En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar uno de los más conocidos madrigales de ese magnífico compositor llamado Orlando di Lasso, el conocido como Matona, mía cara, todo un prodigio de sutileza formal y estilística. La magnífica interpretación corre a cargo del grupo británico Hilliard Ensemble y la grabación se encuentra en el sello EMI Reflexe con número de catálogo CDC 7 54435 2. El contenido de este madrigal es del todo peculiar: El texto es cantado por un soldado alemán que apenas sabe hablar en italiano y va dirigido a una amante que le escucha desde una ventana. La letra está escrita de tal manera que al cantarla se desprende un fuerte acento alemán e incluye algunas palabras francesas que el soldado parece confundir con el italiano. Lo más curioso del texto es que presenta muchos dobles sentidos, incluidos los más picarones que podamos imaginar, siendo realmente difícil la traducción. La habilidad del autor es extraordinaria para explotar el limitado lenguaje de la soldadesca, utilizando expresiones simples que ayudan a crear un monólogo francamente divertido.

 Durante el siglo XVI, y aunque las principales formas de la música europea estaban representadas por la misa y el motete, el centro de gravedad se va a ir desplazando paulatinamente hacia las formas profanas. Es un síntoma característico de la aparición del Renacimiento. El tipo principal de esta música profana estuvo representado por el madrigal, expresión que al parecer deriva de la palabra madriale (Mandra = Rebaño), lo cual viene a significar algo semejante a pastoral. Otra teoría sugiere que el origen de esta forma poética es la expresión Cantus matricalis, esto es, Cantos en lengua madre. Sea como fuere, los primeros compositores de madrigales no fueron italianos, como podría esperarse en un principio, sino los llamados Oltramontani, especialmente franceses y flamencos que en un primer período estuvieron representados por Philippe Verdelot, Jakob Arcadelt y Adrian Willaert. Los madrigales de esta época se caracterizan por utilizar generalmente una voz de tiple acompañada por tres partes instrumentales en estricto contrapunto. Una segunda época se abre con la llamada Musica Nova del propio Willaert y sus discípulos, a los que pronto se suman Cyprian de Rore, Girolamo Parabosco, Andrea Gabrieli, Francesco Della Viola y Jacques Buus. Este período es considerado como la época clásica del madrigal y los compositores suelen escribir incluso piezas para seis voces. Un rasgo característico de muchos madrigales de este período es su evolución hacia lo pictórico o plástico y cuya estética se funda en la imitación de la naturaleza, aspecto que será del todo explotado por los grandes maestros del tercer período, Carlo Gesualdo, Luca Marenzio y Claudio Monteverdi. A ese período de transición anterior pertenecieron Philippe de Monta y Orlando di Lasso.

 Orlando di Lasso ó Roland de Lattre nació en Mons, actual Bélgica, en torno a 1532 y los datos que se conocen sobre su juventud son más bien legendarios. Se sabe que trabajó en Mantua y en Milán antes de ser nombrado Maestro de Capilla en San Juan de Letrán en Roma, puesto que ocupó durante apenas un año y del que fue relevado por otro ilustre compositor, Palestrina. Tras ello, Orlando regresa a Flandes y publica sus primeras composiciones en Amberes. Trabajó posteriormente en Munich al servicio de Alberto de Baviera durante muchos años, adquiriendo allí una reputada fama como compositor. Pese a que numerosos reyes y aristócratas le hicieron suculentas ofertas, Orlando nunca dejó su cargo en Baviera, siendo nombrado Kapellmeister en 1563. Su prestigio fue tal que el emperador Maximiliano II le otorga un título nobiliario en 1570, algo realmente insólito para un músico en aquella época. Por si eso no hubiera sido suficiente, al año siguiente el papa Gregorio XIII le nombra Caballero. Orlando viajó ocasionalmente a Italia, principalmente a Ferrara, para conocer los nuevos estilos de la vanguardia musical de la época. A partir de 1590 su salud se empezó a resentir y tuvo que someterse a un curioso tratamiento médico. Finalmente, el 14 de junio de 1594, el mismo día en que el emperador decidió renunciar a sus servicios por causas económicas, Orlando falleció en Munich… Afortunadamente, no llegó a tiempo para leer la nota de despido.

 Orlando di Lasso fue probablemente el compositor renacentista de más ingente producción, estimada en unas 60 misas, 530 motetes, 175 madrigales italianos, 150 chansons francesas… Se acercó un tanto a los venecianos — Andrea Gabrieli y su sobrino, Giovanni Gabrieli — en algunas misas policorales y practicó numerosos artificios y cromatismos en determinadas obras calificadas como musica riservata, esto es, música para expertos. Sus composiciones oscilan entre la más grave severidad y el más chispeante humor. Siguiendo los dictados de Trento, no se conserva resto alguno de música exclusivamente instrumental entre su obra y parece que nunca llegó a acercarse a esta modalidad. Felizmente establecido en Baviera con su mujer y sus dos hijos, Orlando di Lasso fue, durante la década de los años sesenta del siglo XVI, el músico más famoso y conocido de toda Europa. Nuestro humilde homenaje a su extraordinaria figura.