herrero de miñon 

 Yo no sé qué fue lo que pudo ocurrir, don Miguel, pero todavía no acierto a entender cómo pudo usted salir derrotado en aquella especie de primarias que se llevaron a cabo en 1987 en la entonces Alianza Popular por un Hernández Mancha que no parecía tenerlo muy claro. Pero, en fin, así fueron los acontecimientos y luego todos supimos lo que hubo de sucederle al bueno de don Antonio, su antaño contrincante. Porque, por cultura, principios, inteligencia, experiencia y oratoria pocos políticos pueden ni siquiera compararse con usted. Uno de sus grandes caballos de batalla en estos últimos años ha sido plantear una necesaria reforma del Senado, aspecto al que ahora se intentan apuntar ciertos advenedizos cuando ya usted dejó publicado un excelente libro al respecto en 1996. Otros, sin embargo, le acusan a usted de haber evolucionado peligrosamente en su personal ideología, con algunos matices que se alejan un tanto del que fue su partido político hasta 2004, al menos en su condición de militante. Aunque, conociendo sus orígenes, don Miguel, y repasando su trayectoria de moderado centrista, yo diría que quizás han sido precisamente ellos, aquellos quienes más le critican, los que se han ido escorando hacia posiciones un tanto extremas. ¿No opina usted lo mismo, don Miguel? Si la clase política actual tuviese tan sólo un pequeño porcentaje de su cultura y sabiduría, estoy seguro de que otro gallo nos cantaría. Mi admiración y mis respetos, don Miguel.