Wilhelm Jahn nació el 24 de noviembre de 1835 en Hof, Moravia, y sus inicios como músico resultan un tanto desconocidos en la actualidad, aunque se sabe que llegó a cantar y a dirigir en el Teatro Húngaro de Temesvar — la actual Timisoara rumana — demostrando una gran habilidad para ejecutar cualquier tipo de instrumento musical. Años más tarde, Jahn dirigió en los teatros de ópera de Amsterdam, Praga y Wiesbaden, mostrándose como una persona sumamente competente no ya sólo en lo estrictamente musical, sino también en lo administrativo. De esta forma, en 1880 Jahn fue designado sucesor de Franz Jauner — con el inestimable apoyo del crítico Hanslick — en la Ópera de Viena tras la negativa de Hans Richter a ocupar un puesto que entrañaba un enorme compromiso administrativo. Jahn se mantuvo durante diecisiete años al frente de la Ópera de Viena y durante ese período ofreció toda la producción de Wagner excepto Parsifal, acotada en exclusiva a Bayreuth. Fue también un gran descubridor de cantantes y uno de los mayores introductores de las óperas italianas de Mascagni y Leoncavallo en Viena. Durante sus últimos años de trayectoria artística, Jahn fue víctima de puntuales ataques de esquizofrenia que le llevaron a sentir auténtico pavor por el público. En 1897 Wilhelm Jahn fue sucedido al frente de la Ópera de Viena por Gustav Mahler, falleciendo tres años más tarde, el 21 de abril de 1900, en la capital austríaca. La labor de Jahn al frente de la Ópera de Viena quedó ciertamente eclipsada debido al éxito de su sucesor, Mahler, quien cimentó las bases para hacer de dicha institución el teatro de ópera más importante de Europa. A pesar de ello, el propio Mahler reconoció siempre la valía de Jahn como director y administrador. Su vinculación a lo largo de 17 años al frente de la Ópera de Viena supone aún el récord absoluto de pertenencia de un director a dicha institución.

 Franz Schalk nació el 27 de mayo de 1863 en Viena y estudió composición bajo la tutela de Anton Bruckner. En 1900 fue nombrado primer Kapellmeister de la Ópera de la Corte de Viena para tres años después ponerse al frente de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, cargo en el que se mantuvo hasta 1921. En 1918 accedió a la dirección musical de la Ópera Estatal de Viena aunque un año más tarde se vio obligado a compartir la responsabilidad con Richard Strauss, a resultas de producirse una fuerte competencia entre ambos maestros que finalizó con la renuncia del compositor bávaro en 1924 (a pesar de todo, Schalk fue el encargado de presentar La mujer sin sombra de Strauss en 1919). Schalk se mantuvo como único director de la Ópera de Viena hasta 1929, fecha en la que partió para Salzburgo para implicarse en el establecimiento de los Festivales de dicha ciudad, labor que ya venía realizando desde la finalización de la Primera Guerra Mundial. Uno de los aspectos más famosos y controvertidos de Schalk como director fue su polémica revisión de las sinfonías de su maestro Bruckner. En 1894 ofreció el estreno mundial de la Quinta Sinfonía de Bruckner aunque con una versión llena de cortes y añadidos que en ningún momento fue autorizada por el compositor. Con todo, esa versión de Schalk fue la que se mantuvo en las partituras oficiales de la obra durante más de cuarenta años. Si bien muchos críticos musicales atacaron con saña la labor de Schalk, no es menos cierto que gracias a él la música de Bruckner pudo salir del anonimato al que parecía estar predispuesta tras la muerte del compositor. Todavía son numerosos los directores que en la actualidad se sirven de las versiones arregladas que Schalk realizó de las obras de Bruckner. Franz Schalk falleció el 3 de septiembre de 1931 en Edlach, Baja Austria. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a estas dos legendarias figuras de la dirección orquestal.