Una de las cosas que diferencia a Oriente de Occidente es el tratamiento y consideración que hacen las sociedades de sus mayores (la edad a partir de la cual nos consideran mayor no es relevante). Claro está que sería muy simplista el análisis si no lo consideráramos de doble vía, es decir, cómo nos vemos y cómo nos ven. Está claro que hoy aspectos como el hedonismo, el individualismo, narcisismo y egocentrismo a ultranza son aspectos que dominan el pensamiento de las sociedades desarrolladas de Occidente y ello hace que todo lo que signifique ver o pensar mas allá de nosotros no entre en nuestros cerebros. Otra explicación no cabría a la luz de cierto debate que ha surgido con la designación de Alberto Oliart como máximo responsable de RTVE. A contrario de lo que sucede con la mayoría de los temas políticos de nuestro país, en esta oportunidad tanto el gobierno como la oposición coincidieron en el candidato y el debate surge entre los que cuestionan la designación por la edad del designado.

Es cierto que el señor Oliart, con sus 81 años, no es un joven de los que en las empresas americanas podrían HIPO (high potencial), pero usando el slogan del mediático Leopoldo Abadía es un chaval de 81. El tema de fondo es entonces cuál es el factor determinante para una designación y cuáles son los expertises necesarios para desempeñar una función ejecutiva. A la primera pregunta la respuesta es obvia, su cerebro está integro, a la segunda, debería cubrir lo siguiente: Visión general del negocio-liderazgo-gestor de equipos multidisciplinarios-negociador…

Sus antecedentes indican que los cubre con holgura

Otro de los cuestionamientos es su desconocimiento del medio televisivo. En este aspecto la tendencia del management de las últimas décadas ha dado por el suelo el concepto de conocer el negocio en profundidad para la alta dirección. Por el contrario, cada día más en los puestos claves de las organizaciones se fichan a ejecutivos ajenos a la actividad, con formaciones disímiles y en el caso de los ejecutivos de carrera cuando llegan a posiciones muy altas los hacen participar en programas de desestructuración con el objetivo de ampliar su visión de negocio. Hace unos años trabajé en una multinacional cuyo CEO, luego de asumir culminando una brillante carrera interna, fue integrado durante 2 años a un programa de formación en música y arte — la empresa era lider mundial en industria del aluminio — con el objetivo de hacer más permeable y creativo su proceso decisorio.

Pero volviendo al tema de la edad, particularmente creo que es un error de tamaño mayúsculo desperdiciar el know how de aquellos que lo tienen en grado sumo. Y no estoy proponiendo hacer un culto a la ancianidad (ganas no me faltan) sino, y dado que estamos en una sociedad tan mercantilizada, aprovechar todo el conocimiento de esa gente que luego de una dilatada carrera acumulan lo que no se puede aprender en un curso o un master. Las sociedades más viejas del planeta respetan y valoran el saber de sus mayores, quienes forman parte de un consejo permanente al que se recurre cuando las decisiones a tomar son trascendentes. Considerando que en España hay casi dos millones de octogenarios y los mayores de 65 años suman 8,5 millones, su capital humano no se puede despreciar simplemente por un modismo o cuestión de imagen. Los 65 años de ahora no tienen nada que ver con los de antes. Las personas mayores de 65 años están muy activas, aunque algunos, llegada la jubilación, repitan miméticamente la conducta de sus antepasados.

Para quien no este convencido solo queda ver los casos de Santiago Carrillo o Manuel Fraga, a quienes muchos los toman en solfa pero demuestran (más allá de que coincidamos con su pensamiento) la lucidez de pensamiento y la visión del momento en que viven… Y que decir entonces del recientemente fallecido Francisco Arias. Por caso, también si el trabajo depende sólo de la edad, el Papa tendría que dejar su puesto. Por tanto, a las personas mayores como al resto de los mortales hay que evaluarlas una a una y decidir su capacidad para el puesto que han de desempeñar sin el prejuicio del carné. Por supuesto que existen ámbitos donde existe una edad cronológica para desempeñar la función pero hasta en ello los “viejos” son tan sabios que se autoexcluyen.

Buen fin de semana

THENIGER