Edificada sobre una explanada situada al este del centro urbano de Jerusalén, la Cúpula de la Roca es un santuario islámico de suma importancia, aunque alzado en un emplazamiento que ya destacaba mucho antes del advenimiento del Islam. Coronada por el símbolo islámico de la media luna y con el espectacular juego de sus brillantes destellos solares, la cúpula se levanta sobre la roca sagrada que marcaba el centro del mundo según las viejas tradiciones. Pese a ser el edificio islámico más antiguo del mundo, la Cúpula de la Roca — también conocida como la mezquita de Omar — no es una mezquita al uso ya que sus dimensiones físicas no permiten la afluencia de una masiva aglomeración de fieles.

 Según el relato bíblico, el rey David incurrió en la ira de Yahvé al tratar a empadronar a los habitantes de Jerusalén y consecuentemente el pueblo sufrió una plaga divina. Para tratar de reconciliarse con Dios, David mandó erigir un altar sobre una roca de Jerusalén, un lugar que desde entonces fue considerado como el mismo en donde Abraham preparó el sacrificio de su hijo Isaac. De ahí surgió la leyenda de que ese enclave era el centro del mundo. Posteriormente, Salomón construyó allí el gran templo que albergaba el Arca de la Alianza y en donde actualmente puede contemplarse la plataforma en la que se alzaba dicho templo. Tras la destrucción del Templo por Nabucodonosor en el siglo VI a. C., Herodes el Grande reconstruyó el mismo y la plataforma en el siglo I.a.C. El muro occidental de ese templo es lo único que se conserva hoy en día tras la destrucción del mismo por las tropas romanas en las guerras judaicas. Es el famoso Muro de las Lamentaciones, emblema del moderno judaísmo rabínico.

 En el siglo VII de nuestra era, Jerusalén fue conquistada por Omar ibn Khatib y posteriormente el califa Abd el Malik ordenó levantar un santuario en la roca con el fin de que la ciudad se convirtiera en centro de peregrinación para los musulmanes. El edificio fue construido entre los años 668 y 692 en un deliberado intento de alejar a los peregrinos de La Meca. De ahí surgió la tradición islámica de que el profeta Muhammad ascendió a los cielos desde aquel lugar para ser recibido por Alá, quien le confió los preceptos de la fe islámica. La Cúpula de la Roca señala, pues, el punto exacto desde donde Muhammad partió a los cielos y hoy en día los peregrinos pueden observar la presunta huella de su pie y tres pelos de su barba. Considerado el edificio islámico más antiguo del mundo, presenta no obstante inconfundibles rasgos que muestran una clara influencia de la primitiva arquitectura cristiana.

 La cúpula, que según la tradición era en principio de oro, constituye un símbolo externo de la roca sagrada que alberga. Con un diámetro de 20 metros y una altura de 34, descansa sobre un tambor que se apoya a su vez sobre columnas de piedra. La arcada exterior presenta una planta octogonal, siendo la forma que se refleja también en los muros externos. La roca está situada en el centro y permite a los fieles moverse libremente a su alrededor. Por su parte, los mosaicos del interior presentan una acusada influencia bizantina. Destaca a su vez la excepcional decoración caligráfica, resaltando sobremanera unas inscripciones pintadas alrededor de la cúpula. Los azulejos que recorren la misma datan de una fecha posterior.

 Una inscripción en el exterior honra la memoria del constructor, el califa Abd el Malik, perteneciente a la dinastía Omeya. Pero sucedió que otro califa de la dinastía Abasí modificó dicha inscripción en época posterior y se auto atribuyó la autoría del edificio. De manera insólita, cambió el nombre pero se le olvidó modificar la fecha, por lo que actualmente se sigue considerando a Abd el Malik como el verdadero artífice de la obra. Sea como fuere, en el Monte del Templo en donde se alza la Cúpula de la Roca conviven las tres religiones del Libro y ello ha conllevado que en ocasiones se hayan producido lamentables incidentes entre los fieles de las mismas. Sin embargo, la belleza de los reflejos solares en la cúpula durante los inigualables atardeceres de Jerusalén sigue conservándose a lo largo de los siglos y provocando la admiración de propios y extraños.