Varias veces en este bar hemos tratado el tema de la privacidad en la red y los peligros que nos acechan al volcar datos personales en la misma, pero no por ser reiterativos (típico de las conversaciones de amigos en la barra ) no deja de ser importante cargar una vez más sobre el tema.

Las últimas noticias hablan de los “descuidos” de Google y Facebook para con sus usuarios donde “sin querer” datos personales se han filtrado ha empresas que se han apropiado de ellos, esperemos que con fines lícitos, aunque no por ello muy molestos.

http://www.elpais.com/articulo/tecnologia/Facebook/nuevo/punto/mira/elpeputec/20101018elpeputec_1/Tes

http://www.elpais.com/articulo/tecnologia/Proteccion/Datos/abre/proceso/sancionador/Google/elpeputec/20101018elpeputec_5/Tes

 Cuantas veces recibimos correos de lo más variopintos y nos preguntamos como saben tanto de nosotros. No solamente en la red sino vía escrita por el correo tradicional.

Por caso hace tres semanas recibí una carta de una empresa que comercializa audífonos donde me ofrecían su producto y una revisión gratuita . Claro coincidía con la fecha de mi onomástica y entraba en la franja de mercado consumidor, ja ja.

No soy afín a dar mis datos fácilmente por lo que colegí que, dado que varios vecinos coetáneos también la recibieron la “fuente”, no podría ser otra que algún organismo del Estado.

En el caso de la Red concurren dos aspectos que hacen que lo privado haya pasado a segundo plano: el auge de las redes sociales y el afán de protagonismo/narcisismo que nos afecta a la mayoría de los humanos. Consecuencia de ello vamos volcando datos personales, gustos, fotos, opiniones de todo tipo que circulan libremente y lo más peligroso sin ningún tipo de control por parte de nosotros.

Aunque las voces de alerta son cada día más no sólo de organismos públicos sino también de asociaciones de usuarios, a la gran mayoría de nosotros poco parece importarnos.

«La edad de la privacidad ha terminado», dijo Mark Zuckerberg, creador de Facebook. La cantidad de gente conectada le ha dado la razón.

Subir fotos a Flickr, compartir videos en YouTube, contar las experiencias personales en un blog, presumir de amistades en Facebook y detallar en 140 caracteres lo que se está viviendo a través de Twitter son parte de la rutina de muchos de nosostros.

Hemos pasado en pocos años de la moda virtual de segmentar el yo para diferenciarse y despersonalizarse (diferentes Nicks, varios e-mails) a tratar de mostrarnos como únicos y gritarlo a los cuatro vientos en la red

Queremos comunicar instantáneamente  opiniones, sentimientos y preferencias al resto del mundo. El miedo que era ser reconocido ha pasado a ser el quedar aislado de los otros. La membrana entre el yo público y el privado se ha disuelto, “gracias“  a la tecnología. Nuestra soledad se hace pública diría Mark Dery   

Lo peligroso es que ya no sólo es un tema de adolescentes sino que los adultos no se quedan a la zaga, la esfera de privacidad se ha reducido a la mínima expresión; se puede mostrar casi todo.

Algunos estudiosos expresan que este boom comenzó con las revistas de famosos que exponían sus posesiones y vidas privadas con desparpajo a las miradas de los otros. Siguió con los reality shows, en los que se podía observar la vida ajena durante 24 horas. Y ahora bajo el argumento de  ¿ y porque no yo también? explotó con las redes sociales, donde todos comparten lo que son o lo que quieren ser.

El cotilleo entonces, antes reservado a la intimidad de la familia, las fiestas o las marujas del bloque, hoy se exhibe orondo en Internet.

 Ahora cada uno puede aspirar a la celebridad publicando en la Red toda clase de intimidades, desde el colegio al que van los hijos hasta las canciones que silba en la ducha, pasando por fotos de la última borrachera, declaraciones de amistad para toda la vida o infidencias sobre relaciones casuales.

No es que la red nos ha desinhibido sino que nos da una oportunidad única de potenciar nuestra personalidad .

«¿Qué estás pensando?», inquiere Facebook . «¿Dónde estás ahora? ¿Qué estás haciendo?», hurga Twitter sin vergüenza. Estas preguntas, que pueden resultar incómodas al entrar por primera vez a una red social, se transforman pronto en una tentadora provocación al narcisismo.

Lo que nadie contaría a la persona de al lado en el bus o el metro porque no sabe quién es, muchas veces lo informa alegremente en Facebook o Twitter a todo el que lo quiera leer.  

Se tiene la percepción de que las redes sociales en Internet poseen menos riesgos que otras operaciones on line, como las transacciones bancarias, pero no es así; cuando volcamos algo en la red no sabemos quien tendrá acceso a la información

El brazo del Gran Hermano en las redes sociales es mucho  más largo de lo que se cree.

Con el cruce de los datos obtenidos de las más diversas fuentes-historias clínicas, cuentas bancarias, resúmenes de tarjetas de crédito, padrones electorales, agencias recaudadoras de impuestos, guías de teléfono y, obviamente, las redes sociales-, pronto las empresas sabrán más de las personas que ellas mismas.

Quizás entonces el anonimato será el bien más preciado del que nos tengamos que orgullecer.

 Un abrazo y buen fin de semana

THENIGER