinos es otra cosa… Ustedes no son como los…»  Pero ¿De qué cuernos estamos hablando?

Los datos publicados por el Ministerio de Trabajo advierten que cada vez son más los españoles que creen que la inmigración es un problema, las leyes de extranjería son laxas y los extranjeros monopolizan las ayudas en detrimento de los nativos (en mi caso estaría dentro de los extranjeros).

Ha vuelto a la palestra el famoso contrato de integración y sus partidarios afirman que lo que ha fallado son las “políticas de integración“ que no sé que significan.

Si me atengo a la propuesta original pasaría por asimilar costumbres.

Y entonces me surge la historia de mis padres: emigraron y frecuentaban sus respectivas asociaciones regionales en Buenos Aires: Centro Asturiano, Asociación Residentes de Mos. Se conocieron en un picnic (romería) en Palermo, fueron socios del Centro Gallego de Buenos Aires (hospital privado de la comunidad Gallega) durante 50 años hasta que fallecieron.

Por otro lado, y como ocurre en la mayoría de los casos por el famoso efecto llamada, emigraron en el caso de mi padre 8 hermanos más y en el de mi madre 3. Nunca se nacionalizaron pues no significaba mayores derechos (salvo la posibilidad de ejercer el derecho a voto).

Algunos podrán decir que la raíz hispana en América implica una posibilidad mayor de adaptación a la idiosincrasia del país; puede ser cierto, pero nunca perdieron sus tradiciones, su acento y su orgullo, y solamente tuvieron que soportar que siempre los consideraran gallegos (barbarismo utilizado para identificar a todos los nacidos en el Reino de España).

Lo nuestro es colorfobia ignorante que parte de la premisa de creer que la pigmentación de la piel o el modo de hablar  es lo que distingue a los superiores de los inferiores.

El primer ejemplo lo podemos ver muy de cerca con los distintos nacionalismos que denigran a aquellos que nacieron en otras regiones de España sin ponerse a pensar sobre el origen de sus ancestros (el caso más palpable es el de Cataluña, donde la tercera generación de familias catalanas no llega al 20%; y en menor medida, aunque también importante, en Madrid, donde es más fácil conseguir un crédito que conocer a un “gato”.

Para insistir en mi tesis veamos que pasa con los llamados “guiris”. ¿Cuál es el tronco común entre un español, alemán , inglés o irlandés?

Se parece como una tasca a un pub. Quizás en los dos se expende cerveza pero nada más.

Sin embargo, no nos molestan; no hacemos manifestaciones aun cuando sus trancas no son muy edificantes y hasta sus eructos nos resultan risueños (decimos que es parte de su cultura). Conozco a muchos españoles que viajan para la fiesta de la cerveza y se atiborran de chucrut que no sabe como nuestra tortilla, cocido o paella.

Existen innumerables poblaciones donde las costumbres han cambiado por el simple hecho de que su población es mayoritariamente extranjera; forman parte de los consejos del pueblo, festejan sus tradiciones y usan nuestros servicios sociales pero no decimos nada. Claro, son rubios y altos .

Como en todos lados, en todas las razas y en todas las religiones (para quienes las profesen) hay buenos, malos y más o menos. La historia, como las guerras, se cuentan de acuerdo al lado de quien estuvimos en la batalla final.

Por razones  que no vienen al caso diariamente charlo con un chico que vende La Farola que, por supuesto, no tiene papeles, es nigeriano pero conoce más de mi país de origen que muchos paisanos españoles. Habla francés, inglés y español como el que más (dos años de residencia en España).

Aprendamos a ser tolerantes ya que cuando el temporal amaine ya no serán tan malos y los que hoy los repudian volverán a explotarlos.