En 1893, un grupo de músicos bávaros formaron una orquesta privada conocida como Orquesta Kaim que se hizo muy popular en Munich en base a los conciertos ofrecidos en el auditorio de aquella ciudad. Tras la Primera Guerra Mundial, el gobierno de la ciudad de Munich rescató a la formación de los muchos problemas financieros que presentaba y rebautizó a la misma como Orquesta Filarmónica de Munich. Hans Pfitzner fue el director más importante de esta agrupación a lo largo de los años veinte del siglo pasado. Con la subida al poder de los nazis en 1933, la Orquesta Filarmónica de Munich pasó a convertirse en el referente musical de aquel régimen — fue también conocida como la Orquesta del Movimiento Fascista — y recibió un nuevo emblema consistente en un águila sujetando una esvástica invertida en sus garras. Aquella orquesta, pese a convertirse en símbolo del nazismo, alcanzó unas magníficas cotas artísticas gracias a su nuevo director titular desde 1938, Oswald Kabasta. Su polémica figura está siendo sometida a un nuevo y revisado juicio histórico desde tiempos relativamente recientes.

 Oswald Kabasta nació el 29 de diciembre de 1896 en Mistelbach, Baja Austria, y estudió de 1913 a 1916 en la Academia de Música de Viena bajo la tutela de los profesores Joseph Marx, Franz Schmidt y Ferdinand Löwe. Tras unos primeros años en donde ejerció la enseñanza en Viena, Kabasta fue nombrado director del coro masculino de Baden en 1923. Tres años más tarde fue propuesto como director de música de Graz hasta que en 1930 se hizo cargo de la titularidad de la Orquesta de la Radio Austríaca. Poco después, Kabasta alternó dicho cargo con la docencia al sustituir a Franz Schalk en la clase de dirección orquestal de la Academia de Música de Viena. En 1934 se hizo cargo de la dirección de la Orquesta Sinfónica de Viena, reemplazando a Ferdinand Löwe, y con ella realizó una serie de exitosas giras por Italia e Inglaterra. Sucediendo también a Furtwängler en la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, Kabasta se destacó desde entonces como uno de los directores más requeridos del área geográfica alemana y llegó a ser considerado como uno de los mejores intérpretes de Bruckner. Ya en 1938, Kabasta fue nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Munich sucediendo en el cargo a Sigmund von Hausegger, un conocido pro-nazi que sin embargo no se llegó a afiliar al partido. Kabasta, empero, abrazó la causa nazi desde el Anschluss (anexión austríaca), ingresando como miembro activo del partido y firmando toda su correspondencia con la coletilla de Heil Hitler.

 Kabasta permaneció al frente de la Orquesta Filarmónica de Munich hasta que los conciertos fueron suspendidos en 1944 a consecuencia de los bombardeos aliados. Pese a todo lo que se ha escrito sobre la actitud de Kabasta, no deja de ser paradójico que en 1943, contraviniendo la prohibición nazi, presentase Música para cuerdas, percusión y celesta del proscrito Bartok. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Kabasta fue apartado de toda actividad musical por parte de los aliados debido a que sus simpatías por la causa nazi habían sido del todo evidentes. El mismo confesó su afiliación al partido aunque afirmó, como muchos otros colegas, que ésta no había sido sino coyuntural para poder desarrollar su actividad musical sin problemas. «En mi interior me siento realmente un anti-nazi»  — Aquello no acabó de convencer a los aliados y Kabasta fue privado incluso de su salario por su labor en la orquesta y rebajado a la condición de trabajador común. Totalmente desolado por su destitución, Kabasta decidió quitarse la vida mediante la ingesta de fármacos el 6 de febrero de 1946 en Kufstein, Austria.

 Para ciertos especialistas, Oswald Kabasta estuvo tan vinculado al régimen nazi como otras grandes figuras de la dirección que luego pudieron seguir sus carreras una vez superado el proceso de desnazificación. Sin ir más lejos, tanto Herbert von Karajan como Eugen Jochum o el doctor Böhm nunca ocultaron sus simpatías por el nazismo y en ocasiones, ya reincorporados a la actividad pública tras la guerra, se jactaron incluso de ello. El caso de Böhm fue realmente sintomático: pese a sus delirantes excusas posteriores para tratar de justificar su adhesión al nazismo, en 1938 declaró con motivo del referéndum sobre el Anschluss: –«¡Quien no apruebe esta acción de nuestro Führer con un sí al cien por cien no merece llevar el honorable nombre de alemán!»– Lo que ciertamente ocurrió fue que mientras que Böhm estuvo algo alejado de los mayores centros de poder del nazismo, con sus estancias en Dresde o Viena, a Oswald Kabasta le tocó vivir en Munich, en la cuna del régimen nazi y en el enclave de las celebraciones más grandilocuentes del partido. Ello influyó de una forma muy negativa en la posterior consideración aliada sobre su pasado nazi, tal vez mucho más publicitada que la de otros directores que terminaron por eludirla tras la guerra. Algunos críticos consideran que Kabasta fue una víctima propiciatoria con igual o menor implicación que otros artistas que, sin embargo, sí que pudieron proseguir su actividad en los años inmediatamente posteriores a la guerra. Oswald Kabasta, como fiel representante de la Escuela Austríaca, fue un director muy dado a las fluctuaciones de tempi y en consecuencia a la libre lectura de las partituras. Extraordinario intérprete de Bruckner, en ocasiones dio rienda suelta a su imaginación y mezcló a su antojo las ediciones Nowak y Haas de las sinfonías de dicho autor. Su batuta presentaba una magnífica precisión que le servía para resaltar los episodios más intensos dentro de un equilibrio general selecto y muy disciplinado.

 De entre la producción discográfica debida a Oswald Kabasta podemos mencionar las siguientes grabaciones (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuacuión no tienen por qué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Obertura Coriolano de Beethoven dirigiendo la Filarmónica de Munich (ELECTROLA 5636); Symphonische Minuten de Dohnányi dirigiendo la Filarmónica de Munich (ELECTROLA 5591); Rondó el La mayor de Mozart (arreglo de Schmidt) dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Viena (referencia desconocida); Impresiones brasileñas de Respighi dirigiendo la Filarmónica de Munich (HMV 4643); Obertura de La forza del destino de Verdi, dirigiendo la Filarmónica de Munich (ELECTROLA 4642); y, finalmente, Albumblatt y Traume de Wagner, junto a Rudolf Schone y dirigiendo la Filarmónica de Munich (referencia desconocida); Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.