Eleazar de Carvalho

Con su enorme extensión, Brasil es una nación cuyas diversas regiones reflejan la cultura de la música brasileña en base a una serie de géneros que se han hecho muy populares en el resto del mundo debido a su enorme difusión. Así, la samba y la bossa nova han adquirido fama mundial merced a sus pegadizos ritmos y a una indudable capacidad de fusión con la música de otras vertientes. Menos conocido tal vez es el choro o chorinho, un género popular de música instrumental urbana ejecutado generalmente por unos conjuntos llamados regionais y cuya práctica es realmente difícil. Pero Brasil también ha tenido un papel destacado en la tradición clásica gracias a compositores como Nunes García y Carlos Gomes en el siglo XIX. Ya en pleno siglo XX, la música clásica brasileña se bifurcó en dos corrientes: la nacionalista que asimila elementos folklóricos autóctonos con la tradición clásica y cuyo máximo exponente fue Heitor Villa-Lobos; y más adelante la vanguardista que aunó las tendencias dodecafónicas, serialistas y atonales, siendo sus representantes autores como Jorge Antunes y Claudio Santoro. De un tiempo a esta parte, podríamos incluir una tercera corriente neotonalista representada por Amaral Vieira y Edson Zampronha, entre otros. Con todo, uno de los mayores impulsores de la difusión internacional de la música clásica brasileña en el siglo XX — Villa-Lobos aparte — fue el compositor, profesor y director de orquesta Eleazar de Carvalho.

Eleazar de Carvalho nació el 28 de julio de 1912 en Iguatu, Estado de Ceará, en el Noreste brasileño, y comenzó su formación musical en dicha localidad para luego, en 1928, trasladarse a Rio de Janeiro. Allí Carvalho se incorporó como tubista a la Banda del Batallón Naval de la Marina hasta que un año después accedió a la Universidad de Brasil e ingresó en la Orquesta del Teatro Municipal de Rio de Janeiro. Allí también estudió dirección orquestal con Francisco Mignone en la Escuela de Música de Rio y llegó a formar parte de un conjunto de jazz. Ya en 1939, Carvalho consigue presentar su primera ópera en el Teatro Municipal y obtiene además su diploma como maestro en dirección orquestal. Esto le hizo decantarse por la dirección y abandonar progresivamente la composición, por lo que en 1946 obtiene una beca que le permite trasladarse a los EEUU. Tras alguna que otra peripecia personal, Carvalho logra ser nombrado director asistente de Sergei Koussevitzki en la Orquesta Sinfónica de Boston (junto con Leonard Bernstein) y consigue además dirigir, en calidad de invitado, a las formaciones punteras de Filadelfia, Chicago y Nueva York. Tras la muerte de Koussevitzki, en 1951 Carvalho fue nombrado regente del Centro de Música de Berkshire, actividad en la que se mantuvo por espacio de 16 años.

En 1963, Carvalho obtuvo un doctorado en música por la Universidad de Washington y en arte por la Universidad de Hofstra, al tiempo que sucedió a Edouard van Remoortel al frente de la Orquesta Sinfónica de San Luis, permaneciendo como titular hasta 1968, y destacándose como un gran defensor de la música de su tiempo. Posteriormente, Carvalho dirigió a la Orquesta Sinfónica Pro Arte de Nueva York hasta 1973 y paralelamente ejerció la docencia en las más prestigiosas instituciones musicales norteamericanas, como la Universidad de Washington, la Juilliard School y la la Universidad de Yale, centro del que acabaría siendo profesor emérito en 1994. Instalado definitivamente en Brasil a partir de 1973 (aunque no por ello dejó de ejercer la enseñanza en los EEUU), Carvalho dirigió como titular a la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo hasta el fin de sus días y se implicó de manera decidida en numerosos programas creados para la concesión de becas a jóvenes músicos brasileños. Convertido en toda una leyenda de la dirección orquestal en Brasil, Carvalho finalmente falleció el 12 de septiembre de 1996 en Sao Paulo.

Personalidad rebelde e inconformista desde su niñez, Eleazar de Carvalho fue un director de gran temperamento y fuerza que tuvo la virtud de mezclar con equilibrio un repertorio clásico tradicional con lo más novedoso de la música brasileña y contemporánea. Casi en mayor medida que en su faceta estricta de director, la figura de Eleazar de Carvalho está ligada a la pedagogía musical tanto en los EEUU — donde llegó a tener como alumnos a Claudio Abbado, Zubin Mehta y Seiji Ozawa, entre otros — como en Brasil, donde logró una gran resonancia y reconocimiento unánime como director del Festival de Invierno de los Campos de Jordao. Por desgracia, su actividad discográfica no fue extensa y ello contribuyó negativamente a una mayor proyección internacional como director.

De entre la producción discográfica debida a Eleazar de Carvalho podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen por qué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto nº3 para piano de Bartok, junto con Philip Yang y dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo (vídeo de referencia desconocida); Concierto para piano de Grieg, junto a Juliano Castro y dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo (vídeo de referencia desconocida); Convergencias de Marlos Nobre dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Paraiba (DELOS 1017); Variaciones sobre un tema de Paganini de Rachmaninov, junto a Vanessa Cunha y dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo (vídeo de referencia desconocida); y, finalmente, Choro nº10 de Villa-Lobos dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo (vídeo de referencia desconocida). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.