Fotografía de EL PAÍS

Perdón por el titular (recomendación de mi asesor de marketing)

Interesante el artículo de EL PAÍS sobre el tema de nuestros mayores.

La primera reflexión es que partimos de una base errónea al expresar “que hacer con nuestros mayores”.

¿Es que estamos hablando de seres descartables, que constituyen un estorbo, de los cuales debemos avergonzarnos? Indudablemente la respuesta es NO.

Entonces el planteo tiene que ser ¿Qué quieren hacer nuestros mayores con sus vidas y como debemos nosotros acompañar esa decisión?

Al contrario de otras sociedades,pareciera que la nuestra no hace un culto de la ancianidad y considera que llegar a determinada etapa de la vida constituye una carga para aquellos que durante mucho tiempo dependieron de ellos económica y afectivamente, no estando dispuestos a compensar ese esfuerzo.

NO hagas a los demás lo que no os guste que hagan con vosotros, tendría que ser la norma que guíe esta relación intergeneracional; pero parece que no estamos dispuestos a cumplirla.

Algunos plantean la necesidad de legislar sobre el tema para penar situaciones que aparecen con más frecuencia que la deseada. Casos de maltrato corporal, psíquico, mobbing y económico se conocen a diario y no son privativos de determinado colectivo, clase social o región.

Desconozco si el marco legislativo actual puede contemplar este tipo de incidentes o si por el contrario es necesaria una normativa ad-hoc para ello.

Lo que si creo necesario es no mirar para el costado ante lo que pareciera ser un colectivo — el de los mayores —  que se encuentra en estado de indefensión.

Es cierto que cada caso debe analizarse como un universo distinto, sobre todo cuando lo que trasciende siempre es la versión de una de las partes, pero existe un denominador común que es el sentimiento de molestia por parte de quien debe “cargar” con el anciano.

Y no parecen casos aislados cuando la mayoría los comentarios de los foristas expresan su padecer por la “lidia” que soportan con sus ancestros, aunque en muchos casos reflejan situaciones de no convivencia desde que eran párvulos y que en esta etapa cuando las fuerzas se han invertido suenan a revanchismos y venganzas… LAMENTABLE

Soy de andar mucho por mi ciudad (Madrid) y de contemplar  situaciones que a quién no se afane en observarlas pueden pasarle desapercibidas.

–          Mayores que deambulan durante el día, permanecen en plazas y parques durante muchas horas porque sus hijos” trabajan” ¿Alguien les pregunta si a ellos les gusta esa vida o es lo más fácil?

–          Mayores que “ceden” patrimonio a hijos, convirtiéndose en homeless sin desearlo y que tienen que depender económicamente al grado de la mendicidad cuando no tendrían necesidad.

–          Son “colocados“ en centros de día donde hacen cosas que no desean, comen lo que no les apetece  pero “están seguros y alimentados” a decir de sus familiares.

–          Factor económico mediante son ingresados en residencias, aislándoles de su entorno, sus amistades, sus actividades y pasan a ser  olvidados.

–          Los que todavía son “utilizables” se convierten en au pair  o chico de los mandados pues sus hijos, muy ocupados, no tienen tiempo, necesitan un desahogo y además así “se entretienen” los viejos

Muchas de las denuncias que se van conociendo son en contra de personas que no tienen vínculo sanguíneo con los mayores; se trata de parientes políticos que influyen en los sanguíneos para modificar el vínculo influyendo en decisiones que tal vez estos últimos por si sólo no tomarían.

Pero cualesquiera que fuere el que decide, no exime al sanguinis su parte de “irresponsabilidad” y sobre todo se ignora al anciano, principal interesado sobre su destino, que se resigna cual condenado  al veredicto.

Lamentablemente no se trata de un fenómeno nuevo pero si que se está potenciando y donde el estado poco puede hacer (más alla de mejorar instalaciones , generar actividades para la tercera edad, talleres, etcétera) y sobretodo – aunque sin malicia– las acciones desarrolladas no tienen en cuenta la visión / pensamiento de los usuarios (nuestros mayores)

Lo patético de la situación es que en general los damnificados viven su calvario en silencio y con resignación, aceptando su nuevo status como irremediable, consolándose con frases tales como :

–          yo me arreglo con poco

–         ellos lo necesitan más que yo

–         no quiero ser un estorbo

Es tiempo que como sociedad dediquemos un instante a reflexionar sobre este tema pues  todos llegaremos a viejos y el respeto y la veneración  por nuestros ancestros es la base para construir una sociedad mejor ¡Salvo que no aspiremos a ello!

UN ABRAZO y buen fin de semana

THENIGER