En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar la magnífica interpretación de las Diferencias sobre el tema «guárdame las vacas» del compositor burgalés Antonio de Cabezón. La versión corre a cargo del clavecinista napolitano Enrico Baiano, quien se especializó en clave en el Conservatorio de Milán y que ha ofrecido conciertos y recitales de música antigua por toda la geografía europea. Esta grabación se encuentra disponible en el sello SYMPHONIA (Ref 98156). Las diferencias son una especie de variaciones sobre un tema popular que surgieron como forma instrumental a finales del siglo XVI. En ocasiones este término se confunde con el de tiento, forma instrumental creada por Antonio de Cabezón que consiste también en una serie de pasajes imitativos de marcado acento contrapuntístico a la manera de un motete con carácter puramente instrumental. Las diferencias tienen una importancia capital en el desarrollo de la música de variación instrumental.

 Una de las novedades más importantes que se sucedieron a nivel musical en Europa durante el siglo XVI fue la expansión de la música instrumental autónoma, algo anteriormente inconcebible y que tendrá consecuencias revolucionarias para el futuro desarrollo de la música. A lo largo de la Edad Media, la música culta — religiosa — era exclusivamente vocal y los instrumentos existentes eran bastantes rudimentarios, no pudiendo competir en versatilidad y posibilidades con las voces. A partir del siglo XIII se empezaron a desarrollar otros instrumentos de teclado distintos al órgano que alcanzaron un notable relieve coincidiendo con la entrada del Renacimiento. Entre ellos, el arpicordio, la espineta, el dulcimer, el virginal, el clavecín y su competidor — por distinto procedimiento sonoro — el clavicordio. Con todo, el elemento tímbrico aún estaba lejos de representar un papel relevante y las piezas que se componían lo eran para ser interpretadas indistintamente por teclados, arpa o vihuela. Ello revela un genérico concepto de lo instrumental y una gran capacidad adaptativa de la música. Uno de los grandes compositores españoles de música instrumental de la primera mitad del siglo XVI fue el burgalés Antonio de Cabezón.

 Se cree que Antonio de Cabezón nació en un día indeterminado del año 1510 en la localidad burgalesa de Castrillo de Matajudíos, hoy Castrillo de Cabezón. Invidente desde la infancia e hijo de una familia emparentada con la nobleza, Cabezón estudió en Palencia con el maestro García de Baeza y en 1522 fue presentado en la corte del emperador Carlos V. Unos años más tarde entra al servicio de la emperatriz Isabel y posteriormente fue músico de cámara de Carlos V y de su hijo, el príncipe Felipe. Cabezón tuvo la fortuna de ganarse el favor y el cariño de Carlos V y en 1538 se le permitió instalarse en Ávila, ciudad de donde era su esposa. Ya durante el reinado de Felipe II, el maestro Cabezón tuvo la oportunidad de viajar a Francia, Italia, Países Bajos e Inglaterra. Mediante estos viajes, su música se dio a conocer y se extendió por toda Europa. Antonio de Cabezón murió en Madrid el 26 de marzo de 1566 rodeado de parientes, amigos y alumnos.

 Cabezón fue un auténtico prodigio como ejecutante de teclado, especialmente del órgano y del clave, y también un gran investigador en el campo de la composición, abriendo nuevos e insospechados caminos que marcarían de forma indeleble el discurrir de la música. Con una notable influencia a nivel contrapuntístico de Josquin des Prez, Cabezón creó un nuevo lenguaje compositivo en el que se mezclaban elementos en principio dispares y cultivó una vocalización instrumental que proporcionó nuevas y sorprendentes texturas, eliminando cualquier asomo de retórica y de adorno gratuito. Su estilo es claro y puro con un magistral empleo de la disonancia y de las tensiones entre armonía y melodía. Según el especialista Santiago Kastner, «gracias a Cabezón se facilitaron las vías de la fantasía monotemática y de la fuga que más tarde fueron aprovechadas por Johann Sebastian Bach». Acorde con lo mencionado por su hijo, Hernando de Cabezón — quien publicó en 1574 y de manera póstuma Obra de música para tecla, arpa y vihuela compuesta por su padre — el libro publicado sólo contiene las piezas dedicadas a los alumnos y faltan las más importantes. De ser esto cierto, nos faltarían las mejores obras de Cabezón pese a la extraordinaria importancia de las que aún subsisten. Nuestro humilde homenaje a este grandioso compositor.