Existen músicos que parecen haber nacido para empuñar la batuta atendiendo a sus circunstancias personales y a las de su entorno. En este sentido, la suerte es un factor determinante para desarrollar una exitosa carrera como director de orquesta. Nacido en el seno de una familia multimillonaria y apasionada de las artes, James Levine ya ofrecía conciertos a los diez años de edad junto a la orquesta sinfónica de su ciudad natal. A los diecinueve años debutó como director operístico y a los veintiuno fue contratado por George Szell para dirigir como asistente en Cleveland. Con cierto orgullo no exento de socarronería, Levine siempre comenta que sus innumerables experiencias de éxito personal como director tal vez proceden de su fracaso al tratar de entrar por primera vez en la Juilliard Scholl de Nueva York como alumno de piano luego de haberse formado con un profesor de la talla de Rudolf Serkin. Ironías de la vida, sin duda. Amo del Metropolitan de Nueva York desde 1975, habitual en Salzburgo y en Bayreuth, indiscutible autoridad mundial en el repertorio operístico de Verdi y titular de la Boston Symphony hasta el pasado año, James Levine es algo así como el sucesor de Karajan en materia discográfica y de otros soportes visuales más modernos. Pero tanta frenética actividad ha terminado por pasarle factura en el plano físico y en la actualidad Levine es un director cuyas actuaciones se filtran con cuentagotas debido a sus constantes problemas de ciática y a sus derivados dolores de espalda. La vida te da pero también te quita, debe pensar Levine desde su torre de marfil.

James Lawrence Levine nació el 23 de junio de 1943 en Cincinnati, Ohio, en el seno de una acomodada familia muy aficionada a las artes. Desde muy niño recibió clases de piano y sus progresos fueron tales que a los diez años de edad debutó como concertista acompañado de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati. A partir ese momento, Levine amplió su formación musical estudiando violín con Walter Levin y piano con Rudolf Serkin en la Escuela Musical de Marlboro, Vermont, para ya en 1957 ingresar en la Walnut Hills High School y en la Escuela de Música de Aspen, donde estudió bajo la tutela de Rosina Lhévinne. Tras un primer intento infructuoso de ingresar como alumno de piano en la Juilliard School de Nueva York, Levine estudió dirección junto a Jean Morel en dicha institución y, luego de haberse graduado en 1964, obtuvo el primer premio en la Competición de Jóvenes Directores Norteamericanos celebrada en Baltimore. Esta circunstancia le sirvió para ser nombrado director asistente de George Szell en la Orquesta de Cleveland, cargo en el que permaneció hasta 1970 y en el que adquirió una enorme experiencia merced a las europeístas enseñanzas de Szell. En 1971, Levine dirigió por primera vez en el Met con tanto éxito que dos años más tarde se convirtió en el director titular para pasar, en 1975, a ser el director musical. Allí Levine impuso sus acentos, claramente distintos a los de Rudolf Bing, quien durante veinte años había seguido una programación ultraconservadora. Con todo, el público del Met aceptó la apuesta debido a la indudable autoridad musical de un Levine que ya desde ese momento se destacaba para superar los obstáculos sin mayores dificultades.

De forma paralela a su cargo de director en Nueva York, Levine comenzó una estrecha colaboración como director invitado de las más prestigiosas formaciones norteamericanas, especialmente con la Orquesta Sinfónica de Chicago y con la Orquesta de Filadelfia. Tras una representación operística en Hamburgo, la figura de Levine empezó a ser muy considerada en Europa y, de esta manera, Levine realizó su debut en 1975 en Salzburgo con unas extraordinarias versiones operísticas mozartianas en las que demostró ser un músico experto, atento y de fino sentimiento. (No era algo natural el que un director americano obtuviera éxitos totales en Salzburgo con óperas de Mozart). A la vista del general entusiasmo por Levine, en Bayreuth no quisieron quedarse apartados y en 1982 se le invitó a dirigir una producción de Parsifal con la que obtuvo un gran triunfo. Desde ese momento, Levine fue llamado a dirigir esta misma obra en cada temporada en la que se volvió a reponer y, junto con otros jóvenes directores, abanderó la nueva generación impuesta en Bayreuth frente al tradicionalismo de maestros como Horst Stein. La carrera en Europa de Levine también se hubo de fortalecer mediante sus constantes apariciones como director invitado de la Orquesta Filarmónica de Berlín, de la Orquesta Filarmónica de Viena y de la London Philharmonia, entidad de la que llegó a ser principal director invitado. En 1999 tuvo el valor de suceder a Celibidache, fallecido tres años antes, al frente de la Orquesta Filarmónica de Munich hasta 2004, manteniendo y mejorando el gran nivel de esta formidable agrupación. Tras haber mantenido una especial vinculación con la Orquesta Sinfónica de Boston, en 2004 Levine aceptó el puesto de director titular de dicha formación y se convirtió en el primer director norteamericano en estar al frente de la orquesta. Levine supo revitalizar a una formación que había perdido muchos enteros durante los últimos años de titularidad de Seiji Ozawa y logró conectar con el público mediante una inteligente programación en la que se mezclaba el repertorio más moderno con el tradicional. Sin embargo, a partir de 2006 comenzaron los graves problemas de salud de Levine. En marzo de ese año, Levine se cayó del podio tras finalizar un concierto en Boston a resultas del cual se fracturó un hombro. Luego de haber sido intervenido quirúrgicamente, Levine reapareció con otros problemas añadidos de ciática y una serie de extraños temblores que le impedían dirigir. En 2009, Levine se sometió a una operación en la espalda de la que no se hubo de restablecer del todo, de tal cuenta que en septiembre de 2011 anunció su renuncia a la titularidad de Boston y la práctica cancelación de casi todo el resto de sus compromisos.

Director y pianista, la figura de James Levine es una de las más conocidas y populares del actual panorama musical del mundo. Con un estilo de dirección claro y del todo reflexivo, Levine tiene su punto más fuerte en preservar la unidad orgánica de las obras que interpreta en clara consonancia con su faceta de director operístico y acostumbrado en consecuencia a la cimentación progresiva del discurso expositivo. Su labor de tantos años en el Metropolitan ha sido unánimemente alabada por la crítica por el hecho indiscutible de haber convertido dicha institución en uno de los tres mejores escenarios operísticos del mundo. Director de una personalidad abierta y del todo amable en los ensayos, Levine atesora un amplísimo repertorio sinfónico que va desde Bach hasta Xenakis, aunque tal vez sea en el terreno operístico donde sus virtudes como director presentan una mayor consistencia. Asiduo de los estudios de grabación, su producción discográfica es inmensa y apenas existen títulos del repertorio más conocido que no hayan sido llevados por él al disco en alguna ocasión.

Levine es uno de los más ardientes y expresivos transmisores de la ópera italiana con especial dedicación a Verdi, de quien es uno de sus mejores lectores en la actualidad. Pero también se ha mostrado como un gran especialista en Mozart y Wagner mientras que a nivel de concierto expresa sus mayores simpatías por Brahms y Mahler. Uno de los grandes pilares de su éxito como director es su prodigiosa capacidad memorística que le permite dominar un extenso repertorio que muy pocos colegas pueden siquiera igualar. Su sentido de la música es del todo universalista y ello le otorga una inestimable naturalidad para tratar con cualquier obra con independencia de su procedencia. No obstante su pesada constitución física, Levine dirige con soltura, sin ningún tipo de tirantez y con una gran coherencia dramática. Con una técnica de batuta elegante y precisa, Levine prescinde de cualquier subjetividad teatral y mantiene siempre una constante preocupación por los tempi adoptados (aunque a veces se le ha reprochado que éstos sean excesivamente lentos en ocasiones). A pesar de su triunfal trayectoria artística, Levine siempre ha sido uno de los directores más debatidos de su generación. Más lamentable, si cabe, es que en ocasiones se le confunda con el violinista Itzhak Perlman debido al asombroso parecido físico entre ambos músicos.

De entre la producción discográfica debida a James Levine podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartok dirigiendo la Sinfónica de Chicago (DG 429747); los 5 Conciertos para piano de Beethoven, junto a Alfred Brendel y dirigiendo la Sinfónica de Chicago (PHILIPS 456045); Missa Solemnis de Beethoven, junto a Domingo, Norman, Studer y Moll, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 1469202); Norma de Bellini, junto a Scotto, Troyanos, Murray y Plishka, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica Nacional (SONY 35902); La condenación de Fausto de Berlioz, junto a Giordani, Graham, Relyea y Carfizzi, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (vúdeo de referencia desconocida); Carmen de Bizet, junto a Ramey, Baltsa, Carreras y Mitchell, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 73000); la integral sinfónica de Brahms dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 449829 — integral sinfónica en 3 CD´s); Eugenio Oneguin de Chaikovski, junto a Freni, Von Otter, Allen y Lang, y dirigiendo la Staatskapelle Dresden (DG 423959); Adriana Lecouvreur de Cilèa, junto a Domingo, Milnes, Scotto y Obraztsova, y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (CBS 34588); El elixir del amor de Donizetti, junto a Pavarotti, Dara, Battle y Nucci, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 429744); Suite de Porgy and Bess de Gershwin dirigiendo la Sinfónica de Chicago (DG 469139); Andrea Chénier de Giordano, junto a Domingo, Scotto, Kraft y Milnes, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica Nacional (RCA 2046); La Creación de Haydn, junto a Battle, Moll y Binbergh, y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 445584); Los planetas de Holst dirigiendo la Sinfónica de Chicago (DG 429730); I Pagliacci de Leoncavallo, junto a Stratas, Pons y Pavarotti y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 476909); Sinfonía nº4 de Mahler dirigiendo la Sinfónica de Chicago (RCA 59413); Cavalleria Rusticana de Mascagni, junto a Domingo, Elvira, Scotto y Kraft, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica Nacional (SONY 57657); Obertura de El sueño de una noche de verano de Mendelssohn dirigiendo la Sinfónica de Chicago (DG 469322); los 5 Conciertos para violín de Mozart, junto a Itzhak Perlman y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 445535); La flauta mágica de Mozart, junto a Araiza, Battle, Moll y Hemm, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 73003); Don Giovanni de Mozart, junto a Kopcak, Fleming, Furlanetto y Terfel, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 405109); Las bodas de Figaro de Mozart, junto a Te Kanawa, Von Otter, Hampson y Furlanetto, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 576502); Idomeneo de Mozart, junto a Domingo, Bartoli, Vaness y Lopardo, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 447737); La clemenza di Tito de Mozart, junto a Tappy, Malfitano, Troyanos y Rydl, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 617409); Los cuentos de Hoffmann de Offenbach, junto a Domingo, Malfitano, Friedmann y Corazza, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (ORFEO D´OR 793093); La bohème de Puccini, junto a Scotto, Pavarotti, Niska y Wixell, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 448409); Manon Lescaut de Puccini, junto a Freni, Vargas, Taddei y Pavarotti, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DECCa 440200); Tosca de Puccini, junto a Scotto, Bruson, Domingo y Capecchi, y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (EMI 66504); Turandot de Puccini, junto a Plishka, Marton, Domingo y Cluenod, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 85209); Concierto para piano nº3 de Rachmaninov, junto a Arcadi Volodos y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (SONY 64384); Dafnis y Cloé de Ravel dirigiendo la Sinfónica de Boston (BSO 929); La italiana en Argel de Rossini, junto a Montarsolo, Horne, Monk y Alhstedt, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 657909); El barbero de Sevilla de Rossini, junto a Capecchi, Sills, Raimondi y Milnes, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 85523); Sansón y Dalila de Saint-Saëns, junto a Flitch, Borodina, Domingo y Pape, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 302309); Gurrelieder de Schönberg, junto a Heppner, Meier, Schulte y Haefliger, y dirigiendo la Filarmónica de Munich (OEHMS 501); Mi patria de Smetana dirigiendo la Filarmónica de Viena (DG 431652); Ariadne auf Naxos de Richard Strauss, junto a Norman, Troyanos, Battle y King, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 73028); Der Rosenkavalier de Richard Strauss, junto a Pavarotti, Moll, Troyanos y Te Kanawa, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DECCa 1135701355); Aida de Verdi, junto a Domingo, Morris, Ramey y Millo, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (SONY 45973); Don Carlo de Verdi, junto a Silvester, Millo, Furlanetto y Bunnell, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (SONY 7527732); Ernani de Verdi, junto a Pavarotti, Milnes, Raimondi y Mitchell, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DECCa 1054909); Falstaff de Verdi, junto a Plishka, Bonney, Freni y Horne, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 1295209); I lombardi de Verdi, junto a Anderson, Leech, Pavarotti y Ramey, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DECCA 455287); I vespri siciliani de Verdi, junto a Raimondi, Domingo, Milnes y Arroyo, y dirigiendo la New Philharmonia Orchestra (RCA 63492); Il trovatore de Verdi, junto a Milnes, Pavarotti, Marton y Zajic, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 73002); La forza del destino de Verdi, junto a Domingo, Senechal, Cossotto y Knight, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (RCA 39502); La traviata de Verdi, junto a Studer, Pavarotti, Pons y Pola, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 435797); Luisa Miller de Verdi, junto a Quivar, Plishka, Domingo y Millo, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (SONY 48073); Macbeth de Verdi, junto a Thomas, Pittas, Relyea y Hobson, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (EMI 6304); Nabucco de Verdi, junto a Guleghina, Pons y Ramey, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 385009); Otello de Verdi, junto a Scotto, Domingo, Milnes y Plishka, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica Nacional (RCA 39501); Rigoletto de Verdi, junto a Domingo, Cotrubas, McNeil y Jones, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 269609); Simon Boccanegra de Verdi, junto a Domingo, Giordani, Morris y Pieczonka, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (SONY 80664); Stiffelio de Verdi, junto a Domingo, Plishka, Sweet y Chernov, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 871709); Un ballo in maschera de Verdi, junto a Pavarotti, Millo, Quivar y Blackwell, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 1086309); Requiem de Verdi, junto a Scandiuzzi y Lintino, y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (vídeo de referencia desconocida); El Anillo del Nibelungo de Wagner, junto a Mims, Napier, Behrens y Morris, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 471678 — caja con 14 CD´s); Parsifal de Wagner, junto a Norman, Domingo, Moll y Robbins, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 437501); Tannhäuser de Wagner, junto a Cassilly, Troyanos, Marton y Macurdy, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 658009); Lohengrin de Wagner, junto a Macurdy, Rysanek, Hofmann y Martón, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 672709); y, finalmente, Tristán e Isolda de Wagner, junto a Eaglen, Heppner, Pape y Ketelsen, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (DG 174509). Dejamos también el enlace a una interesante entrevista en inglés. Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.