Es cierto que los últimos tiempos nos han abrumado de forma tal que ya no somos capaces de percibir lo bueno de lo malo, lo honesto de lo que no lo es, lo positivo de lo negativo; pero deberíamos reflexionar un poco si no estamos enquistando en nuestra conciencia una enfermedad de la que será difícil salir. Rescato dos artículos de opinión que creo pueden darnos una idea de dónde estamos parados: EL CONFIDENCIAL y EL PAÍS

Semana sí y semana también venimos siendo castigados con noticias que en lo mejor nos erizan la piel y en lo peor… No terminamos de digerir Wikileaks y ahora el caos de los aeropuertos. No voy a gastar palabras en analizar la actitud de los controladores solamente diré “criminal“. Estamos entrando en una dinámica que cuando menos está minando nuestra capacidad de raciocinio. Es cierto que la cosa no está para tirar cohetes pero tampoco somos el último orejón del tarro como para tener que escuchar “que somos el hazmerreír del mundo”. Esta sensación de orfandad no es sólo fruto de nuestra mente débil sino que, como muchas veces hemos expresado, es tanto el bombardeo mediático y los intereses en juego que necesitamos un esfuerzo quizás sobrehumano para digerir, interpretar y decantar la información y formarnos nuestro propio juicio.

Si nos pusiéramos a discutir sobre la gestión del gobierno tendríamos un abanico tal de opiniones que sería difícil encontrar un punto de coincidencia entre nosotros. Que los colores políticos influyen no hay duda pero lo que quiero manifestar es que ni tanto ni tan poco. Deberíamos considerar que las circunstancias (atenuantes y condicionantes) a veces no nos permiten hacer lo que quisiéramos y nos limitamos a lo posible. No somos los campeones de la Champion League, como alguna vez expresó nuestro Presidente, pero tampoco debemos considerarnos un país subdesarrollado o en bancarrota. Somos como somos, percectibles, con buen potencial de desarrollo y un capital humano envidiado por muchos de los países que hoy cuestionan nuestra solvencia. Y en esto se comete el mayor pecado de los humanos poner como problema-debilidad lo que no percibimos en nosotros mismos cuando nos autoanalizamos.

La crisis nos ha golpeado y mucho pero con mayor o menor dificultad cada uno de nosotros ha ido haciendo sus deberes para adecuarse a la nueva realidad. No está siendo fácil y los meses venideros serán todavía más duros pero saldremos adelante y fortalecidos. Una de las virtudes del ser humano es su capacidad para reinventarse y adaptarse. En este proceso sólo falta que el accionar de los ciudadanos sea acompañado por el conjunto del arco político y las empresas. No pienso en que ayuden, cosa que podría sonar a utópico, sólo pido que no pongan palos en la rueda. Condiciones hay, la sociedad en su conjunto se encargará de potenciarlas si no le juegan en contra.

Un abrazo y buen fin de semana

THENIGGER