Vincent Van Gogh, El campo de trigo es posiblemente el último cuadro

Vincent Van Gogh es indudablemente uno de los pintores modernos más difundidos a nivel popular, no es menos cierto que su figura está muy deficientemente estudiada en líneas generales y posiblemente peor comprendida. Con reiterado hartazgo, se ha pretendido desentrañar hasta el último sentido de cada uno de sus actos existenciales, llegando incluso a establecerse una especie de análisis psiquiátrico de la personalidad del artista en función de los diferentes elementos empleados en el conjunto de su obra.

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El problema reside en que, si bien es cierto que nunca se deben omitir las vivencias y vicisitudes personales de un artista a la hora de abordar y estudiar su producción, en el caso particular de Van Gogh se ha llegado hasta el extremo de condicionar toda su obra a los peculiares aspectos de su ser. El arte de Van Gogh hay que juzgarlo a la luz del contexto artístico de finales del siglo XIX, ya que es precisamente ahí donde su figura alcanza todo su significado. Van Gogh, en cierta semejanza con Cézanne aunque con un distinto ámbito de preocupaciones, se sirve de la ruptura iniciada con el Impresionismo para establecerse como uno de los grandes pioneros del Expresionismo.

El Campo de trigo - vincent van gogh

Vincent Van Gogh

* Óleo sobre lienzo
* 50,5 x 103 Cms
* Realizado en 1890
* Ubicado en el Museo Van Gogh de Amsterdam

 Vincent van Gogh  fue un pintor cuya vocación artística surgió más bien tarde; en 1878, y tras una serie de fracasos, especialmente amorosos, comienza con un nuevo cauce de expresión para toda la fuerza que siente en su interior. Para Van Gogh, el arte va a ser una especie de catarsis, una forma de liberación personal. Su obra, con independencia de su triste vida y su sino dramático — al parecer Van Gogh sufría de esquizofrenia — tiene la clarividencia de captar y expresar el sentido de su época, tratando de encauzar hacia el futuro las aspiraciones de su momento. Careciendo de iniciales medios, Van Gogh se empieza realizando como un verdadero autodidacta que pinta frenéticamente todo lo que le rodea. En su primera época tiende hacia la pintura realista que no excluye la acentuación de rasgos expresivos. Tras su traslado a París en 1886, luego de una breve estancia en Amberes, toma contacto con los impresionistas y, mediante la liberación del color llevada a cabo por éstos, aclara su paleta y aparece en su pintura la división de tonos. Un par de años después, en Arles, y posiblemente influenciado por el potente sol del Mediodía francés, Vincent van Gogh se somete al imperio del color, llenando sus obras de una intensidad cromática desconocida hasta entonces. Es en ese momento cuando abandona la técnica impresionista, sustituyendo la pincelada menuda e independiente por amplias superficies de color plano que eliminan las sombras.

 Sin embargo, tras el famoso incidente acaecido con Gauguin — Vincent van Gogh pretendió atacarle con un puñal y al no conseguirlo se auto seccionó parte de la oreja izquierda, enviándola a una pupila suya que ejercía la prostitución — su inicial visión feliz con la naturaleza que le rodeaba se convierte en otra del todo atormentada que no es sino un eco del estado emocional del artista. Estas obras de la última etapa son tan intensas como la de Arles, pero la fuerza expresiva va a trasladarse del color hacia la forma y, por consiguiente, a la tensión de la línea. El trazo se independiza y alcanza en muchas ocasiones los más frenéticos ritmos. Predominan las curvas agitadas pero liberadas de cualquier intención ornamental; ahora se resuelven como sustento de un estilo convulso y tenso que le acompañará hasta su muerte. Por su parte, el color se va también a liberar de los condicionamientos tonales del ilusionismo naturalista, cargándose de contenido simbólico: El amarillo será color del amor mientras que verde y rojo expresan las terribles pasiones humanas. Con este simbolismo cromático, Vincent van Gogh será una referencia obligada no ya sólo para los expresionistas, sino también para los fauvistas mediante la valentía y libertad absoluta en el empleo del color.

 El campo de trigo es posiblemente el último cuadro de Vincent van Gogh. Lo pintó en Auvers en julio de 1890, poco antes de suicidarse. La leyenda dice que se trata del mismo trigal en donde luego se pegó un tiro, cuestión que parece confirmarse mediante una pequeña nota que el artista escribió: –«Regresé allí y comencé a trabajar. El pincel casi se me cae de las manos… No tuve ninguna dificultad en expresar tristeza y extrema soledad»–  Ciertamente, la desesperación de Van Gogh es del todo manifiesta en el cuadro, un óleo que históricamente se ha empleado en cursos prácticos de psicología aplicada como inmejorable ejemplo de expresión creativa de un ser en estado depresivo. Los elementos del mundo natural adquieren un tono amenazante. El maíz maduro, lejos de balancearse con suavidad, palpita a la manera de un fuego salvaje. En la parte superior, el cielo se oscurece y unos enormes y angustiosos cuervos negros — genialmente reducidos a unos simples trazos gruesos — avanzan hacia el observador como un ineludible presagio de la muerte. No menos inquietante resulta la estructura del cuadro, en donde los tres caminos dirigen la composición hacia el primer plano y no convergiendo hacia el horizonte. Los que están situados en los laterales desaparecen del lienzo mientras que el sendero central acaba abruptamente. Vincent van Gogh aplica la pintura con capas cada vez más gruesas, sin ya ninguna pretensión de aislar la superficie o mezclar los colores cuidadosamente. El óleo, pese a desprender una terrible atmósfera de lúgubres presagios, está cargado de una energía intensa y vibrante. El observador, a semejanza con el autor, se siente del todo acorralado ante esta fortísima obra. Existe una teoría que atribuye la «locura» de Vincent van Gogh a la presumible insolación producida por su empeño en trabajar al aire libre en las horas más calurosas de la tarde… Sea como fuere, para quien esto escribe, este es el mejor cuadro de Van Gogh, un óleo que también nos puede provocar una «insolación espiritual» si permanecemos mucho tiempo absortos en su contemplación.

Si os interesa dejo el enlace del museo de Van Gogh