En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar una excelente versión de Aires gitanos (Zigeunerweisen) del famoso violinista español Pablo de Sarasate interpretada por Jascha Heifetz y acompañado de la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Sir John Barbirolli. Esta grabación está disponible en el sello EMI (ref 17312). Esta obra se basa en una serie de melodías populares zíngaras arregladas por Sarasate y, tras una introducción lenta en do menor, sobreviene una segunda sección más animada que presenta todo tipo de dificultades técnicas para el solista (arpegios, glissandi, pizzicati en mano izquierda, golpes col legno…) para terminar en una cadencia en la tonalidad original de do menor. Al contrario que otras obras del autor, Aires gitanos no está basada en temas folklóricos españoles sino en una serie de ideas gitanas propias de la Europa central y que también fueron recogidas por otros autores. Esta pieza data de 1878 y está originalmente escrita para violín y acompañamiento de piano aunque también existe un versión con acompañamiento orquestal como la que ofrecemos. En este otro enlace os dejo una versión incompleta pero histórica interpretada por el propio Pablo de Sarasate.

Tras una primera fase en la que la interpretación musical se caracterizó por las exhibiciones y competiciones de virtuosismo, tanto en el piano y en el violín y en base a figuras míticas como Liszt y Paganini, los salones volvieron a acoger a una nueva generación de virtuosos que, a diferencia de sus antecesores, eran los destinatarios de una serie de creaciones brillantes y de lucimiento por parte de los más renombrados compositores. De esta forma, Brahms escribió su Concierto para violín en sintonía con su amigo Joachim, aunque esta obra no puede catalogarse como de virtuosística y su dedicatoria estuvo más bien enfocada a su difusión y promoción por Joachim. Un autor que escribió conciertos para piano de una enorme dificultad técnica fue Saint-Saëns, si bien puede afirmarse que el propio compositor fue su principal destinatario. Pero Saint-Saëns también compuso obras concertísticas para violín. También Max Bruch, Wieniawski, Lalo y Dvorak. Muchas de ellas tuvieron como destino el ser presentadas por un joven violinista español que estaba haciendo carrera en París y que en su tiempo fue considerado como uno de los mejores solistas del mundo. Pero Pablo de Sarasate no se limitó sólo a interpretar obras ajenas, sino que también plasmó su genio compositivo con la creación de unas pequeñas piezas virtuosísticas que todavía conservan su frescura y de una serie de adaptaciones sobre obras de otros autores, algo bastante frecuente en su época.

Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascues nació el 10 de marzo de 1844 en Pamplona, Navarra, en el seno de una familia en la que el padre era director de banda militar. Sarasate comenzó a estudiar violín casi al mismo tiempo en que aprendió a leer y fue un verdadero niño prodigio que ofreció su primer concierto público a los siete años de edad en La Coruña. Poco después, obtiene una pensión para estudiar en Madrid con Rodríguez Sáez y consigue ser escuchado por la reina Isabell II. Por mediación de la reina, Sarasate acude a París y con tan sólo doce años consigue ser admitido en el Conservatorio para estudiar con Alard, aunque durante el viaje fallece su madre y el joven es recogido por el cónsul español. Un año después, en 1857, Sarasate obtiene el Primer Premio de Violín del Conservatorio y dos años más tarde inicia una gira de conciertos que le lleva por toda Europa y en la que obtiene el reconocimiento mundial por su prodigiosa técnica. Su repercusión en los países germánicos y especialmente en Francia es del todo memorable, con lo que numerosos compositores le empiezan a dedicar creaciones. Pero Sarasate no sólo se destaca por su carrera de virtuoso, sino que también práctica con toda humildad la música de cámara tocando en cuartetos, quintetos y sextetos con una serie de compañeros como Parent, Wesfelghem, Turban y Delsart. Por el contrario, su carrera internacional le impide seguir con sus estudios de composición y ello condiciona que muchos críticos tachen posteriormente su breve obra creativa como de simplona y de pirotecnia, aspecto del todo incierto. Sarasate también viajó por el continente americano y obtuvo arrolladores triunfos en todos los escenarios en donde tocó. Activo y soltero (pese a las centenares de proposiciones que recibió) hasta el final de su vida, Sarasate poseyó dos Stradivarius, uno de 1724 que legó al Conservatorio de París y otro de 1713 que cedió en testamento al Conservatorio de Madrid junto con una importante cantidad de dinero que sirvió para organizar el premio que antaño llevaba su nombre y que en la actualidad es conocido como Premio Nacional de Violín. Finalmente, Sarasate falleció el 20 de septiembre de 1908 en Biarritz, Francia, como consecuencia de una angina de pecho. A día de hoy, Sarasate es unánimemente reconocido como el mejor violinista español de todos los tiempos.

Virtuoso del violín y, en menor medida, compositor, Pablo de Sarasate inauguró un nuevo tipo de técnica frente a la ya un tanto anticuada de Joachim. De su manera de tocar destacó la pureza y dulzura de su sonido, aunque algunos han menospreciado sus virtudes por su negativa en vida a interpretar el Concierto de Brahms (una obra que iba a contra estilo de sus características y que siempre consideró como patrimonio exclusivo de su gran rival Joachim). Por contra, en su repertorio no sólo se encontraban los grandes conciertos de Mozart, Beethoven y Mendelssohn, sino también sonatas en una época en que los violinistas preferían las obras virtuosísticas de salón. Sus creaciones, basadas casi en su totalidad en el folklore español, anticipan de alguna manera la próxima eclosión de Albéniz y Granados. Su figura, mucho más valorada en Francia que en nuestro propio país, ha sido justamente revalorizada en España desde hace unas décadas y hoy en día nadie duda de que Sarasate fue, junto con Albéniz y Granados, el músico español más importante de todo el siglo XIX. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a su figura.