Tras la Segunda Guerra Mundial y el consiguiente reparto de Europa en zonas de influencia, la tradición musical centroeuropea se focalizó en los países de habla alemana. Por otra parte, los pueblos de lengua no germana, siendo insertados dentro del bloque comunista, resultaron menos accesibles y fueron vistos con mayor distancia y en ocasiones con injustificable olvido. Ciudades como Praga, que habían sido activos centros musicales desde los tiempos del Renacimiento, quedaron confinadas al ser desmembradas de la unidad histórica que las sustentaba. Tanto el checo como el eslovaco son los dos únicos idiomas europeos que no utilizan el término greco-latino de música, sino la palabra autóctona Hudba que puede traducirse como naturaleza musical bohemia. El carácter musical bohemio alude a una música totalmente espontánea y sensual que chocaba con la altivez de la ideología musical germano-austríaca, supuestamente más espiritual. Tal vez todos estos motivos hicieron estrechar la perspectiva de personalidades de intérpretes checoslovacos de gran categoría. Entre ellos, Rafael Kubelik ostentó el primer lugar durante la segunda mitad del siglo XX.

Rafael Jeronym Kubelik nació el 29 de junio de 1914 en Bychory, región de Bohemia Central perteneciente a la República Checa, y fue hijo del famoso violinista Jan Kubelik, un virtuoso que era aclamado como un segundo Paganini. Recibiendo de éste sus primeras nociones musicales, Kubelik acompañó desde muy joven a su padre en calidad de pianista a lo largo de giras por Europa y EEUU hasta que en 1928 ingresó en el Conservatorio de Praga para estudiar composición y dirección. Graduado en 1933, un año más tarde Kubelik debutó al frente de la Orquesta Filarmónica Checa y llegó incluso a registrar algunas grabaciones discográficas en discos de 78 revoluciones. En 1939, Kubelik fue nombrado director musical de la Ópera de Brno y allí fue comparado nada menos que con Furtwängler por la aguda emotividad de sus interpretaciones y por un cierto parecido físico. Tres años más tarde, en 1941, Kubelik abandonó Brno y regresó como director titular a la Orquesta Filarmónica Checa, formación con la que había realizado giras por Bélgica, Francia y Suiza en los años inmediatamente previos a la guerra. La relación de Kubelik con las autoridades nazis de la anexionada Checoslovaquia fue del todo tensa, negándose a interpretar música de Wagner y a efectuar el saludo fascista ante el protector nazi de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich. En consecuencia, Kubelik decidió abandonar Praga en 1944 y pasar unos meses en el campo para evitar una más que posible detención por parte de las autoridades del Reich. Finalizada la guerra, Kubelik regresó a Praga y volvió a unirse a los filarmónicos hasta 1948, año en el que abandonó la dirección de dicha orquesta al chocar abiertamente con las nuevas autoridades comunistas encargadas de regir los destinos checoslovacos. Kubelik abandonó su país natal para instalarse primero en Londres y desde allí realizar una extensa y exitosa gira americana que dio como resultado que Kubelik fuera contratado en 1950 como director titular de la Orquesta Sinfónica de Chicago.

La dirección de Kubelik en Chicago, subrayada más por la distinción de sus interpretaciones que por su grado de calidad técnica, fue objeto de agudas controversias. Se le criticó mucho que cargara sus programas con obras contemporáneas y que incorporase a la orquesta a profesores de raza negra, habida cuenta que Chicago contaba con la segunda minoría negra más importante de los EEUU. Tras tres temporadas en medio del ojo del huracán, Kubelik dimitió de su cargo en Chicago y manifestó sus deseos de volver a trabajar en Europa. Durante los años siguientes a 1953, Kubelik estuvo ligado a la Filarmónica de Viena hasta que en 1955 fue llamado a dirigir el Covent Garden. En Inglaterra Kubelik también fue discutido por su gusto de incorporar producciones contemporáneas y por unas maneras de dirección tal vez poco elegantes que provocaron la feroz crítica de la mayor autoridad musical británica del momento, Sir Thomas Beecham, motivo por el cual Kubelik rescindió su contrato con el teatro londinense en 1957. Luego de un período de tiempo en donde se dedicó a dirigir como invitado a la Filarmónica de Viena y la Filarmónica de Israel, Kubelik fue nombrado en 1961 director de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera en sustitución de Eugen Jochum. Tal vez la carrera de Kubelik alcanzó su máxima expresión en los dieciocho años en los que se mantuvo al frente de esta formación, una de las mejores de Alemania, y en donde llevó a cabo una relevante producción discográfica para el sello Deutsche Grammophon, destacando las integrales sinfónicas de Mahler y de Dvorak.

En medio de este período muniqués, Kubelik afrontó en 1973 una nueva etapa americana al hacerse también cargo de la dirección musical del Metropolitan de Nueva York, destino que abandonó tan solo unos meses después aludiendo a una notoria miseria financiera de dicho teatro (lo cierto fue que Kubelik demostró un caótico sentido de la gerencia unido a su escasa disponibilidad en Nueva York. En realidad, entre los puntos fuertes de Kubelik no se encontraba precisamente la fiabilidad burocrática). Nacionalizado suizo desde 1973, Kubelik finalizó su compromiso con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera en 1979 aunque se mantuvo vinculado a la misma hasta 1985, fecha en la que se vio obligado a abandonar la dirección orquestal debido a sus problemas de artritis en la espalda. Hasta ese año, Kubelik se dedicó a dirigir en calidad de invitado a las más prestigiosas orquestas del orbe y su figura era ya unánimemente considerada como uno de los mayores mitos de la dirección orquestal de su tiempo. En 1990, Kubelik fue invitado a dirigir de nuevo a la Orquesta Filarmónica Checa durante la celebración del primer Festival de la Primavera de Praga tras la caída del régimen comunista. Un año más tarde, Kubelik dirigió su último concierto al frente de la misma orquesta tras haber recibido un honorífico homenaje meses atrás por parte de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Retirado de toda actividad de dirección orquestal, Kubelik pasó sus últimos años dedicado a la composición. El viejo maestro murió el 11 de agosto de 1996 en Kastanienbaum, Lucerna, siendo depositadas sus cenizas junto a los restos de su padre en el cementerio de Praga. Con su muerte se cerró una de las páginas más brillantes de la historia de la interpretación musical checa.

Cualquiera que pretenda describir el modo de dirección de Kubelik no podrá prescindir de una palabra que hoy se considera casi tabú en materia artística: El corazón. Siempre se dijo que Kubelik era precisamente un director cuya música procedía del corazón, con lo que nunca pudo ser considerado un intelectual de la música pese a que su espíritu tampoco quedó al margen de su trabajo. Corazón y espíritu estuvieron perfectamente equilibrados y juntos crearon la base de su poder interpretativo. Kubelik no siempre fue aceptado con unanimidad y en ocasiones recibió severas críticas fundamentadas en el tinte subjetivo de casi todas sus interpretaciones. Kubelik, sin dejar de ser diáfano en la lectura del texto musical, generó algo así como un nuevo espacio sonoro en el que la conciencia del intérprete parecía negarse a un mero papel pasivo. De todos modos, sus lecturas — aunque su corazón a veces pudiera equivocarse — fueron siempre estéticamente comprometidas y un tanto excéntricas, con elevadas cargas de calidez y relajación de tempi. Kubelik poseyó un contacto con la música totalmente espontáneo e ingenuamente sensual. Gustó de acentuar lo sensitivo, entregándose a bellos y expresivos sonidos. Tal vez por ello, muchos observadores vieron en el Kubelik ya entrado en años una cierta similitud con Furtwängler.

El estilo de dirección de Kubelik siempre fue muy peculiar, con una técnica de batuta encrespada y casi premeditadamente oscura (otra afinidad con el mítico Furtwängler). Su gesticulación corporal fue muy marcada y en ocasiones tan excesiva que llegó incluso a propiciar la confusión entre los músicos. Su mano izquierda estaba abierta a una riqueza de matices excepcional mientras que la derecha jamás perdía su sujeción a la medida que la partitura indicaba. Sus gestos, del todo apasionados en el rostro, vibraban de una forma especial debido a su elevada estatura. Kubelik no sólo fue un ardiente abogado de la música checa, sino también un director operístico de amplio repertorio. En cierta medida, Mahler fue un compositor hecho a su medida y orientó la vida de Kubelik como director desde sus principios con una presencia en su repertorio del todo ineludible. Pero su catálogo no tuvo límites y abarcó desde los clásicos vieneses hasta la música del siglo XX, una de sus grandes especialidades, con la excepción de Stravinski (compositor con quien mantuvo insalvables distancias estéticas). Bartok y Schönberg fueron otras de sus piedras angulares, sin desmerecer al resto de la Segunda Escuela de Viena. Su actividad como compositor — Kubelik fue autor de cinco óperas, tres misas de réquiem y numerosas obras sinfónicas — se encuentra plenamente oscurecida por su tarea como intérprete.

De entre la producción discográfica debida a Rafael Kubelik podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para cuatro pianos, BWV 1065, de Bach, junto a Rudolf Kempe, Fritz Rieger y Wolfgang Sawallisch, y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (MELODRAM 40048); Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartok dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO D´OR 551011); Sinfonía nº5 de Beethoven dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (AUDITE 95493); Conciertos para piano nº4 y 5 de Beethoven, junto a Clifford Curzon y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (AUDITE 95459); Concierto para violín de Beethoven, junto a Ida Haendel y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (TESTAMENT 1083); Los troyanos de Berlioz, junto a Del Monaco, Simionato, Cossotto y Rankin, y dirigiendo la Orquesta de La Scala (MYTO 21256); Sinfonía nº1 de Brahms dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO 70833 — integral sinfónica); Concierto para violín de Brahms, junto a Michael Rabin y dirigiendo la Sinfónica de Chicago (DOREMI 7951); Concierto para piano nº1 de Brahms, junto a Claudio Arrau y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO D´OR 500991); Sinfonía nº6 de Bruckner dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DREAMLIFE DVD referencia desconocida); Sinfonía nº9 de Dvorak dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 463158 — integral sinfónica); Obertura de Carnaval de Dvorak dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DG 469366); El duende del agua de Dvorak dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DG 469366); Stabat Mater de Dvorak, junto a Merriman, Hoppe, Crass y Jurinac, y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (LIVING STAGE 1006); Danzas Eslavas de Dvorak dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DG 457712); Himnos sinfónicos de Hartmann dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO D´OR 718071); Sinfonía nº4 de Hartmann dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (WERGO 60187); Metamorfosis Sinfónica de Hindemith dirigiendo la Sinfónica de Chicago (MERCURY 434397); Sinfonietta de Janacek dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO D´OR 552011); Sinfonías nº1, 2 y 4 de Mahler dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DG 463738 — integral sinfónica); La Canción de la Tierra de Mahler, junto a Kmentt y Baker, y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (AUDITE 95491); Sinfonía nº38 de Mozart dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ORFEO D´OR 206891); Misa de la Coronación y Misa Brevis de Mozart, junto a Shirley-Quirk, Troyanos, Procter y Engen, y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DG 419060); Ave Verum de Mozart dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (DG 419060); 5 piezas para orquesta de Schönberg dirigiendo la Sinfónica de Chicago (MERCURY 434397); Sinfonía nº4 de Schumann dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 437395 — integral sinfónica); Concierto para piano de Schumann, junto a Geza Anda y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 415850); Mi patria de Smetana dirigiendo la Filarmónica de Viena (DECCA 467409); Rigoletto de Verdi, junto a Bergonzi, Scotto, Fischer-Dieskau y Vinco, y dirigiendo la Orquesta de la Scala (DG 4775608); Los Maestros Cantores de Wagner, junto a Janowitz, Konya, Fassbaender y Unger, y dirigiendo la Sinfónica de la Radio Bávara (ARTS MUSIC 43020); y, finalmente, Lohengrin de Wagner, junto a King, Janowitz, Jones y Stewart, y dirigiendo la Sinfónica de la Radio de Baviera (DG 449591). Nuestro humilde homenaje a este excepcional director de orquesta.