En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar la célebre y espectacular Danza de las brujas del compositor italiano Niccoló Paganini en la interpretación del violinista alemán Wolfgang Marschner acompañado al piano por Karin Elsner. Esta grabación se encuentra disponible en el sello CHRISTOPHORUS (Ref SCGLV 75952). Tras cuatro años viajando, Paganini llegó hasta Milán y allí tuvo la oportunidad de escuchar la melodía de Las brujas de Süssmayer, una obra muy popular en aquel entonces y de la que Paganini decidió sacar provecho escribiendo una serie de variaciones. Concebida para violín solista y orquesta — en el enlace ofrecemos una versión adaptada con piano de acompañamiento — la obra comienza con una introducción majestuosa tras la que entra el violín, como una burla al público, con una melodía simple y elegante que no es la esperada. Después comienza una serie de variaciones sobre el tema, cada vez más complicadas técnicamente, que logran fascinar al oyente por la enorme dificultad solista. Los públicos de la época, al escuchar esta obra, se quedaron tan atónitos que enseguida se empezaron a extender los rumores de que el compositor estaba confabulado con el diablo…

 Si durante el siglo XVIII los cantantes de ópera, especialmente los castrati, lograron una hipervaloración del intérprete virtuoso, dicho fenómeno se perpetúa en el Romanticismo mediante el surgimiento de los virtuosos del piano y del violín. Conocidas y muy célebres llegaron a ser las competiciones pianísticas entre verdaderos virtuosos del instrumento como Sigmund Thalberg, Carl Czerny o el mismísimo Franz Liszt. En ellas, estos monstruos del piano daban lo mejor de sí mismos en unos eventos que ponían a prueba sus dotes técnicas y de improvisación. Pero si hubo un personaje que trascendió lo meramente musical debido al inconcebible dominio de su instrumento, en este caso el violín, ese no fue otro que Niccoló Paganini. Su destreza en el manejo del violín fue tal que muchos llegaron a ver la mano del diablo en sus interpretaciones.

 Niccoló Paganini nació en Génova el 27 de octubre de 1782 y ya desde muy niño muestra un extraordinario talento para el manejo del violín, siendo capaz de realizar todo tipo de escalas sin una mínima formación musical previa. Su padre, artesano de profesión, le somete entonces a una férrea disciplina de aprendizaje en la que no dudaba en privar de agua y comida al pequeño si este vacilaba en sus lecciones. Bajo las órdenes de los profesores Servetto y Costa, el joven Paganini debuta en público con ocho años de edad en un recital en el que interpreta una sonata compuesta por él mismo. Años más tarde amplía su formación musical en Parma bajo la tutela de los profesores Rolla, Ghiretti y Paër. Tras este período, Paganini emprende una primera gira como solista de violín por toda Italia para luego instalarse en Génova. Durante cuatro años permanece en absoluto silencio artístico hasta que reaparece en 1805 en la corte de Lucca como director de orquesta y concertista. Es entonces cuando empieza a cosechar cierta fama como virtuoso del violín, popularidad que aprovecha para ofrecer nuevas giras por Italia e instalarse posteriormente en Florencia bajo la protección de la princesa Elisa. Sin embargo, su salud se resiente y vuelve a retirarse de los escenarios por un período de cinco años. Tras ello, Paganini reaparece en Milán y deja alucinado al público de La Scala con su despliegue de virtuosismo. Recorre Europa y se enfrenta a los más destacados violinistas de su tiempo, en especial a Lafont, sobre quien triunfa nuevamente en La Scala en 1816 en un duelo que paralizó la ciudad milanesa. El éxito y la fama de Paganini se van extendiendo por todas las capitales de Europa y el músico logra amasar una verdadera fortuna merced a sus exhibiciones. En 1828 ofrece nada menos que catorce recitales en Viena y un año después realiza una serie de giras que le llevan por toda Alemania, Gran Bretaña y Francia. De vuelta a Parma alberga la idea de fundar una escuela de violín, aunque su quebradiza salud le va deteriorando a pasos agigantados. En 1834 renuncia a participar en más giras aunque no deja de viajar esporádicamente para tocar en alguna exhibición puntual. Convertido en el intérprete musical más popular de toda Europa, Paganini realiza un último viaje que le lleva por Francia. La muerte le sorprende durante el trayecto y Paganini deja de existir el 27 de mayo de 1840 en Niza.

 El arte de Paganini representó una etapa decisiva en la evolución del violín como instrumento que podía competir con el piano en la expresión de los sentimientos románticos. Su música, imaginativa y aceptablemente elaborada, influyó en una serie de compositores como Liszt, Chopin y Schumann sobre el uso del virtuosismo instrumental como un importante elemento de la expresión musical. Mucho se ha llegado a comentar sobre las causas de la impresionante habilidad que Paganini tenía sobre su instrumento — algunas de sus obras sólo podían ser interpretadas por él mismo debido a las insalvables dificultades técnicas — pero lo único cierto, dejando de lado las consideraciones demoníacas, es que dicho virtuosismo obedecía a una práctica asidua de ejercicios así como de una aguda intuición sobre las posibilidades del violín. Paganini fue un genio del marketing en su época: Quiso rodearse de una aureola de misterio provocando, por ejemplo, situaciones desesperadas en medio de sus recitales, como la rotura de una o más cuerdas o incluso del arco, que sustituía por una caña de junco… Los procedimientos más significativos de su arte se basaban en el acorde del violín (cuerdas remontadas una tercera menor), el manejo del arco (gran variedad de golpes, saltos y uso de un rápido staccato) y el empleo de armónicos simples y dobles con tanta facilidad como los sonidos naturales. Se decía que Paganini era capaz de interpretar toda una obra sobre una sola cuerda — generalmente la de Sol — recurriendo a una extensión de tres octavas mediante el uso de armónicos. Ciertamente, su gran maestría al violín, su apariencia verdaderamente demoníaca y su mítica personal crearon un nuevo referente para la figura del músico-intérprete romántico. Nuestro humilde homenaje a este magistral virtuoso del violín.

 El próximo lunes día 6 de diciembre, Día la Constitución, y el miércoles día 8, festividad de la Inmaculada, nos tomaremos un descanso. Volveremos el martes 7 y posteriormente el jueves 9 con el habitual comentario de Thenigger.