¡Atención! ¡Peligro! Un loco anda dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Viena en el Festival de Salzburgo y además sin batuta. Se ruega avisen a las autoridades en caso de avistamiento. Recomendamos encarecidamente no molestar al individuo so pena de quedarnos hipnotizados ante sus hechizantes movimientos de manos. Tápense los oídos y cierren los ojos: Enorme riesgo de contagio.
Bromas aparte, aquí os dejo un guiño de VALERY GERGIEV dirigiendo a la Wiener Philharmoniker durante el Festival de Salzburgo del año 2000. El vídeo muestra al gran maestro ruso interpretando el último movimiento de la Sinfonía Clásica de Prokofiev con ese peculiar estilo consistente en dar saltos, fingir la batuta con la prolongación de sus dedos, adoptar expresiones cuasi demenciales y gritar a la orquesta. Si el bueno de Karl Böhm levantara la cabeza y viera tal heterodoxa forma de dirigir a su más querida orquesta, no dudo en que se volvería a la tumba no sin antes haberle dado un par de buenos tortazos al aforado moscovita. Aunque, seguramente, el veterano maestro de Graz hubiese comentado a sus íntimos: –«El caso es que la orquesta suena muy bien…» –. En efecto, se podrá criticar ese estrafalario estilo de dirigir una orquesta, esa manera de despeinarse como consecuencia de los interminables vaivenes sobre el podio y esas pintorescas formas de dibujar la secuencia melódica, pero, hasta el momento, todo lo que yo he escuchado del director ruso me ha parecido, cuanto menos, extraordinario. Sus versiones de Prokofiev son, hoy en día, insuperables (Y, además, le va mucho ese tipo de música a su peculiar modo de dirigir). No me extraña que Gergiev haya sido alumno de Yuri Temirkanov, a quién yo observé en el Real como marcaba las entradas con la nariz en la Cuarta de Chaikovsky. Y tampoco me sorprende que una orquesta tan exigente y comprometida como la London Symphony haya decidido nombrarle director titular, sucediendo al mítico Sir Colin Davis.
¿Y la orquesta? Pues afirmo que la Wiener Philharmoniker es la mejor del mundo, a pesar de que en un reciente reportaje de la prestigiosa revista británica Gramophone este honorífico puesto haya sido adjudicado a la no menos prestigiosa Concertgebouw de Amsterdam. Tan sólo me basta con escuchar el sonido de la cuerda y de las maderas en el vídeo del enlace con la interpretación de Gergiev para reafirmar mi predilección por la agrupación vienesa. Por cierto, en breve dejaré colgada la lista con las, a mi juicio, diez mejores orquestas del mundo. Pocas sorpresas, anticipo.
Un loco anda suelto por Salzburgo sin batuta. Sí, pero un loco genial. Seguiremos muy de cerca las andanzas de Valery Gergiev. Si creéis estar inmunizados contra cualquier tipo de interpretación musical, os dejo este fragmento con el final de El Pájaro de Fuego de Stravinsky, en la misma versión de Gergiev y sus embrujados vieneses. ¡Peligro! ¡Alto voltaje! Final no apto para cardíacos… ¡Brillantísima versión! Tengamos siempre en cuenta que la labor de un director empieza justo en el día en que toma la partitura y la estudia. El concierto es la última parada de un viaje que, por lo general, resulta apasionante. Disfrutad con Gergiev y… ¡Sed prudentes si por casualidad coincidís con él!
En estado de trance, así me ha parecido que está Gergiev en los dos enlaces, y así me he quedado yo. Impactado. Me parece un genio sin discusión, un tipo que transmite, que pelliza, como se dice en el argot flamenco. Me ha recordado un poco a Celibidache.
Tampoco conocía a Gergiev. Si es que no sé nada, Leiter…Muchas gracias, de nuevo por compartir tus conocimientos y tu devoción, Por cierto, magnífico post desde todos los puntos de vista. Y desde ya me apunto a la nueva sección de guiños musicales.
También espero ansioso el post sobre las mejores orquestas. Desde mi desconocimiento, aprecio que unas suenan mejor que otras, pero no sé hasta qué punto el director es responsable del sonido. Otra cosa son las interpretaciones. Ahí sí advierto diferencias abismales cuando cambia el director. Pero en el sonido no tanto. Bueno, la verdad es que no estoy muy seguro de lo que estoy diciendo.
En fin, que muchas gracias de nuevo. Me bajo al post sobre la sinfonía nº 39 de Mozart.
Una buena orquesta hace también bueno el mediocre director. Un conocido director argentino-israelí me comentó en una ocasión que la Filarmónica de Viena prescinde de las indicaciones del director cuando observa que su nivel artístico no está a la altura. Dicen que esto ha ocurrido en algunos conciertos de Año Nuevo, donde la orquesta «pasa» literalmente de algún que otro iluminado y tocan «a su bola». Por cierto, ese director al que aludí va a tocar el Concierto de Año Nuevo próximo. Esperemos que la Filarmónica de Viena no se le vaya de las manos…
A la inversa. Hace ya muchas décadas, Van Beinum tenía programado una Primera de Mahler con el Concertgebouw, en concierto normal de abono. Enfermó repentinamente y no hubo manera de encontrar sustituto. Aconteció que por Amsterdam estaba un tal Kyril Kondrashin, prometedor director ruso. Por la mañana le ofrecieron el temible reto y por la tarde, a eso de las 15.00 horas, se celebró el concierto sin ensayos. La versión de la Primera de Mahler fue antológica. Cuentan que Kondrashin se comía a los profesores con la mirada para, obviamente, hacerse entender.
Diferenciar el sonido de una orquesta es complicado, requiere de muchos años de audición y estudio. Te garantizo que en muchas ocasiones, escuchando RADIO 2 CLÁSICA, hago mis pronósticos sobre quién dirige eso que he sintonizado una vez empezado el programa y casi nunca acierto. Por regla general, existen cuatro tipo de sonoridades: La Centroeuropea (Filarmónica de Viena y Berlín. También Praga); la francesa (Inconfundible la Orquesta de París y alguna que otra americana por el origen francés de muchos de sus antaño titulares, Munch, Monteaux… Por ejemplo, la Boston Symphony tiene un delicado toque francés heredado); la americana (Chicago y, sobre todo, Nueva York) y la de Europa del Este (Mayormente, la antigua Filarmónica de Leningrado, hoy de San Petersburgo). Ahondar en las características de las mismas sería objeto de una entrada entera dedicada a tal menester. No lo descarto, pero a medio plazo, que eso es muy complicado.
No vas mal encaminado, en mi opinión, con tus reflexiones. El buen director de orquesta saca el mejor sonido de la orquesta a la que dirige, con independencia de la interpretación. Karajan era un mago en ese tema y extraía sonoridades increíbles en conjuntos orquestales no tan brillantes a priori como su Filarmónica de Berlín. Existen directores meticulosos que analizan la acústica de la sala antes del concierto para obtener el grado de reverberación de la misma y en consecuencia adoptar unos tempi más o menos lentos. Es todo un mundo. Posiblemente, llegar a ser director de orquesta es lo más complicado que existe hoy en día, casi como llegar a ser astronauta.
Un abrazo, Ángel
LEITER