Tu mirada encierra lejanos deseos,
fragancias de amor cosmopolita;
unos ojos de dilatada espera
que lloran la soledad de los puertos,
como negras perlas de sufrimiento,
a semejanza de sirena decadente…
Y a mí me lo pareces, también.

Intento descifrarte entre los sorbos
persiguiendo el aire de tus trayectos;
como un guiño de estrellas fugaces,
ajena al vaivén de sugerencias,
paseas por la tarima de los remedios,
entre un halo de paciencia contenida
y un velo de reproches silenciosos.

¡Llena de mar mi jarra, marinera,
que quiero soñarte entre vientos!

El perfil de tu timidez me embriaga
por la senda de inútiles lamentos,
entre el dilema de viejas heridas
y resortes que empuja el recuerdo;
me revives los cuentos de adolescencia
con tu expresión de frágil sentimiento…
Que a mí me lo parece, también.

Y al aroma de las despedidas
me enfila el reojo de tus visiones,
entre nubes cargadas de interrogantes
y olas que quiebran al descontento;
rumores de resaca que se alejan
con tu imagen borrosa de nostalgias
al baile de la brisa en tus cabellos.

¡Llena de mar mi jarra, marinera,
que quiero evocar tus misterios!