Jesús de Monasterio

 En el enlace al vídeo que hoy os dejamos en leitersblues.com podemos escuchar Adiós a La Alhambra del compositor cántabro Jesús de Monasterio. La versión se corresponde con una lectura debida al joven violinista malacitano Jesús Reina acompañado por la Orquesta ARSIAN (arte independiente andaluz) dirigida por Juan de Udaeta. Esta grabación pertenece a un álbum de dos compactos editado en 2004 por la Agrupación Lebaniega de Santander que contiene la práctica totalidad de la obra orquestal del compositor merced gran al trabajo musicológico de Ramón Sobrino. Adiós a La Alhambra es una de las piezas más bellas y populares de Jesús de Monasterio, un violinista y compositor lamentablemente muy poco conocido. Esta delicada obra se abre con unos breves motivos en los óboes que dan paso a unos pizzicati en las cuerdas como base rítmica al bellísimo tema principal expuesto por el violín solista en tiempo ternario al que sigue un segundo tema en modo mayor más alegre. La sección central presenta un tema galante que se desarrolla en constantes modulaciones de modo. Tras una breve cadencia del violín, la obra concluye con un poético trino del solista. Adiós a La Alhambra data de 1861 y obtuvo una gran popularidad en Europa con motivo de una gira que realizó Monasterio entre 1861 y 1862.

Durante el reinado de Isabel II y años posteriores, la música teatral española consiguió dar un brillante giro al género de la zarzuela aunque los esfuerzos operísticos fueron escasamente recompensados. La vida sinfónica también escaseaba debido a la inexistencia de orquestas, aunque en ocasiones se empleaban eventualmente las de los teatros, y a la ausencia de un público verdaderamente interesado. Con todo, la Sociedad de Conciertos fundó una orquesta estable en 1868 y fue dirigida por Barbieri, dando a conocer las sinfonías de Beethoven excepto la Novena, presentada en España en 1878 bajo la dirección de don Mariano Vázquez. A Barbieri le sucedió Gaztambide y éste, a su vez, por Jesús de Monasterio, quien con ello pudo llevar a cabo una cierta actividad como compositor sinfónico. Durante esa década de los años setenta del siglo XIX surgió un movimiento entre lo nacionalista y lo pintoresco que fue denominado alhambrismo y para el que autores como Tárrega, Bretón y Jesús de Monasterio escribieron algunas obras. Adiós a La Alhambra es un claro ejemplo de este estilo, con una melancólica evocación del palacio nazarí gracias al empleo de un lenguaje musical del todo descriptivo.

Jesús de Monasterio y Agüeros nació el 21 de marzo de 1836 en Potes, Cantabria, y comenzó sus estudios musicales de la mano de su padre en Palencia y Valladolid, destacándose como un verdadero niño prodigio del arco. En 1843, con siete años, tocó ante la reina Isabel II y le tomó bajo su protección, ingresando en 1848 en el Conservatorio de Bruselas. Dos años más tarde obtiene una beca oficial que le faculta para seguir estudiando allí violín bajo la tutela de Bériot y composición con Gevaert y Fétis, conquistando el premio extraordinario del conservatorio e iniciando con enorme éxito una gira de conciertos por toda Europa. Pese a su juventud, fue propuesto para ocupar el cargo de primer violín y director de la Orquesta de la Corte Belga (Liszt insistió mucho en ello) pero Monasterio renunció tal vez por su juventud para un cargo de excesiva responsabilidad. De vuelta a Madrid en 1854, Monasterio es nombrado violinista honorario de la Capilla Real y tres años más tarde profesor de violín en el Conservatorio de Madrid. En 1873 entró a formar parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, recibiendo tres años después la Encomienda de Isabel la Católica. Durante sus últimos años, Monasterio se dedicó fundamentalmente a la labor docente y desde su nueva cátedra de Perfeccionamiento de Violín y de Música Instrumental de Cámara, creada en Madrid exclusivamente para él, sentó las bases de la moderna escuela violinista española. Finalmente, el 28 de septiembre de 1903 Monasterio falleció en Casar de Periedo, Cantabria. Uno de los dos conservatorios de Santander lleva en la actualidad su nombre.

Creador de una obra coherente con los tiempos en los que vivió, Jesús de Monasterio fue un violinista de enorme altura y un compositor de indudables méritos. Empero, otra de sus grandes virtudes fue la de su labor docente, siendo el mentor de una generación de grandes violinistas y compositores españoles. Su producción abarca obras para orquesta, para violín y orquesta, instrumentales, vocales y corales. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a la figura de este excepcional violinista, docente y compositor.