Till Eulenspiegel

Las divertidas travesuras de Till Eulenspiegel

Indice de contenido

Till Eulenspiegel, compuesta en 1895 y estrenada en Colonia el 5 de noviembre de 1895 bajo la dirección de Franz Wüllner.

EFECTIVOS ORQUESTALES:

Piccolo, 3 flautas, 3 óboes, corno inglés, 3 clarinetes, clarinete bajo, 4 fagots, 4 trompas (Más otras 4 ad libitum), 3 trompetas (Más otras 3 ad libitum), 3 trombones, tuba baja, timbales, tambor, címbalos, bombo, carraca, triángulo y xilófono.

Duración aproximada de la ejecución: Entre 14 y 15 minutos

La música programática en sentido amplio, como contraposición a la llamada música pura o absoluta desprovista de toda referencia extramusical, ha existido desde tiempo atrás: Música compuesta bajo la sugestión de vivencias interiores o de impresiones externas puede ya encontrarse en el siglo XVII. Pero en el sentido que le dieron Franz Liszt — el verdadero iniciador consciente de la música de programa — y Richard Strauss, arranca a comienzos del siglo XIX principalmente de la mano de compositores como Beethoven, Berlioz, Mendelssohn o Rossini. Liszt creó el poema sinfónico como síntesis entre la obertura con programa y la fantasía. Partiendo de este modelo, Richard Strauss llegaría gradualmente hasta la fusión del poema sinfónico y la sinfonía clásico-romántica, lo cual supone a la vez una innovación y un retorno a obras como la Sinfonía Pastoral de Beethoven.

Mientras que para Liszt un programa o título sólo se justifica cuando es una necesidad poética, para Richard Strauss dicha actitud llega lo más lejos posible: El arte es expresión y una obra musical que no tenga ningún auténtico contenido poético, esto es, un contenido que no pueda ser representado más que con sonidos y que con palabras, es cualquier cosa menos música. Richard Strauss compuso un total de siete poemas sinfónicos — Tondichtungen — que representan hoy en día uno de los mejores legados creadores del panorama musical de finales del siglo XIX y principios del XX.

Till Eulenspiegels de Strauss

El título alemán del famoso poema sinfónico del compositor alemán Richard Strauss es el siguiente: Till Eulenspiegels lustige Straiche, que viene a significar Las divertidas travesuras de Till Eulenspiegel. Posiblemente, el idioma alemán tomó prestado el término Eulenspiegel de la palabra francesa Espiègle (travieso); pero de manera literal, Eulenspiegel significa ojo de búho, calificativo extraño aunque más realista que alcanza todo su sentido dentro de un contexto histórico.

Este Till había nacido en Brunswick  y vivió en la primera mitad del siglo XIV en el norte de Alemania, falleciendo hacia 1350 como consecuencia de la peste negra. Tipo clásico del campesino individualista, jugó el papel de agitador, de portavoz de las clases rurales en rebelión contra la burguesía ciudadana, próspera y conservadora.

La leyenda popular tomó en enseguida al personaje y le atribuyó innumerables aventuras más o menos inventadas. Till Eulenspiegel conoció su mayor gloria en Flandes — donde es conocido como Thyl Uylenspiegel — y fue bandera de la liberación flamenca contra el yugo del emperador Carlos V.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo, el personaje fue perdiendo parte de su primitiva consistencia y Richard Strauss lo convierte en un rufián más que en un auténtico revolucionario, en un bribonzuelo amigo de las bromas y de los engaños, en un genio de la provocación. Por ello, no morirá víctima de la epidemia, sino en el patíbulo como un vulgar provocador.

Till Eulenspiegel tiene la forma de un rondó, género cuyo origen se remonta al siglo XIII, caracterizado por la alternancia de estribillo y estrofas. Después de los músicos del llamado Clasicismo, que explotaron esta estructura generalmente al final de las sonatas, sinfonías y conciertos, los románticos hicieron un uso muy libre del rondó, pieza instrumental autónoma, brillante y a menudo de una gran dificultad de ejecución.

Richard Strauss volvió al esquema clásico; estribillo que explicaba la permanencia del personaje central y varias estrofas que narran sus aventuras, aprovechándose de un virtuosismo orquestal que es herencia directa del romanticismo musical. Este maravilloso cuento musical — el poema sinfónico más famoso de Strauss — es, consecuentemente, un modelo de la obra de orquesta con programa: Sucesión de imágenes sonoras diversas pero en absoluto desperdigadas gracias a la profunda unidad del total y al excepcional sentido de la dramatización. En definitiva, un rápido y delicioso cuarto de hora que tiene como objeto, según afirmaba el propio Richard Strauss, que la gente se divierta de veras en una sala de conciertos.

Para seguir la audición, os pongo el enlace a un vídeo con una histórica interpretación en vivo del inolvidable Wilhelm Furtwängler. Hasta donde he podido averiguar, no sé si se trata de una grabación de los años treinta dirigiendo a la Berliner Philharmoniker o bien de otra posterior de los años cincuenta dirigiendo a la Wiener Philharmoniker. En uno de los comentarios adjuntos al vídeo, alguien parece decantarse más por la primera opción, hipótesis que me llena de dudas dada la buena calidad de la toma sonora. Si algún lector supiera ampliarnos información al respecto, le ruego nos lo haga saber en forma de comentario.

Desarrollo de la obra Till Eulenspiegel

Till Eulenspiegel: (La ejecución se encuentra solapada en dos vídeos):

Es indudable que la partitura de Till Eulenspiegel es toda una puesta en escena en donde no hay página que no bosqueje una decoración, que no evoque una acción, que no pinte uno o varios personajes. Después de su estreno, fue editada una guía para la escucha con breves indicaciones del compositor. La partitura se inicia con un fraseo de los violines que sirven de introducción al cuento.

El tema de Till, que no tarda en presentarse, se descompone en dos motivos principales que persisten bajo diversos aspectos en las mismas estrofas, preservando de esta forma la unidad del discurso.

La trompa, Fa mayor y 6/8, expone el primer motivo en notas picadas y ligeramente cromatizadas, en un fragmento de peligrosísima ejecución que es temido por los trompistas de todo el mundo. La marcha rítmica, un poco claudicante, sugiere ya una deformidad y sobre todo la desvergüenza del personaje. Como ampliación de este material temático, surge un accelerando de toda la orquesta, con un calderón que pone fin al preámbulo. Aparece entonces un nuevo motivo, corto e incisivo, que es tocado por el clarinete en re, a la manera de una risa burlona o de una pirueta gesticulante. Till medita su primera hazaña: Se lanza a caballo sobre las mujeres de un mercado esparciendo sus mercancías.

Tras un trémolo de las violas, surge un violento estallido de los platillos que da lugar a una gran algarabía orquestal con notables intervenciones del clarinete bajo y de la carraca. El fagot presenta una melodía de inconfundible aire popular, en Si bemol, sostenido por una retórica poco grandilocuente. Es el momento en que Till, sorprendido, emprende la fuga aunque es sacudido por un extraño estremecimiento, expresado por cinco violines divididos y trompas con sordina.

Pasamos a una nueva escena en donde Till se convierte en un seductor, manifestado por la sorprendente cadenza del violín solo que preludia los arabescos del clarinete y del oboe. Pero es rechazado en su petición de matrimonio, invirtiéndose el primer motivo de su tema en el bajo y repitiéndose el segundo motivo en trompetas y trombones. Till, entonces, decide clamar venganza contra la humanidad en una insólita asamblea de filisteos. Tras una caricatura del fagot, se expone entonces uno de los mejores fragmentos de la obra, un tema anodino en división de cuerdas y maderas, con un inquietante efecto de síncopa que da al pasaje un carácter fugado y de desorden que sugiere la discusión de la asamblea acerca de las aserciones de Till.

Pero la extravagante sintonía de las flautas, a modo de silbido callejero, indica que Till se ha escapado ya de aquel lugar.

Nuevo episodio: Till reza otra vez la plegaria ante el pueblo; en esta ocasión, la trompa expone el primer motivo de Till con un extraño tono maléfico.

El pueblo ya no soporta más afrentas y prepara una venganza colectiva, y aquí la orquesta se tensa y concentra en un tutti que desemboca en un fortissimo sobre un redoble de batería, invocando la detención de Till y su posterior conducción hacia un tribunal. Este episodio de jueces y pompa, es declamado por los sombríos acordes de los trombones mientras que un segundo motivo en el clarinete representa a Till intentando hacerles frente.

Se suceden los diálogos orquestales que señalan la discusión judicial hasta que la sentencia definitiva es pronunciada por trompas, trombones y fagots en el registro grave. Unos lúgubres acordes sobre un implacable intervalo de séptima (fa-sol bemol) pronuncian la condena a muerte. El tema de Till se desgarra ahora, se estrangula sobre los trinos de las flautas. Till es colgado y se produce el silencio y un posterior epílogo basado en el recuerdo emocionado del héroe, expuesto por el clarinete y el clarinete bajo.

Con la orquesta entera, los breves compases de la coda proclaman la apoteosis de lo que estará siempre vivo, la inmortal alegría de Till Eulenspiegel. Una de las partituras más portentosas de Richard Strauss, una verdadera obra maestra.

Versiones recomendadas de Till Eulenspiegel score

  • Karl Böhm con la Filarmónica de Berlín. DG. (Versión germánica de un auténtico especialista. El no va más)
  • Rudolf Kempe con la Staatskapelle de Dresde. EMI. (Otro ejemplo de superioridad interpretativa germánica. De referencia)
  • Wilhelm Furtwängler con la Filarmónica de Viena. DG. (Sorprendente sentido de la comedia en un tío tan serio como Furtwängler)
  • Richard Strauss con la Filarmónica de Viena. DG. (Grabación histórica y en mono. Para coleccionistas)
  • Sergiu Celibidache con la Sinfónica de la Radio de Stuttgart. NUOVA ERA. (Parece que descubrimos otra partitura inédita. Genial)
  • Claudio Abbado con la Filarmónica de Berlín. SONY. (Magistral y vigorosa línea interpretativa que no pierde ningún detalle)
  • Fritz Reiner con la Filarmónica de Viena. DECCA. (Precisa, firme e impactante. Buenísima)
  • Otto Klemperer con la Orquesta Philharmonia. EMI. (Sólo para los incondicionales de Klemperer)
  • George Szell con la Orquesta de Cleveland. SONY. (Nerviosa y muy vivaz. Exhibición de director y orquesta)
  • Josef Krips con la Sinfónica de Viena. ORFEO D´OR. (Sorprendentemente dinámica y hábil. Grandísimo Krips)

Por contra, no acaban de llenarme del todo las versiones de Herbert von Karajan con la Filarmónica de Viena. DECCA (No es mala versión, ni mucho menos, pero no me resulta natural) y de Sir Georg Solti con la Filarmónica de Berlín. DECCA. (Quiere afinar tanto que acaba perdiendo frescura).

Por supuesto, estas no son sino meras opiniones subjetivas sin ninguna pretensión vinculante.