A la luz de lo acontecido con el caso de Diego Pastrana, quien fue condenado por los medios y luego resultó no tener nada que ver con la infortunada muerte de su hijastra, he querido repasar algunos acontecimientos de las últimas semanas y el rol que los medios tienen en la formación de opinión de la ciudadanía. Quizás este sea el caso más evidente, donde a partir de una suma de errores de los profesionales actuantes el periodismo tomó rápida e irresponsablemente posición estableciendo un juicio paralelo, mediático y popular sobre un ciudadano que cuanto menos merecía el tratamiento como presunto implicado en una muerte absurda. La vulneración de derechos elementales de la persona tales como el honor, la intimidad y la imagen, y por sobretodo la presunción de inocencia, se produjo mucho antes de que se le tomara declaración en sede judicial.

El daño infligido a Diego Pastrana es de difícil reparación y todo por el afán de “protagonismo” de la clase periodística que omitió el elemental paso de contrastar, verificar y cuestionar los datos “filtrados” antes de darlos a conocer a la opinión pública, con el agravante de presentarlos en algunos casos de la manera más infame posible con títulos catástrofe y editoriales de la peor calaña ( lo tildaron de monstruo asesino). Pero volviendo al principio, lamentablemente no estamos en presencia de un caso aislado de mal ejercicio periodístico. Es tanta la voracidad y el ansia de protagonismo de los medios de comunicación y sus periodistas que, acallados los ecos de este episodio, volverán a hacerlo sin importarles el daño que puedan provocar; algunos ejemplos:

Todavía está muy fresco el caso Alakrana y todos recordamos los ríos de tinta escritos sobre el tema cuestionando y ninguneando los esfuerzos que las autoridades hacían por rescatar con vida a nuestros compatriotas. Probablemente se cometieron muchos errores pero es muy fácil opinar desde la tribuna haciendo política y más fácil es cuando no se tiene idea del tema. Leo en la prensa española (se pusieron de acuerdo en el titular ¿?) que en las elecciones presidenciales de Uruguay triunfó el “ex guerrillero” Mújica , calificación no solamente innecesaria sino malintencionada y barriobajera, pues no se hace mención a que dicha condición no fue nunca negada por Mújica y que por ello estuvo encarcelado durante muchos años y sufrió torturas inimaginables. Tampoco comentan que representa a un partido democrático que ya esta gobernando en Uruguay.

En el caso de la activista saharaui Aminetu Haidar se cuestiona el accionar de nuestro gobierno y nada se dice de la génesis del conflicto subyacente (origen y actores). Pero el colmo del dislate surgió el martes, cuando a partir del secuestro de los tres cooperantes españoles en Mauritania se argumentaba que ello era consecuencia del error del gobierno al haber pagado rescate (o facilitado el pago) por el Alakrana, pues se había abierto una puerta para que todo español en el extranjero estuviera en peligro de secuestro.

¡Apaguen la luz y vamos a dormir!

Puedo entender que algunos periodistas tengan posición política tomada (soy de la opinión que el individuo por naturaleza es un animal político) y ser objetivos no es cosa fácil, lo mismo para las editoriales (aunque se embanderen en la prensa libre); pero ello no puede significar la perdida de la coherencia, sentido común y la honradez intelectual que cualquier periodista que se sienta tal debe tener, si es conciente que su comentario no lo hace en la barra de un bar luego de beber tres chupitos. Lejos quedaron los días en que los periodistas como tal se especializaban y a partir de ello sus opiniones, comentarios e informes eran respetados y valorados por los que por desconocimiento queríamos informarnos y entonces recurríamos a la prensa. Claro, eran épocas donde en el mejor de los casos llegaban a la vejez con un pequeño pisito propio y el reconocimiento ciudadano como todo capital

Un abrazo y buen puente de la Constitución

THENIGER