Me da igual que representes a una formación política cuyos ideales se encuentran tan diametralmente opuestos a mis convicciones ideológicas. Quiero que sepas, Montse, que tienes la sonrisa más bonita del mundo y que me enamoras cuando adoptas el bello gesto de escuchar las posiciones contrarias en la dialéctica de las tertulias. Tu sonrisa, mitad expresión de tierno estupor ante las cosas que te dicen, mitad dulce color angelical que subraya tu espíritu, me conquista. Daría años de mi vida por poder compartir un café contigo. Eres una joya. Eres preciosa. Que tu rostro siga siendo el marco de la luz mediterránea que se apoderó de tu alma. Que la magia de la nit catalana no se pierda nunca en tus ojos de poesía. Me desarmo cuando te escucho en las sobremesas del canal CUATRO. Para desesperación de mi querida Celia. Te quiero, Montse.