En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar la famosa Danza de los caballeros de la Suite nº2, Op. 64, de Romeo y Julieta del compositor ruso Sergei Prokofiev. La versión corre a cargo del indomable Valery Gergiev dirigiendo a la Orquesta del Teatro Kirov de San Petersburgo. Digamos de antemano que dicha versión no me resulta especialmente atractiva: Tempo un tanto acelerado, poca claridad orquestal, carencia de puntuación rítmica a la hora de exponer la melodía principal — excesivamente ligada bajo mi punto de vista — y reiterada sucesión lineal de planos expositivos, vacíos de la fuerza y el vigor necesarios para empujar el dramatismo implícito que dicha ejecución requiere desde el primer compás. Aún así, el maestro Gergiev seguro que tendrá sus buenas razones para interpretar así esta pieza. Por algo él es director de orquesta y nosotros no. La Suite nº2 de Romeo y Julieta es la segunda de las tres suites que Prokofiev diseñó para dar a conocer una versión de concierto del ballet Romeo y Julieta. Es preciso señalar que las tres suites no son limitativas: Cada director puede constituir una nueva eligiendo a su gusto extractos del ballet, circunstancia que por otra parte se ha realizado en innumerables ocasiones, sobre todo en las grabaciones discográficas.

 Posiblemente, este breve e inolvidable fragmento es el más conocido del ballet Romeo y Julieta y pertenece, en la secuencia lógica del mismo, al segundo cuadro del primer acto, conocido con el el nombre de Danza de los caballeros. La característica fundamental de este majestuoso fragmento es el dibujo perfecto de un acorde menor en base a un pesado ritmo con puntillo y la música que se desprende de estos compases es decididamente arrogante. Algunos compositores de Hollywood, como John Williams, han copiado esta estructuración formal de Prokofiev para crear famosas páginas musicales cuya vinculación con este fragmento es del todo ineludible. Se quiera o no admitir, esta brevísima pieza forma parte de la antología melódica de la mal llamada Música Clásica.

 Compuesto en 1935, Romeo y Julieta es el primer gran ballet del período soviético de Prokofiev y es también la primera adaptación coreográfica duradera — en lo que la historia de la música se refiere — de una pieza de Shakespeare. Sus obras constituyeron en esa época uno de los principales centros de interés de la cultura soviética aunque, paradójicamente, a veces fueron objeto de ásperas e intratables controversias ideológicas. El libreto fue redactado por el propio Prokofiev con la ayuda de los escenógrafos Radlov y Lavrovski. El ballet se estrenó en Checoslovaquia, concretamente en Brno, en diciembre de 1938 antes de ser representado dos años más tarde en el Teatro Kirov de Leningrado. La enorme partitura de Romeo y Julieta, de una excepcional riqueza en cuanto a invención temática, confirma el retorno de Prokofiev a la música tonal, si bien la obra conserva en las escenas que así lo exigen la violencia armónica de sus obras futuristas o expresionistas. Mientras esperaba el estreno del ballet, Prokofiev realizó dos primeras suites de orquesta compuestas cada una de siete números. Algunas de ellas han sido repetidas tal cual aparecen en el ballet y otras están constituidas de varias escenas, ya sean enteras o fragmentadas. La Suite nº1 reagrupa escenas puramente de danzas o líricas, mientras que la Suite nº2 es un compendio de retratos psicológicos y de momentos dramáticos. Por su parte, la Suite nº3 fue realizada en 1944 y es mucho menos famosa que las dos precedentes al reunir números de menor interés musical. Disfrutad con esta música. No me digáis que no es adecuada para empezar una jornada de domingo.