Los Orange: Cuatro partidos, cuatro victorias. Equipo a tener en cuenta

URUGUAY – COREA DEL SUR (2-1): Los uruguayos — ojo a esta selección por la que muy pocos habían (Habíamos) apostado y que tiene las semifinales a tiro — salieron al terreno de juego con un gran respeto hacia el adversario, más por desconocimiento de su cultura futbolística que por otro motivo. Corea del Sur jugaba sus bazas por medio de la rapidez de sus mediapuntas y por la extraordinaria capacidad de sacrificio de todo su conjunto en general. Ya al poco de empezar el partido metieron el susto a los celestes estrellando un golpe franco en la madera de la portería defendida por Muslera, apellido de claras resonancias futbolísticas que demuestra con qué pasión se vive este deporte en el País de los Treinta y Tres. Uruguay reaccionó como se debe hacer y así, en el minuto ocho, Luis Suárez aprovecha la aportación del portero coreano Sung-Ryong al Festival de Cantadas de Porteros de este Mundial y bate al mismo provocando el delirio celeste. A partir de ahí el partido fue un constante intercambio de golpes entre una Corea del Sur que lo intentaba hasta en la cuarta dimensión y un Uruguay que contemporizaba más de lo debido. El choque parecía decantarse por los dragones asiáticos y el empate era cuestión de tiempo. A poco de comenzar la segunda parte Muslera aportó también su granito de arena al Festival de Cantadas, saliendo a destiempo a por un balón que cabeceó a la red Lee Chung Yong. Las cosas se ponían feas para Uruguay, máxime cuando los surcoreanos exhibían un mejor tono físico que sus contricantes. Pero Uruguay, entre otras cosas, tiene a uno de los mejores jugadores de este Mundial, Luis Suárez, quien a falta de diez minutos para el final se sacó de la manga — mejor dicho, de la bota — un golazo de esos que las televisiones suelen repetir con más frecuencia que uno convencional dada su belleza plástica. ¡Ahí es nada Uruguay! Dos goles Diego Forlán y tres Luis Suárez. Delantera temible donde las haya en este Mundial. El partido parecía haberse acabado en ese momento, pero Corea del Sur la tuvo a un minuto del final cuando Chu-Young, de forma inexplicable, mandó a las manos de Muslera un balón que tenía marchamo de gol. Victoria justa de una Selección Uruguaya que se tendrá que medir a una siempre complicada Ghana por un puesto en semifinales. Apuesto por nuestros hermanos uruguayos por una clasificación que ya de por sí sería todo un éxito… Y de ahí a soñar, que no es descartable ni mucho menos. Van de menos a más y están sensacionalmente tutelados por la figura del maestro Tabárez, uno de los mejores entrenadores de este Mundial. Por su parte, digno papel el realizado por los surcoreanos, un conjunto disciplinado, duro y correoso, que ha lavado con creces su imagen tras los atracos que cometió — vía arbitral — durante el Mundial-2002. Así sí.

EEUU – GHANA (1-2): Tantas expectativas me había provocado este encuentro que decidí acudir a verlo al bar de mi querido amigo Antonio, El Rescoldo, ya que necesitaba la opinión de alguien que sabe mucho más de fútbol que yo. Y es que el partido prometía: Una Selección Norteamericana que había jugado admirablemente bien durante la fase de grupos contra Ghana, el único combinado africano que está dando la talla en este Mundial. No defraudó lo más mínimo el partido. Los ghaneses dieron un curso de táctica deportiva — ¡Mira que es difícil ver eso en una selección de África! — que se vio doblemente recompensado en el minuto cinco: Prince Boateng — el hermano díscolo — realiza una genial jugada por la media banda, plena de fuerza y velocidad, y el portero norteamericano Howard que decide premiar dicho esfuerzo (Y de paso brindar su aportación al Festival de Cante de Porteros de este Mundial) dejando sin tapar el palo corto. Golazo y premio para una Ghana que venía con ganas de ganar. Por su parte, la reacción yankee no se dejó esperar y los EEUU lo intentaron como mejor saben, tratando de combinar y combinar hasta llegar a posiciones de tiro franco. El partido fue un cántico a los extraordinarios desarrollos tácticos empleados por ambas selecciones y un soplo de aire renovado en un Mundial en donde se ha abusado, sobre todo en la primera fase, del autobús plantado frente a la propia portería. Por si esto no fuera poco, ocurrió lo mejor que le podía suceder al encuentro al cuarto de hora de iniciarse la segunda parte. Penalty — para mí dudoso — a favor de EEUU que Donovan convierte de manera muy ajustada luego de realizar numerosos e incomprensibles rituales a la hora de colocar la bola en el punto de penalty (Pronostiqué que lo fallaba). El partido se convirtió entonces en un delicioso corre-calles en el que cada equipo disponía de sus ocasiones, aunque parecía que EEUU llevaba mayor peligro en sus ataques. El portero ghanés, Kingson, dio todo un curso práctico acerca de cómo se debe despejar el balón con los puños y el partido llegó a la conclusión del tiempo establecido. A muchos nos dio la sensación de que era precisamente eso lo que estaba buscando Ghana, consciente de su superioridad física y del desgaste norteamericano. Así sucedió y Ghana se mostró como una selección más solvente y decidida cuando a los tres minutos de la prórroga Gyan — el mejor del partido — perfora la meta estadounidense tras una sensacional jugada. EEUU no se arrugó y lo intentó por vía aérea, ya que la infantería presentaba notables síntomas de fatiga muscular. Pero ahí se encontró con un fabuloso Kingson, quien seguía con su particular máster — dedicado a Casillas — de despejes de balón por alto. El partido concluyó sin el empate norteamericano y Ghana que accede a los cuartos de manera tan justa como honrada. Muy buen sabor han dejado los EEUU en esta competición además de haber sido víctimas de dos atracos a mano armada en anteriores partidos por un lamentable colectivo arbitral que no está dando la talla que se presupone para este tipo de citas. Gran trabajo el realizado por el entrenador Bradley en un país que poco a poco le va tomando gustillo a esto del soccer (Me emocionaron unas imágenes previas al partido en las que se veía como un grupo de aficionados norteamericanos celebraba en un bar neoyorquino la agónica victoria estadounidense ante Argelia). Por su parte, Ghana defenderá el orgullo africano frente a Uruguay en una eliminatoria que a priori parece muy abierta. Resultaría histórico contemplar como un equipo africano accede a las semifinales de un Mundial por primera vez en su historia.

ALEMANIA – INGLATERRA (4-1): Mucho se había comentado durante los días previos al partido sobre las ganas de revancha de Inglaterra por su ya lejana eliminación en semifinales del Mundial-1990 a cargo de una Alemania que a la postre sería campeona. Fue aquel partido que nos dejó una emotiva escena protagonizada por Gascoigne al besar el escudo de la camiseta inglesa tras ser amonestado (Con ello, se perdía el partido de la final caso de que Inglaterra hubiese accedido a la misma). Pues bien, hubo revancha pero aún más lejana en el tiempo: Con 2-1 en el marcador a favor de los alemanes, Lampard envió un balón que tras golpear en el travesaño traspasó claramente la línea de gol para luego salir hacia afuera. El colegiado uruguayo Larrionda ignoró la validez del tanto y mandó que el juego siguiera como si tal cosa. Se consumó pues la venganza del Mundial-1966, cuando un balón del inglés Hurst fue dado por bueno en similares circunstancias aunque con una pequeña y sustancial diferencia: Aquel balón no traspasó del todo la línea de meta y significó el tercer tanto inglés que apeaba a Alemania de conquistar la Copa del Mundo. Los comentaristas de la BBC — emisora por donde seguí el partido que ahora nos ocupa — no daban crédito ante lo sucedido con el «gol» de Lampard y comenzaron hablar sobre la necesidad de usar una mayor tecnología para evitar que estos errores puedan condicionar un partido tan trascendental. De todas formas, y dejando de lado esta jugada que a buen seguro pasará a la historia de los mundiales, el técnico alemán, Low, le dio un repaso a Capello de los que hacen época y también historia. Pronto se adelantó Alemania merced a un gol de Klose — ya advertimos que mojaría — propio de futbolín: Saque largo del portero, un bote, dos botes, los centrales ingleses que se la comen con patatas y el listo de Klose que marca anticipándose a calamity James, más calamity que nunca. Apenas doce minutos después, Podolski vuelve a anotar para los alemanes tras la inestimable colaboración de James, a quien el balón le pasa por debajo de las piernas. La batalla parecía sentenciada. Inglaterra mostraba un juego espeso y apelotonado por el carril central mientras que Alemania exhibía una velocidad de crucero mayor con grandes despliegues en las bandas. Pero la garra inglesa obtuvo su premio mediante un cabezazo de Upson al que no llegó Neuer tras medir mal la altura. Espoleada por el gol, Inglaterra consiguió empatar el encuentro tres minutos después merced al comentado tiro de Lampard que botó metro y medio dentro de la portería. El problema fue que el árbitro fue el único que no lo vio y por tanto no concedió un gol que bien podría haber cambiado el desarrollo del partido (Si te igualan dos goles de ventaja en tres minutos… ). Tras el descanso, y con la sensación de haber sufrido un atraco a mano armada con alevosía y premeditación, Inglaterra cayó en la trampa tendida por los alemanes. Los ingleses se vinieron arriba con toda la artillería dejando desguarnecida la zaga. Los alemanes robaron dos balones en su propia área y pusieron en práctica el moderno concepto de la Blitzkrieg. Salieron como motos desde su propio campo y Müller, también en tres minutos, consiguió dos tantos: Uno de ellos superando el palo corto de un calamity James de quien todavía no acertamos a saber el motivo de su extraña estirada hacia atrás, y el otro a bocajarro tras una sensacional jugada de Özil que dejó en evidencia a la retaguardia inglesa. Curioso dato: Capello, un entrenador defensivo que suele apuntalar muy bien la trinchera de sus equipos, recibió una de las mayores goleadas del Mundial. Terry, ese central cuya esposa es tan guapa como deseada y deseante, demostró no tener ya sitio en esta selección. Inglaterra, un equipo al que desde aquí dimos como claro candidato al título, ha realizado uno de los más patéticos y lamentables mundiales que se recuerdan y por su parte, Capello, ha demostrado no ser entrenador para este tipo de competiciones. Los ingleses se van nuevamente a casa sin cumplir ni con la mitad de las expectativas, aunque siempre tendrán el triste consuelo de haber sido víctimas de uno de los mayores robos cometidos en la historia de esta competición. Por otra parte, Alemania presenta definitivamente su candidatura al título con un fútbol mucho más elaborado que en absoluto pierde sus tradicionales señas de identidad (Rapidez y autoestima colectiva). El duelo en cuartos contra Argentina puede ser un partido inolvidable siempre, claro está, que el árbitro no decida estropearlo con alguna decisión polémica. Imposible adelantar un pronóstico ya que cualquiera de las dos selecciones puede ganar.

ARGENTINA – MÉXICO (3-1): El árbitro italiano, Rosetti, no quiso tener menos protagonismo que el que horas antes había protagonizado su colega uruguayo Larrionda, y consecuentemente culminó la jornada mundialista con otra decisión tipificada como atraco a mano armada con nocturnidad según el código no escrito de ética arbitral. El partido discurría muy igualado, con intercambio de ocasiones entre una Argentina consciente de su superioridad técnica frente a un México muy bien plantado en el terreno de juego, cuando en el ecuador de la primera parte el árbitro dio por bueno un gol de Tévez a todas luces ilegal por off-side. El escándalo fue monumental, ya que el trencilla fue a consultar con su auxiliar de banda mientras que por los videomarcadores del estadio se ofrecía la repetición de la jugada. Pero ni con esas. Rosetti se fue al centro del campo y dio como válido el tanto ante las protestas de los mexicanos. Contagiados por este regalo arbitral, los mexicanos acabaron de ofrecer un nuevo presente a Argentina pocos minutos después. Osorio trata de pisar el balón y lo que en realidad hace es cedérselo en bandeja a Higuaín, quien — éste sí — pisa a su vez el balón con maestría salvando la salida del conejo Pérez para anotar el segundo gol albiceleste. A partir de ahí, el partido fue una misión imposible para los aztecas. Argentina jugaba con solvencia pero con escasa sensación de equipo, más bien recurriendo a la calidad individual de sus delanteros para crear peligro. Fin de la primera parte y conato de tangana colectiva al retirarse los jugadores al vestuario (No se había olvidado el despropósito arbitral en el tanto de Tévez). En la segunda mitad, México estiró sus líneas en la búsqueda de algo que se antojaba ciertamente difícil. Y mucho más desde que Tévez, harto de los comentarios que hacían los jugadores mexicanos sobre el primer gol al pasar por su lado, largó un misil de esos en los que los porteros reaccionan justo después de que el balón haya besado las mallas. Golazo de antología, de los mejores del Mundial, y México que veía esfumarse — una vez más — su ansiado acceso a cuartos. Pese a todo, los mexicanos lo intentaron y a falta de veinte minutos para el final, el chícharo Hernández recorta distancias merced a otro soberbio gol que dejó en evidencia a la cuestionada zaga argentina. México tuvo alguna que otra oportunidad de ponerse a un solo gol de la proeza aunque el partido ya no dio para más. Noticia: Messi sigue sin marcar, lo que significa que lo va a hacer cuando más falta le haga a su equipo. Argentina jugó al tran-tran, sin realizar lo que se dice un extraordinario encuentro, y dejando claro que su indiscutible candidatura hacia el título pasa más por el inspirado y puntual momento de alguno de sus temibles delanteros que por desarrollar un juego envolvente. Alemania será la verdadera piedra de toque del combinado albiceleste en este Mundial. En caso de vencer con rotundidad a los teutones, Argentina será como mínimo finalista de este Mundial (Y, en mi opinión, campeona, viendo lo poco que está dando de sí Brasil). Al igual que Inglaterra, México cierra su participación en este Mundial con las sensación de haber sido estafado en el momento más importante del mismo. Aunque al menos, y exceptuando el primer partido, ha ofrecido una más que aceptable impresión y nos ha descubierto a un jugador ciertamente relevante sobre el que pasa el futuro de esta selección, el chícharo Hernández. Creo que debiera ser el fin de la era de jugadores como Torrado, Guille Franco, Márquez y, como no, ¡Cuauthémoc Blanco!

HOLANDA – ESLOVAQUIA (2-1): Era posiblemente el encuentro a priori más desequilibrado de octavos y la realidad fue bien distinta: Holanda, pese a dominar en ciertas fases el partido e imponer un juego poco vistoso pero efectivo, se vio en algunos momentos superada por una Eslovaquia — la selección de los pelados — que saltó al campo consciente de que tenía mucho por ganar y muy poco por perder. Holanda practica un fútbol solidario basado en la presión constante que, entre otras cosas, mantiene alguna vieja reminiscencia del pasado. De una parte, algunos de sus futbolistas ofensivos se desdoblan en tareas de contención cuando la situación lo requiere; por otra, siempre hace gala de contar con un jugador desequilibrante que en este Mundial tiene nombre y apellido propio: Arjen Robben. Este pedazo de jugador — descartado por el Real Madrid tras dos temporadas en las que alternó los desbordes con las estancias en la enfermería — cazó un lejano y certero pase de un rehabilitado Sneijder — otro que el Real Madrid descartó por enjuagar sus añoranzas sentimentales en las más célebres discotecas nocturnas madrileñas — para poner en práctica su jugada favorita: Penetración por la diagonal interior, un desborde, otro desborde y tiro cruzado al palo corto del portero. De esta forma, Holanda se adelantaba en el marcador al cuarto de hora en un partido que parecía encarrilarse con suma facilidad. Sin embargo, los eslovacos, lejos de amilanarse, buscaron con ahínco la portería rival y dejaron aviso por medio de unos jugadores que me parecían ser el mismo de siempre por el hecho de estar todos más rasurados que una bola de billar. Tras el descanso, ambas selecciones jugaron a mirarse de reojo durante los primeros veinte minutos luego de que Robben fallase un gol casi calcado al que consiguió en la primera parte. Fue entonces cuando Eslovaquia recordó que había eliminado a Italia por algo tan simple como por buscar el gol y apunto estuvo de empatar el encuentro de no ser por la fenomenal actuación del meta holandés Sketelenburg — uno de los mejores cancerberos del Mundial — quien sacó dos tiros a bocajarro que recordaron a García Remón en aquel ya lejano y célebre partido del Real Madrid en Odessa. Al seleccionador holandés, Van Marwijk, le dio un ataque de entrenador y retiró a Robben, Sneijder y Van Persie del partido luego de que Sneijder aprovechara una jugada de listo de Kuyt para sentenciar la eliminatoria. Vittek anotó el tanto del honor eslovaco — y el cuarto en su cuenta particular en este Mundial — al transformar un penalty fuera del tiempo reglamentario. Eslovaquia pecó de falta de ambición y se marcha tras haber realizado un buen papel en un Mundial en donde han ido de menos a más. Pasarán a la historia por haber dejado eliminada a Italia en la fase de grupos. Holanda se las tendrá que ver con un Brasil que ahora sí que empieza a asustar de verdad. El partido promete siempre y cuando Holanda decida imprimir una velocidad mayor a su juego, algo indispensable para afrontar dicho encuentro con las mínimas garantías. El duelo entre Robben y los centrales brasileiros se antoja explosivo y puede ser la gran baza holandesa.

BRASIL – CHILE (3-0): El partido prometía mucho por dos motivos: Brasil no había jugado un pimiento hasta ese momento y Chile se había mostrado como un equipo duro, rápido, correoso y difícil de superar. Marcelo Bielsa, de haber sido director de orquesta en vez de entrenador de fútbol, hubiera pertenecido a la escuela de directores objetivistas iniciada por Toscanini y seguida en buena medida por Leibowitz, Szell y Boulez. Bielsa entiende el fútbol como algo racional y no se deja guiar por subjetivismo alguno. Sin embargo, Brasil representa a Wilhelm Furtwängler en esto del fútbol, si seguimos con el símil musical, y eso que Dunga parece un director ecléctico que busca el orden por encima de cualquier alegría táctica que haga las delicias del público. Un voluntarioso Chile aguantó media hora al poder desplegado por la canarinha en este partido. Brasil había jugado la primera fase sin decir nada del otro mundo hasta que Juan, a la manera de un toro volador, cabeceó un balón impulsado desde el córner hasta el fondo de las mallas chilenas. Empezó entonces el recital brasileiro: Tres minutos después, Luis Fabiano — ese jugador con cara de niño consentido — culmina una jugada de tiralíneas iniciada por Robinho (Otro que se largó del Real Madrid, mitad por las quejas de algunos de sus compañeros acerca del olor a Johnny Walker que desprendía su aliento a primeras horas de la mañana, mitad porque se sintió como mercancía de cambio pese a que desde la directiva le aseguraron — ¡Ja, ja, ja! — que no) y adornada por una magistral apertura de Kaká (Uno del que dicen que es jugador del Real Madrid pese a que nadie aún le ha visto). Al que sí le vio fue a uno del Barça — de momento — que se llama Dani Alves y que seguro que se toma dos botes de espinacas antes de jugar cada partido siguiendo los consejos de Popeye. ¡Qué derroche físico lo de este hombre! Brasil se fue al descanso con los deberes hechos y salió en la segunda parte cediendo un poco el balón a Chile, equipo que estrelló cualquier iniciativa de recortar diferencias ante una pétrea defensa brasileira que parecía reclutada de entre los más veteranos y duros ex-combatientes de la guerra del Vietnam. Pero es que, aparte de eso, los dos laterales, Maicon y Bastos, se pegaban unas subidas carrileras que ponían a prueba el selector de velocidad de las cámaras fotográficas de los reporteros allí presentes. Durante uno de los dignísimos intentos chilenos de encontrar el plano del tesoro del gol, apareció un tal Ramires que, luego de apoderarse del esférico de los andinos, inició una cabalgada propia de uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis y en el último instante cedió el cuero a un inspirado Robinho, quien fusiló con maestría al meta chileno Bravo para posteriormente arrodillarse en tierra y dar gracias a las divinidades celestiales por haberle sacado del Manchester City para recalar en el Santos (Que para eso se denomina así el equipo paulista). Tras aquella jugada en la que la parcela chilena quedó tan arrasada como si el mismísimo Atila hubiera pisado la misma, Chile decidió morir con las botas puestas y buscó el gol de la consolación hasta el final del encuentro. No hubo suerte ya que ese partido pertenecía en exclusiva a Brasil. Buen papel el realizado por la Selección Chilena dirigida por el estudioso Bielsa — aún se le veía tomar notas tras la conclusión del partido — en este Mundial y mala, muy mala suerte la de encontrarse con Brasil en el día menos indicado y en el momento más inoportuno. Instantes después de finalizar el encuentro, un extraño aroma se empezó a respirar en el estadio Ellis Park de Johannesburgo. Era un olor inconfundible a selección campeona del mundo…

PARAGUAY – JAPÓN (0-0): Decidir una eliminatoria de los mundiales por medio de lanzamientos de penalties me parece toda una perversidad. Pero esto es lo que hay y, finalizado el tiempo reglamentario de partido más los añadidos de las prórrogas, los hermanos paraguayos resultaron más certeros de cara a la portería rival y consiguen pasar a cuartos en lo que ya es un éxito deportivo para esta Selección Paraguaya entrenada por el argentino Gerardo Martino (Del que ya pocos se acuerdan que fue jugador del Tenerife). Ambos equipos salieron al terreno de juego con un desmesurado planteamiento defensivo aunque fue Paraguay quien dispuso de un mayor dominio del balón. A cada ocasión de los suramericanos respondía Japón de manera casi intermitente. Pero el balón no quería entrar en ninguna de las dos porterías. El encuentro discurrió entonces por una fase plomiza y espesa en la que ninguna de las dos selecciones parecía ser superior a su contrincante. Antes de finalizar la primera parte, Paraguay dispuso de un par de ocasiones claras que se vieron desbaratadas por el buen hacer del meta Kawashima y por una defensa que no estaba dispuesta a realizar una demostración gratuita de hara-kiri. Reanudado el encuentro, el veloz Honda intentó zafarse de los defensores paraguayos merced a su velocidad pero se encontró repetidamente con que estaba más solo que los de Tudela en su arriesgada misión. Poco antes de finalizar el partido, el portero paraguayo, Justo Villar, comenzó a rezar el Ave María guaraní ante un libre directo ejecutado por los nipones, sabedor de la efectividad de los orientales en  esta clase de jugadas. Fin del partido y tiempo añadido que, dado lo poco que se vio, podía haber sido directamente suprimido. Entonces llegó la lotería de los penalties y muchos nos temimos que el Jabulani iba a hacer de las suyas. No fue así: Todos los lanzadores cumplieron con su deber excepto Komano, quien golpeó el balón con tal potencia que fue repelido por el larguero. Cardozo no falló su último disparo y Paraguay que se mete en cuartos de final. Sin lugar a dudas, la tanda de penalties nos ofreció las imágenes más bellas de un partido que fue un tostonazo. Durante el disparo decisivo de Cardozo, los jugadores japoneses se arrodillaron abrazados en el centro del campo y compusieron una de las más emotivas instantáneas de este Mundial. No pudo ser y Japón cayó eliminado. Fue entonces cuando al entrenador paraguayo le dio tal ataque de llanto por la emoción que a poco no tiene que ser atendido por los servicios médicos del estadio. Por su parte, su colega japonés Okada fue abrazándose uno por uno con todos sus pupilos y especialmente con el culpable de la tragedia, Komano. Pero lo más bonito fue observar la tremenda deportividad mostrada por ambas selecciones tras finalizar dicho tormento. Los paraguayos, en un gesto que les honra, fueron a consolar a sus rivales japoneses por todo el campo. Japón ha superado con creces las pocas expectativas que su selección ofrecía en los días previos al inicio de este Mundial y su concurso no puede ser calificado sino de magnífico, exhibiendo un juego alegre, vertical y sin complejos. Además, nos ha brindado a uno de los mejores jugadores de la fase previa, Honda. Por otra parte, Paraguay se jugará las semifinales contra España en un duelo cuyo resultado puede ser histórico para ambas selecciones.

ESPAÑA – PORTUGAL (1-0): Minuto 63 del partido. Combinación entre Iniesta y Xavi. El balón lo recibe en posición dudosa Villa, quien luego de marrar su primer disparo con la zurda la coloca en el fondo de la red con la diestra. Las imágenes televisivas, al menos en España, no ofrecieron apenas resúmenes de esta jugada clave (Otra cosa es que como estábamos celebrando el gol no tuviéramos oportunidad de verlas) pero visto lo visto no parece que exista posición adelantada ni de Xavi ni de Villa. Si realmente así hubiera sido — que todavía no lo tengo muy claro — esa jugada habría resultado un tremendo error arbitral, de igual calibre que el producido en el minuto cinco de juego cuando no se señaló un claro penalty a favor de España por derribo a Torres. Sea como fuere, si algún equipo mereció ganar este partido no fue otro que la Selección Española. El partido presentaba un inconfundible aroma de los buenos embutidos ibéricos. España salió presta a llevarse el partido y en apenas diez minutos — penalty no señalado a Torres aparte — lanzó tres balones con firma de gol hacia la portería de un extraordinario Eduardo, el cancerbero portugués. Poco a poco Portugal se fue sacudiendo el dominio hispano y España entró en una fase anodina que era justo la que los lusos perseguían. Dos jugadas de Portugal pusieron a los españoles al borde de un ataque de nervios. En una de ellas, Casillas sacó con los puños un balón que se iba dentro tras una falta no señalada por el árbitro argentino; en otra, el propio Casillas sintió en sus propias manos el efecto Jabulani tras una falta ejecutada por CR9 y a un paso estuvo de ingresar en el selecto club del Festival de Cante de Porteros de este Mundial. Tras el descanso, Del Bosque reaccionó y sacó del campo a un desdibujado Torres para dar entrada a otro Fernando, éste apellidado Llorente, que hizo más que suficiente para ganarse la titularidad en próximos encuentros. Ya la primera que tocó de cabeza al minuto de ingresar en el campo a poco la enchufa. Ahí cambió radicalmente el partido y España buscó la victoria frente al intento especulativo de una Portugal que se defendía en plan Mourinho versus Barça. Así llegó el polémico — y muy poco protestado en el campo — gol del guaje Villa que abrió el campo como una lata. España no quiso arriesgar y se dedicó a exhibir el conocido como tiqui-taca, esto es, marear la pelota y al contrario mediante una indefinida sucesión de pases y más pases en zona de nadie. Apareció la figura imperial de un gran Xavi — aunque sea más corto de estatura que quien esto escribe — y el partido se murió de puro aburrimiento, sobre todo por parte portuguesa. España estuvo a punto de enchufar tres balones más — Ramos, Villa y Llorente — pero el condenado Jabulani, en colaboración con un magnífico Eduardo, no quiso entrar (Como un día de estos al baloncito le de por entrar que tiemblen los rivales). Portugal sólo se estiró un tanto tras encajar el ídem pero mostró preocupantes signos de inoperancia ofensiva. Cristiano Ronaldo fue un jugador completamente desaprovechado por el rácano planteamiento de un recordado Queiroz (Aquel que precisamente ocupó el cargo de Del Bosque en el Real Madrid luego de que éste no fuera renovado como premio a su título liguero). España jugó un buen partido por momentos y mereció de todas ganar el mismo. Lo peor ha pasado y estamos en cuartos de final, que no es poco. Nos jugaremos las semifinales frente a nuestros hermanos paraguayos en un duelo que promete del todo. Un dato positivo: Los rostros de los jugadores españoles tras la conclusión del partido delataban que se habían quitado de encima buena parte de la presión de jornadas anteriores. Parece un alentador síntoma y en caso de ganar a Paraguay el próximo sábado la Selección Española igualaría su mejor clasificación histórica en unos mundiales. La oportunidad es de oro y no debemos desaprovecharla, con todos los respetos hacia nuestros hermanos paraguayos. Por su parte, Portugal ha sido víctima de su propia estrechez de miras. Siempre practicó un fútbol alegre y ofensivo pero con Queiroz se han mostrado como un equipo ultradefensivo y conformista que no se corresponde con la categoría de sus jugadores. Lo lamento por ellos. Extraordinario el hermanamiento entre las dos aficiones presentes en el estadio. Bueno, pues estamos en cuartos.