Análisis musical, sinfonía nº1 en do menor

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Mucho se ha escrito cerca de la influencia beethoveniana en la obra sinfónica de Brahms, considerándose esta primera sinfonía del compositor hamburgués como una especie de «Décima» de Beethoven. Pese a las evidentes concordancias, es del todo injusto hacer esta simple consideración ya que minimiza el genio compositivo del autor. Brahms tenía casi cuarenta y tres años cuando dio por terminada esta obra, una muestra de la autoexigencia creativa del autor pero, junto con las tres siguientes, conforma una de las cimas artísticas de todo el género sinfónico del Romanticismo. La obra constituyó un notable éxito para el autor, aunque suscitó algunas opiniones encontradas debido al nuevo sinfonismo desarrollado por la escuela wagneriana, en especial, de Anton Bruckner.

Estrenada en Kalsruhe el 4 de noviembre de 1876 bajo la dirección de Félix Otto Dessoff
Compuesta entre 1854 y 1874 ( ¡¡ Un esbozo de casi veinte años !! )
Efectivos orquestales: Dos flautas, dos óboes, dos clarinetes, dos fagots, contrafagot, cuatro trompas, dos trompetas, tres trombones, timbales y cuerda.
Duración aproximada de la ejecución: Entre 42 y 45 minutos.

DESARROLLO DE LA OBRA

Para seguir la obra por enlaces de vídeo, inserto unos vínculos de una monumental versión de Otto Klemperer con la Philharmonia Orchestra. Dicha grabación se encuentra disponible en el sello EMI (Ref 67029).

PRIMER MOVIMIENTO: Poco sostenuto-Allegro

Resulta curioso e interesante que esta introducción basada en combinar cromatismos ascendentes y descendentes en cuerda y maderas, con el rítmico subrayado del timbal, no fue añadida hasta que lo fundamental de todo este primer movimiento no estuvo casi perfilado. Da la sensación de que la obra comienza siguiendo un pasaje central de la misma, como un simple e inspirado desarrollo. Esta introducción abre las puertas a un motivo que emerge sobre el quebrado acorde de séptima disminuida, apoyado por armonías de naturaleza cromática. Tras una explosión sonora donde aparece el motivo ascendente y descendente (cromatismo que estará presente en todo el desarrollo del movimiento) el tema languidece con unas frases del óboe repetidas por los violoncelos. Con un seco acorde, el Allegro es introducido por el viento y reafirmado por la cuerda, con un tono muy parecido al de la introducción. Toda la exposición está envuelta en una atmósfera de angustia sabiamente dominada por la brevedad de las células temáticas y la abundancia de staccati. El óboe intenta contrastar el tema, coralmente armonizado, pero es rápidamente sustituido por una tercera idea temática muy nerviosa en la cuerda. Desde ese momento se percibe una oscura lucha en las secciones orquestales, con gran cantidad de ambientes que se van «cociendo» y que amenazan tempestad (Las famosas «brumas» de un Brahms nacido en Hamburgo…). La partitura requiere una repetición que muchos directores se saltan a la torera, quizás para conseguir una mayor fluidez interpretativa. En pleno desarrollo, las frases se estiran, se alargan en un intento de contraponer los martilleantes motivos rítmicos que tratan de violentar el pasaje. La reexposición corre a cargo de viento y cuerda, alternándose, y conduciendo a la coda, que vuelve a recordar la introducción aunque esta vez modulando a tono mayor, con excitantes efervescencias de una cuerda que parece querer abrazarse al resto de la orquesta.

SEGUNDO MOVIMIENTO: Andante sostenuto

En Mi mayor y compás de 3/4, adopta claramente la forma de un lied. Es una de las páginas más bellas y poéticas del maestro alemán, que faculta una refinada y delicada instrumentación. Luego de un comienzo un tanto sobrio, dos temas líricos en los violines dan paso a unas magistrales y sostenidas apariciones de óboe y clarinete, acompañadas por acordes tiernamente sincopados. Una tercera vía parece recordar el segunda tema del primer movimiento, como si de un pastoril eco se tratase. Ya en pleno desarrollo, el ambiente es bucólico, de meridiana nostalgia, con inquietantes modulaciones que no consiguen alterar el equilibrio melódico. En la recapitulación, se destaca el violín concertino, doblado por la trompa solista, que de manera poética primero y con una especie de desarrollos arpegiados después, conduce la lírica secuencia melódica. La conclusión es apacible y luminosa, bellísimamente orquestada y armonizada; una síntesis prodigiosa de elementos sonoros.

TERCER MOVIMIENTO: Un poco allegretto e grazioso

En La bemol mayor y Si mayor, y compases de 2/4 y 6/8 respectivamente, no deja de adoptar la forma de Scherzo con trío y se desarrolla en base a esas terceras tan típicas de Brahms. El tema principal, expuesto por el clarinete, no es nada humorístico, como pudiera parecer a primera vista, sino que asemeja al silbar de un paseante por la campiña. El motivo es recogido por la cuerda y cercado por staccatti del propio clarinete, aprovechando una ingeniosa irregularidad métrica (estructura basada en series de cinco y siete compases). El trío, expuesto por la madera (ecos beethovenianos) es contestado y desarrollado por la cuerda, con vigorosos acordes del metal en una preciosa secuencia donde todas las familias instrumentales parecen querer competir por llegar las primeras a una hipotética meta. Tras cuatro notas al unísono en la cuerda, seguidas por una prolongación rítmica de las mismas en pizzicato, el tema reaparece con tintes brumosos en las trompas. A mi entender, hay algo de «religioso» en este inolvidable movimiento.

CUARTO MOVIMIENTO: Adagio-Piu andante-Allegro non troppo ma con brio-Piu allegro

Movimiento en forma Sonata y con compás de 4/4. Es el movimiento más largo, más rico y más complejo. Empieza con una lenta escalada de acordes que dejan entrever el motivo principal del movimiento. A continuación, en pianissimo, un motivo autocontestado de cuerdas en pizzicato se va acelerando dinámicamente hasta que se ve bruscamente interrumpido por madera y metal, escalando dramáticamente por una reconducida madera que es vehementemente contestada por la cuerda en una lucha que culmina con un fortissimo de timbal, en decrecendo y que sirve para introducir un famoso tema que expone soberbia la trompa y recoge la flauta con firme temperamento, sobre trémolo de cuerda. (Se quiera ver o no, existe un cierto toque bruckneriano en este pasaje). Tras un breve coral de los metales, surge el Allegro non troppo, famoso tema bellísimamente desarrollado por los violoncelos y que nos recuerda inevitablemente a la Sinfonía Coral de Beethoven por su espíritu melódico y línea constructiva. (Algunos autores afirman que este tema es folklórico y que incluso fue utilizado por Mozart). El desarrollo es toda una lista de solución de conflictos, donde una segunda idea temática en Sol mayor en los violines se impone ante el general desconcierto. Van apareciendo células sonoras que parecen reservarse para desarrollarse plenamente en la conclusión final, que viene precedida por una angustiosa lucha rítmica que culmina con una explosión orquestal subrayada por un redoble de timbal y que desemboca, en diminuendo, en la reexposición del tema de la trompa, con provocaciones de la cuerda y marcados rítmicos del timbal. Un pasaje un tanto sombrío que se acelera sin solución de continuidad precede a la brillante coda, donde se vuelve a oír el tema coral del Piu andante en tutti orquestal, triunfal y mayestático, que reconduce la efervescencia final de la sinfonía, con cuatro acordes y nota final. Grandiosa obra.

VERSIONES RECOMENDADAS

  • Bruno Walter con la Sinfónica Columbia. SONY (De absoluta referencia)
  • Wilhelm Furtwängler con la Filarmónica de Berlín. EMI References. (Sobria, dura como una roca)
  • Bernard Haitink con la Orquesta del Concertgebouw. PHILIPS. (Bellísimo sonido)
  • Carlo Maria Giulini con la New Philharmonia. EMI. (Marcado carácter latino. Buenísima)
  • Kurt Sanderling con la Staatskapelle de Dresde. RCA Navigator. (Grandísimos matices. Estupenda)
  • Otto Klemperer con la Philharmonia de Londres. EMI. (Tradición germánica. Robusta)
  • Rudolp Kempe con la Filarmónica de Berlín. TESTAMENT. (De insuperable precisión)
  • Herbert von Karajan con la Filarmónica de Berlín (años 60). DG. (Perfecto sonido y planteamiento)

Por contra, no me acaban de llenar las versiones de George Szell con la Orquesta de Cleveland. SONY CBS. (Me parece excesivamente matemática, fría y destemplada) y de George Solti con la Sinfónica de Chicago. DECCA. (Me deja escéptico, sin emoción, con muchos altibajos).

Por supuesto, esto es única y exclusivamente mi opinión, en absoluto vinculante.