A juicio de muchos especialistas, Tristán e Isolda no es sólo una de las mejores óperas de Wagner, sino que también presenta una cierta aureola maldita. En 1911, Felix Mottl se encontraba dirigiendo una representación de la misma en Munich cuando cayó fulminado por un colapso cardíaco. La muerte sobre el podio de los directores de orquesta es un acontecimiento estremecedor para los testigos, aunque para muchos directores apasionados es mucho menos terrible que una forzosa jubilación por inactividad. 57 años después de aquel luctuoso acontecimiento, concretamente el 20 de abril de 1968, Joseph Keilberth se encontraba también dirigiendo en el mismo lugar una nueva representación de Tristán e Isolda. Al llegar a un pasaje de la ópera que los directores siempre han considerado temible por surgir una entrada vocal nada difícil pero muy incómoda, Keilberth se desplomó sobre el podio y falleció aún dentro del edificio. Keilberth no sólo entró en la leyenda negra de dicha ópera, sino que vio cortada una trayectoria artística justo en el momento de su mayor madurez personal. Con todo, Keilberth ya pertenecía a la primera fila de los directores de orquesta alemanes de ópera y concierto.

 Joseph Keilberth nació el 19 de abril de 1908 en Karlsruhe, Alemania, en el seno de una familia de notable tradición musical. Tras cursar estudios en su ciudad natal, Keilberth consigue ser admitido como repetidor en la Ópera de Karlsruhe en 1925, con tan sólo diecisiete años de edad, para diez años más tarde convertirse en su director. Más tarde colaboró asiduamente con la Radio de Stuttgart en la retransmisión de óperas y en 1940 fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica Alemana de Praga. Durante la Segunda Guerra Mundial Keilberth trabajó en los teatros de Hamburgo y Berlín. Tras el conflicto, las nuevas autoridades aliadas no le consideraron un especial colaboracionista del régimen y en virtud de ello pudo ser nombrado en 1945 director de la Ópera Estatal de Dresde y de la Orquesta de la Staatskapelle, cargos en los que permanecería hasta 1951. De forma paralela, Keilberth se encargó de refundar la Orquesta Sinfónica de Bamberg sobre los restos de la antigua Filarmónica Alemana de Praga, formación de la que fue su principal director hasta 1968 y con la que realizó numerosas giras por Europa y América.

 Durante la década de los años cincuenta del siglo pasado, Keilberth desarrolló una muy activa carrera como director de orquesta. Nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Hamburgo en 1950 y primer director de la Ópera de Munich en 1951, Keilberth debutó al año siguiente en Bayreuth dirigiendo el ciclo completo de El Anillo con tal éxito que fue nuevamente requerido en los años posteriores. Ese mismo año también intervino en los Festivales de Edimburgo dirigiendo la orquesta de la Ópera de Hamburgo. Su reputación como director hizo que Keilberth fuese invitado a dirigir las más prestigiosas formaciones europeas, como la Filarmónica de Berlín, así como intervenir en los Festivales de Salzburgo y Lucerna. En 1959, Keilberth sucedió a Ferenc Fricsay como director de la Ópera Estatal de Munich, tomando asimismo un activo e importante papel en la reconstrucción del nuevo edificio del Teatro Nacional. Mientras se encontraba en dicho teatro bávaro dirigiendo una representación de Tristán e Isolda, Keilberth sufrió un infarto del que fallecería el 20 de julio de 1968 a los sesenta años de edad.

 Representante de la más pura tradición de los grandes directores alemanes, Joseph Keilberth fue un auténtico Kapellmeister en el sentido más amplio y positivo de la palabra. Fue un director instintivo capaz de captar la expresividad de toda la música que interpretaba con la más limitada intervención subjetiva de la misma. Dio lo mejor de sí en el mundo de la ópera, pese a que sus registros fonográficos también nos permiten ver a un excepcional director en el plano sinfónico. Keilberth, que tenía una especial debilidad musical por Wagner y Richard Strauss, fue el hombre ideal para la Ópera de Munich. De Strauss llegó a dominar prácticamente toda su producción operística mientras que con Wagner fue incluso más soberbio. Todo el Romanticismo alemán llegó a ser de su dominio aunque también tuvo un punto muy alto en Mozart, compositor del que, sin embargo, suscita algunas dudas entre los más entendidos. La ópera francesa e italiana apenas le interesó y la música contemporánea se la dejaba casi siempre a otros. Director hábil y dotado de un alto sentido interpretativo, fijaba su objetivo en el discurrir total de la representación y sus mejores momentos coincidían con el final de las mismas, con un todo ascendente que sabía culminar a base de una lograda edificación integral de la obra a interpretar. Su entrega sobre el podio llegó a ser calificada como de mística por algunos contemporáneos. Por desgracia, Keilberth murió justo a una edad en donde muchos grandes directores han dado lo mejor de su cosecha. Tal ese sea el motivo por el que su nombre no haya alcanzado una dimensión más grande tras su fallecimiento fuera del entorno alemán.

 De entre la producción discográfica debida a Joseph Keilberth podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para violoncelo de Dvorak, junto a Ludwig Hoelscher y dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Hamburgo (APEX 7499192); La Canción de la Tierra de Mahler, junto a Fritz Wunderlich y Fischer-Dieskau, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Bamberg (CLASSICA D´ORO 4008); La flauta mágica de Mozart, junto a Stich-Randall, Greindl, Lipp y Hotter, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio del Sudoeste de Alemania (MYTO 4229); Concierto para piano nº21 de Mozart, junto a Geza Anda y dirigiendo la Camerata Académica de Salzburgo (AUDITE 23407); Von deutscher Seele de Pfitzner, junto a Giebel, Topper y Wunderlich, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara (DG 437033); El barbero de Sevilla de Rossini, junto a Hotter, Köth, Prey y Wunderlich, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera del Estado de Baviera (DG 577509); Concierto para piano de Schumann, junto a Friedrich Gulda y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Viena (ORFEO D´OR 746071); Intermezzo de Richard Strauss, junto a Poek, Steffek, Prey y Felbermayer, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena (ORFEO D´OR 765082); Arabella de Richard Strauss, junto a Stern, Della Casa, Ruesche y Rothenberger, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (ORFEO D´OR 651053); Salome de Richard Strauss, junto a Lorenz, Borkh, Hotter y Sabo, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera del Estado de Baviera (ORFEO D´OR 342932); El holandés errante de Wagner, junto a London, Van Mill, Varnay y Traxel, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (MELODRAM 10057); El Anillo del Nibelungo de Wagner, junto a Varnay, Windgassen, Ninay y Hotter, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (TESTAMENT 1412 — 14 CD´s); y, finalmente, Oberon de Von Weber, junto a Rysanek, Lückert y Günter, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia (CANTUS referencia desconocida). Nuestro humilde homenaje a este sensacional director de orquesta.