La tentación de dirigir orquestas es grande para músicos que han descollado en el manejo de un determinado instrumento, generalmente el piano. Este fenómeno es del todo comprensible y surge por un deseo expreso del músico en cambiar los papeles tras una larga trayectoria como solista. El problema surge cuando en ese empeño de dirigir no se obtienen los mismos resultados brillantes que en la faceta de instrumentista debido, principalmente, a que la dirección orquestal es una actividad muy específica que requiere de una formación particular que no se aprende sólo por el hecho de haber intervenido en muchos conciertos acompañado de relevantes orquestas y no menos famosos directores. En ocasiones, el pianista metido a director corre con un doble peligro: Por una parte, no obtener la consideración como director que sí acaparó como pianista; y, por otra parte, descuidar un tanto la faceta como pianista al no ser ya una actividad exclusiva. Muchos solistas de relumbrón tuvieron que volver a la práctica instrumental tras haber fracasado estrepitosamente en su intento de dirigir, debiendo además recuperar un prestigio como solista que se perdió al pasarse al campo de la dirección. Vladimir Ashkenazy fue un excelente pianista que poco a poco cayó en la tentación de dirigir orquestas. Si bien nunca hubo de abandonar del todo su actividad como solista, lo cierto es que en la actualidad sus apariciones como pianista son contadas al no presentar la misma soltura de antaño.

Vladimir Davidovich Ashkenazy nació el 6 de junio de 1937 en Gorki, Rusia, y a los dos años la familia al completo se trasladó haca Moscú, ciudad en donde el niño comenzó sus clases musicales a los seis años a cargo de la profesora Zelenetzkaya. Poco después, Ashkenazy ingresó en la Escuela Central de Música de Moscú para estudiar durante diez años bajo la tutela de Anaida Sumbatian y también en el Conservatorio de Moscú a las órdenes de Lev Oborin y Boris Zemlianski. Enteramente dedicado al piano, Ashkenazy se presentó en 1955 con apenas dieciocho años al Concurso Internacional Chopin de Varsovia consiguiendo un meritorio segundo puesto tras el polaco Aram Harasiewicz, ganador de la edición. Al año siguiente, Ashkenazy logró imponerse en el Concurso Reina Isabel de Bélgica y aquello le brindó la posibilidad de iniciar una gira de conciertos y recitales por EEUU y Canadá. De vuelta a la URSS, Ashkenazy fue muy presionado por las autoridades soviéticas para presentarse al Concurso Chaikovski de piano en 1962, edición que conquistó sin dificultad ex aequo junto con el pianista británico John Ogdon. Cansado de las herméticas estructuras de la Unión Soviética que se empeñaban en dirigir su carrera artística a veces en contra de su propio criterio, Ashkenazy abandonó definitivamente la URSS en 1963 junto a su esposa, la islandesa Thorunn Trygvanson, para instalarse en Londres. Allí acrecentó su fama como insigne pianista gracias al contrato firmado con el sello DECCA para grabar la integral de las sonatas de Beethoven, entre otras obras. Tras seis años de residir en Londres y de convertirse en uno de los virtuosos del piano más solicitados por las salas de conciertos, en 1969 Ashkenazy fijó su residencia en la capital de Islandia, Reikjavik, sin duda influenciado por su mujer y buscando una calma que no era posible en Londres. Allí fundó un Festival de Música y animó la vida musical islandesa como nunca se había hecho con anterioridad, llegando a adoptar la nacionalidad islandesa en 1972.

A partir de 1978, Ashkenazy cambió de nuevo su residencia y se trasladó a vivir con su familia a la localidad suiza de Lucerna, ciudad en donde empezó a cultivar la dirección orquestal pese a que ya en Islandia había realizado sus primeros contactos con la batuta. Aún sin abandonar del todo su brillante carrera de pianista, Ashkenazy aprendió los fundamentos de la dirección orquestal de una manera más bien autodidacta. Sus primeras apariciones de relevancia como director tuvieron lugar en 1981 al frente de la Philharmonia Orchestra, formación con la que registró la integral sinfónica de Sibelius. Iniciando una fructífera relación con los conjuntos sinfónicos ingleses, en 1987 Ashkenazy fue designado director musical de la Royal Philharmonic de Londres en sustitución de André Previn. Allí se mantuvo hasta 1994, alternándolo desde 1989 con la dirección de la Orquesta Sinfónica RIAS de Berlín (actual Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín) hasta 1999, año en que fue sucedido por Kent Nagano. Un año antes, Ashkenazy fue nombrado director principal de la Orquesta Filarmónica Checa, entidad con la que ya venía estrechamente colaborando desde un par de años atrás. Cada vez más centrado en la dirección orquestal y luego de haber sido muy criticado por sus arreglos orquestales de obras muy conocidas (se atrevió a retocar los Cuadros de Mussorgski aludiendo a que la genial orquestación realizada por Ravel presentaba ciertas lagunas…), Ashkenazy fue propuesto como director titular de la Orquesta Sinfónica de la NHK de Tokio en 2004 en sustitución de Charles Dutoit. Allí permaneció hasta 2007 y, según la opinión generalizada, fue el período de consolidación de Ashkenazy como uno de los directores de orquesta más interesantes de su momento. También desde 2002, Ashkenazy aceptó la dirección laureada de la Orquesta Sinfónica de Islandia y desde 2005 es el encargado de la dirección musical de la Joven Orquesta de la Unión Europea. En 2009, se anunció la contratación de Ashkenazy como director titular de la Orquesta Sinfónica de Sydney relevando a Gianluigi Gelmetti, cargo que mantiene en la actualidad y que suele alternar con sus numerosas actuaciones al frente de la Philharmonia Orchestra, formación de la que es director emérito desde 1999, y con la Orquesta de Cleveland, formación de la que también es director invitado.

Vladimir Ashkenazy, en lo que a la dirección de orquesta se refiere, es un maestro que busca sonoridades densas y redondas con un estilo de batuta un tanto heterodoxo que se corresponde con su aprendizaje autodidacta. Dotado de una personalidad a veces caprichosa e intransigente, lo cierto es que Ashkenazy nunca se ha caracterizado por ser un director soberbio sino más bien por su humildad interpretativa. Al igual que ya le ocurrió en su faceta pianística, se le ha achacado a Ashkenazy un exceso de actuaciones que a veces implican una cierta superficialidad en algunas de sus lecturas. Sin embargo, su hacer como director es del todo consistente y eficaz, mostrándose como un gran especialista en la obra de algunos autores como Sibelius o Shostakovich. Obviamente, la música rusa ocupa un lugar privilegiado dentro de su repertorio aunque la música de su tiempo no parece interesarle mucho, de igual manera que la ópera. En 1986, Ashkenazy actuó en Madrid en su doble faceta de pianista y director al frente de la Philharmonia Orchestra. Las opiniones resultaron del todo coincidentes: Ashkenazy, como pianista, parece ser un músico mucho más solvente que como director y esta especie de sambenito le ha acompañado siempre en esta última faceta. Hombre de un carácter personal muy variable, Ashkenazy posee una inmensa colección de partituras que guarda como un tesoro en su biblioteca de Lucerna.

De entre la producción discográfica debida a Vladimir Ashkenazy — aquí sólo incidimos en su faceta como director de orquesta — podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Sinfonías nº5 y 7 de Beethoven dirigiendo la Philharmonia Orchestra (DECCA 105702); Sinfonía nº9 de Beethoven dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la NHK de Tokio (vídeo de referencia desconocida); los Conciertos para piano y orquesta de Beethoven tocando y dirigiendo la Orquesta de Cleveland (DECCA 421718);  Nocturnos de Debussy dirigiendo la Orquesta de Cleveland (DECCA 467428); Concierto para violoncelo de Dvorak, junto a Lynn Harrell y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (DECCA 425020); Sinfonía nº1 de Mahler dirigiendo a la Orquesta del Colegio Senzoku Gakuen (vídeo de referencia desconocida); selección de Conciertos para piano de Mozart tocando y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (DECCA 452958); Cuadros de una exposición de Mussorgski (en orquestación del propio Ashkenazy) dirigiendo la Philharmonia Orchestra (DECCA 414386); las 3 Sinfonías de Rachmaninov dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw (DECCA 455798); selección de obras orquestales de Ravel dirigiendo la Orquesta de Cleveland (DECCA 430413); la integral sinfónica de Scriabin dirigiendo la Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín (DECCA 88102 — integral en 3 CD´s); Sinfonía nº5 de Shostakovich dirigiendo la Philharmonia Orchestra (SIGNUM 135); y, finalmente, la integral sinfónica de Sibelius dirigiendo la Philharmonia Orchestra (DECCA 121902 — integral sinfónica en 5 CD´s). Nuestro humilde homenaje a este portentoso pianista y gran director de orquesta.