Leopold Anthony Stokowski

Leopold Anthony Stokowski

Historia de Leopold Anthony Stokowski

Leopold Anthony Stokowski nació el 18 de abril de 1882 en Londres (El propio Stokowski volvió loco a todo el mundo cambiando una y otra vez la fecha de su año de nacimiento e incluso el lugar. Una vez llegó a declarar que había nacido en Cracovia para justificar su «exótico» acento que no era sino irlandés heredado por parte de su madre).

 A principios del siglo XX, la música clásica romántica en Europa seguía siendo un arte para minorías y muy especialmente para burgueses cultos con formación universitaria e intereses artísticos. El llamado modernismo quedaba reservado para una capa de intelectuales aún más reducida. Sólo los mass media trajeron, de una forma tan vacilante como rudimentaria, un cambio en este sentido. Sin embargo, en América, los intentos de democratización y popularización de la música clásica venían de muy atrás. Ello fue consecuencia de la comercialización de la vida pública que afectó de lleno hasta lo cultural y lo político. En aquellos tiempos, una de las grandes diferencias entre el prototipo de director típicamente norteamericano — más bien emigrado a dicho entorno — y el tradicional europeo era que mientras el primero tenía un cierto ánimo en donde se entremezclaba lo pionero con lo emprendedor para reflejar su talento entre todas las capas sociales, por contra el europeo encarnaba la custodia de la tradición y el grial de la música.

El show-business formaba parte del oficio del director naturalizado norteamericano como algo propiamente natural y en absoluto desdeñable. Leopold Stokowski encarnó, como muy pocos, al prototipo del director de orquesta asimilado norteamericano.

Hijo de un ebanista inglés de orígenes polacos, el joven Leopold demuestra una innata facilidad para la asimilación musical y aprende a tocar, sin apenas esfuerzo, el piano, el órgano y el violín a los trece años, edad en la que, dados sus progresos, ingresa como alumno en el Royal College of Music de Londres (Fue el alumno más joven en ser admitido en dicha institución) y posteriormente en el Queen´s Collage de Oxford, en donde recibe el título de Bachelor of Music en 1903 tras haber alternado su labor de estudiante con la de organista en la Iglesia de St. James en Piccadilly. Prácticamente sin ningún tipo de experiencia como director de orquesta.

En 1905 se embarca rumbo a Nueva York aunque regresa durante los veranos a Europa para ampliar su formación musical en París, Munich y Berlín. Es precisamente en París donde debuta profesionalmente como director en 1908 al sustituir de emergencia a un director que había enfermado repentinamente horas antes del concierto.

De vuelta a los EEUU, un crítico musical que le había visto en París le recomienda para el puesto de director musical de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati y, de manera harto insólita debido a su escasa experiencia sobre el podio, la institución le otorga dicho puesto en 1909. Stokowski era en aquellos momentos un completo desconocido que no tardó en hacerse del todo popular. Durante los tres años en que duró su labor en Cincinnati no dejó de programar música contemporánea. Tras una serie de disputas con los responsables administrativos de la agrupación, Stokowski presenta la renuncia a principios de 1912. Mientras que se deliberaba entre aceptar o no dicha renuncia, Stokowski no pierde el tiempo y unos meses después firma un contrato con la Orquesta de Filadelfia, debutando como titular al frente de la misma el 11 de octubre de ese mismo año. Allí permaneció como titular fijo 24 años, aunque posteriormente siguió colaborando en calidad de invitado durante cinco años más.

Leopold Anthony Stokowski se destapó como un verdadero showman en Filadelfia, circunstancia que no impidió que la orquesta alcanzara un extraordinario nivel de virtuosismo en sus manos. Prototipo de director colorista, magnético, profundamente arbitrario, inspirado y genial, Stokowski otorgó una inusitada animación a la vida musical de la ciudad norteamericana a la que introdujo mucha música de la que se creaba en Europa en aquellos tiempos.

Resulta digno de admirar el paralelismo entre aquel hombre dispuesto a realizar cualquier gesto de impacto cara a la galería y su íntima obsesión por dotar a la orquesta de un sonido propio, el Philadelphia Sound, caracterizado por su exuberante potencia y su brillante colorido. Pero frente al Stokowski «serio» se erguía también la figura del Stokowski «teatral». No pocas veces arrojó la partitura al suelo para demostrar que él era capaz de prescindir de la misma.

También paulatinamente fue prescindiendo de la batuta al tiempo que experimentaba con la luminotecnia del auditorio para que sólo quedaran iluminadas su cabeza y sus manos en medio de la total oscuridad.

Sus «innovaciones» no parecían tener límites: Cambió la disposición de violines y violoncelos a los lados de la orquesta y dispuso los contrabajos al fondo. Y en lo referente a los programas, Stokowski era capaz de permutar los dos últimos movimientos de la Patética de Chaikovski para provocar el explosivo aluvión de aplausos y vítores tras la épica marcha del natural tercer movimiento de esta sinfonía. Cuentan que en cierta ocasión trató de incorporar un viejo cañón de guerra para dar un toque de realismo a su interpretación de la Obertura 1812 de Chaikovski…

Leopold Anthony Stokowski se convirtió en una figura mítica de la dirección orquestal en los EEUU y el público lo admiró hasta la mística reverencia. Fue un verdadero mago de la comunicación social en un país ávido de conocer sensaciones íntimas. Nunca ocultó nada de su vida profesional o privada a la prensa, con lo que su figura se salía de los estrictos conductos musicales e ingresaba en la prensa más glamurosa y chismosa (Llegó a ser muy comentado su romance con Greta Garbo durante la década de los años treinta). Pero, insistimos en ello, paralelamente a su increíble tacto para pulsar las teclas más sensibles del feliz público norteamericano, Leopold Anthony Stokowski se mostró como un director excelente que supo llevar a la Orquesta de Filadelfia a los más altos niveles artísticos. En 1939 colaboró con Walt Dysney para llevar a cabo la excelente producción cinematográfica Fantasía, un acertado y muy innovador collage musical para los cánones de la época. Ese mismo cede la titularidad de la orquesta a Eugene Ormandy, quien abarcó casi medio siglo al frente de la misma. Stokowski siguió ligado a Filadelfia como principal director invitado hasta 1940.

Tras un fracasado experimento con la All American Youth Orchestra — mucho tuvo que ver en ello la entrada de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial en 1942 — Leopold Anthony Stokowski firmó un contrato de tres años con la Sinfónica de la NBC tras el contencioso que esta formación mantenía con Toscanini, controversia que se solucionó antes de lo previsto y que provocó que ambos directores compartiesen co-titularidad durante dos años. En 1944 vuelve a fracasar con la populista creación de la alternativa Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Nueva York y un año después funda la Hollywood Bowl Symphony Orchestra cuya finalidad era la de ofrecer conciertos al aire libre.

En 1949 asume la dirección de la Filarmónica de Nueva York, cargo al que renuncia un año después tras nombrar dicha institución al griego Mitropoulos como co-titular. Tras ello, Stokowski inicia una exitosa gira de conciertos por toda Europa y en la que dirige a las más prestigiosas formaciones del Viejo Continente. Regresa a los EEUU en 1955 y asume por cinco años la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Houston. Tras ello, en 1962 y con 80 años, funda la Orquesta Sinfónica de América, agrupación con la que logra estrenar la Sinfonía nº4 de Charles Ives en 1965 (Siempre estuvo comprometido con la música contemporánea).

Se mantuvo al frente de dicha formación hasta 1972, con noventa años cumplidos, cuando decide regresar definitivamente a Inglaterra. Allí dirige todavía algún concierto pese a sus limitadas aptitudes físicas. Su último concierto tuvo lugar el 22 de julio de 1975 en Francia, interpretando unas transcripciones de él mismo sobre obras de Bach junto a la Orquesta de Cámara de Rouen. Un año después se atreve a firmar un contrato discográfico con el sello CBS que le hubiese mantenido activo hasta cumplir los cien años.

Por desgracia, Leopold Anthony Stokowski fallece de un ataque al corazón el 13 de septiembre de 1977 en Nether Wallop, Hampshire. Su cuerpo reposa en el cementerio de Finchley, al norte de Londres.

Junto con directores tan poco norteamericanos de nacimiento como Koussevitzki o Toscanini, Leopold Stokowski marcó la pauta musical de los EEUU durante su generación. Pese a su fama de indiscutible showman, resulta evidente que Stokowski no se podía haber mantenido únicamente con charlatanería durante tantos años en un lugar como América, en donde el trabajo se valora de forma efectiva.

Mientras que el sector más sencillo del público se dejaba seducir por las facetas superficiales de su estrella, Stokowski se impuso a los profesores de las orquestas y a los críticos por su escrupuloso trabajo detallista y por una programación inteligente y ricamente diversificada. Sin embargo, para músicos más ambiciosos, Stokowski no dejó de ser en cierta medida una figura poco seria. Siempre le tomaron muy mal sus adaptaciones orquestales de la música antigua, calificándolas de vulgares y cursis.

Pero además, Leopold Anthony Stokowski no dudaba en meter la mano a partituras más modernas para cambiar un rubato por allí, un calderón por allá e incluso cambiar la configuración instrumental de algún pasaje (Era conocida su manía de cambiar el toque de triángulo en el final del Preludio a la siesta de un fauno de Debussy por un toque de vibráfono). En honor a la verdad, es preciso tener en cuenta que en los tiempos más jóvenes de Stokowski imperaba aún poco respeto por la partitura y que incluso Gustav Mahler no dudó en retocar ciertos pasajes instrumentales en partituras de Beethoven. La diferencia radica en que aquello siempre se hacía en servicio a la obra, mientras que en el caso de Stokowski nunca se podía saber con certeza si con ello no pretendía sacar a la luz algo de su clarividente genialidad.

Stokowski fue autor de un interesantísimo libro — Music for all of us — en el que expone con meridiana claridad su intención de conseguir el desarrollo de una cultura musical amplia y democrática. No es nada extraño que en su colaboración con la celebrada película de dibujos animados Fantasía incluyera no sólo sus infumables adaptaciones orquestales de Bach, sino el edificio sonoro de una partitura tan compleja cono La consagración de la primavera de Stravinski. Tal vez para Stokowski, los aires de estrella y el culto al ego fueron elementos adecuados en su época para transmitir el amor por la música que se encontraba profundamente arraigado en él. Con el paso de los años, Leopold Anthony Stokowski fue haciéndose más sosegado y más «modesto» que antes, pese a que la exhibición de su larga y blanca melena a los ochenta años significase en cierta medida una rebelde burla contra la vejez.

Sea como fuere, Leopold Anthony Stokowski forma parte con derecho propio de la historia de la interpretación musical del siglo XX. En la actualidad, su figura como director está siendo justamente revalorizada por la crítica merced a unas últimas grabaciones discográficas en las que destaca su maestría como finísimo sensualista sonoro.

Discografía de Leopold Anthony Stokowski

Del legado discográfico de Leopold Stokowski podemos citar las siguientes grabaciones (Los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión mencionada pero sí con la obra citada):

Nuestro humilde homenaje a este singular director.