Las regiones centroeuropeas de Bohemia, Moravia y Eslovaquia destacaron siempre por ser cuna de abundantes y buenos músicos. Praga era uno de los más importantes centros musicales de Europa desde los últimos años del siglo XVIII y su teatro de ópera fue el lugar del estreno de obras tan relevantes como Don Giovanni de Mozart, compositor que era — y sigue siendo — venerado en aquellas tierras. A lo largo del siglo XIX, la orquesta del Teatro Nacional de Praga empezó a organizar sus propios conciertos sinfónicos y compositores como Dvorak dirigieron sus propias obras con esta formación. En 1901, la orquesta se desvinculó totalmente del teatro e inició su andadura con la denominación actual de Orquesta Filarmónica Checa bajo la dirección de su primer director titular, Ludvik Celansky. En 1908 Mahler estrenó con dicha formación su Sinfonía nº7. Pero, sin duda alguna, el hombre que logró el reconocimiento internacional de dicha formación por su magnífica calidad no fue otro que Vaclav Talich.

 Vaclav Talich nació el 28 de mayo de 1883 en la localidad morava de Kromeriz, perteneciente por entonces al Imperio Austro-Húngaro. Desde muy joven tuvo un estrecho contacto con la música, ya que su padre ejercía como profesor de música en Klatovy, ciudad a donde se trasladaría la familia al completo unos años después. El pequeño Vaclav comenzó sus estudios de violín a los cinco años y más tarde ingresó en el Conservatorio de Praga para ponerse bajo la tutela del profesor Jan Marak. Dados los escasos recursos económicos del joven Talich, el profesor Marak se vio obligado a buscar una beca para que el chico, que demostraba un gran talento y aplicación, pudiera continuar con sus estudios. Tras conversaciones con Dvorak, el asunto económico dejó de ser un problema y Talich se graduó en 1903, ingresando como violinista en la Orquesta Filarmónica de Berlín para, en un meteórico ascenso, alzarse con el puesto de concertino en tan solo tres meses. Allí, bajo la notoria influencia de Arthur Nikisch, Talich decidió convertirse en director. Sin embargo, una tuberculosis provocó que hubiera de abandonar Berlín debido al clima para instalarse en Odessa y ser nombrado Konzertmeister en la Ópera Municipal. De allí partió luego hacia la capital de Georgia, Tbilisi, en donde enseñó violín y dirigió la orquesta compuesta por estudiantes de la escuela. Las revueltas rusas de 1905, que llegaron a alcanzar Georgia, obligaron a Talich a abandonar la ciudad en 1906. De vuelta a Praga, Talich se dedicó a dirigir coros y orquestas de aficionados hasta que en 1908 fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Eslovenia en Liubliana tras ver fracasada su solicitud de ingresar en la Filarmónica Checa como segundo director tras el por entonces titular Milan Zuna. Allí conoció a su pareja, la pianista Vida Preneslikovou, con quien se casó en 1910. Talich permaneció en Liubliana hasta 1912, año en que se hizo cargo del teatro de la Ópera de Pilsen hasta 1915 aunque en unas condiciones realmente complicadas. También por esos años amplió su formación musical estudiando en Leipzig con Max Reger y por espacio de unas semanas en Milán. Durante los dos años posteriores Talich no tuvo ningún cargo estable por lo que tuvo que dedicarse a dar clases particulares de violín. Sólo a partir de 1917 aparece como director invitado de la Orquesta Filarmónica Checa. Un año más tarde, Talich presenta con dicha orquesta el poema sinfónico Asrael de Josef Suk con un éxito tan memorable que su nombramiento como titular de la orquesta era cuestión sólo de tiempo. Ello ocurrió finalmente en 1919 y Talich permaneció al frente de dicha formación hasta 1941, convirtiéndola en una de las mejores de toda Europa.

 Aparte de esta labor comenzada en la Orquesta Filarmónica Checa, Talich llegó a ser director titular de la Filarmónica de Estocolmo de 1926 a 1936 y director artístico de la Ópera de Praga entre 1935 y 1944. Tras una serie de giras con la orquesta checa por Gran Bretaña, Francia y Bélgica, a finales de la década de los años treinta Talich viajó hasta la lejana Australia con su conjunto y fue objeto de una admiración tal que se le comparó con Toscanini y Furwängler, y tanto la orquesta como su director se convirtieron en los más importantes embajadores de la música checa por el mundo. Cuando los alemanes ocuparon Checoslovaquia tras los acuerdos de Munich en 1938, Talich abandonó la dirección del conjunto filarmónico praguense en 1941 aunque siguió acaparando su puesto como director del Teatro Nacional de Praga hasta su clausura por los nazis en 1944. Tal vez por ello, Talich fue acusado de colaboracionista tras la guerra — y eso que también fue interrogado en 1944 por la GESTAPO — y hubo de pasar un mes en prisión antes de que se levantaran definitivamente los cargos contra su persona. En 1946 fundó la Orquesta de Cámara Checa y se mantuvo a su frente apenas un par de temporadas. En 1947 Talich volvió a hacerse cargo de la Ópera de Praga aunque al año siguiente fue apartado de su puesto por las nuevas autoridades comunistas que desde 1948 dirigieron el país. El director fue enviado a Bratislava para que se hiciera cargo de la recién estrenada Orquesta Filarmónica Eslovaca. En 1952 volvió en calidad de director invitado a la Filarmónica Checa aunque ya apenas pudo dirigir como consecuencia de una enfermedad. Sus últimos años los pasó enseñando en los Conservatorios de Praga y Bratislava para terminar su labor docente como profesor de la Academia de Música de Praga. Retirado en su residencia de Beroun, al oeste de Praga, Vaclav Talich falleció allí el 16 de marzo de 1961 tras haber sido nombrado cuatro años antes Artista Nacional del Pueblo Checoslovaco.

 Vaclav Talich dejó su huella de una forma indeleble en la Orquesta Filarmónica Checa, preservando a la misma en unos períodos muy difíciles de su existencia y asegurando la continuidad de su futuro. Por medio de su extraordinaria personalidad, la orquesta contó desde siempre como una de las mejores de toda Centroeuropa y en cierta medida aún conserva los fundamentos artísticos cimentados por Talich. Director de fuerte carácter, los profesores temían sus repentinos ataques de ira cuando las cosas no funcionaban en los ensayos. No obstante, Talich supo siempre destacar por la tradicional elegancia en el fraseo de sus interpretaciones, aspecto de capital importancia en el conjunto de la música checa, y por resaltar la rica coloratura tonal de las mismas. Solía trabajar la orquesta por secciones hasta lograr un perfecto equilibrio sonoro y se mostró siempre muy minucioso y obsesivo durante los ensayos. Los compositores checos adquirieron una especial relevancia durante su trayectoria como director, estrenando y dando a conocer muchas de sus nuevas creaciones, al tiempo que mantuvo un enorme interés por la música impresionista y la de otros autores eslavos. Por otra parte, Mozart fue uno de sus compositores predilectos y sus lecturas sobre dicho compositor alcanzaron unos elevados niveles artísticos. Talich destacó además por su gran labor como docente y fue maestro de Karel Ancerl, Charles Mackerras y Milan Munclinger entre otros.

 De entre la producción discográfica debida a Vaclav Talich podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Danzas eslavas de Dvorak dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 7010); Stabat Mater de Dvorak, junto a Tikalova, Kalas, Krasova y Blachut, y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3830); Taras Bulba de Janacek dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3823); Mi patria de Smetana dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3826); y, finalmente, Marcha Sokol de Suk dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3822). Nuestro humilde homenaje a este magnífico director de orquesta.