León Leoni fue uno de los principales escultores lombardos del manierismo clasicista. Natural de Arezzo, Leoni mantuvo un taller abierto en aquella ciudad en el que contó con la colaboración de su hijo Pompeyo. Si bien su oficio principal era el de orfebre, Leoni supo trabajar también la estatuaria de gran tamaño que adornaba con la técnica detallista y ornamental de un verdadero maestro. Fue también, junto con Benvenuto Cellini, un extraordinario medallista y precisamente en ese arte se iniciaron sus servicios a Carlos V a partir de 1549. Esto ocurrió por mediación del marqués del Vasto, por quien el emperador encargó a León Leoni las medallas de la emperatriz Isabel y las suyas propias. Excelentemente dotado como retratista, Leoni realizó bustos y retratos de cuerpo entero en mármol y bronce del emperador, de la emperatriz, del infante Felipe y de María de Austria. También esculpió medallones marmóreos con la ornamentación de diversos motivos y el centrado del retrato del emperador, como los que se conservan en el Museo del Prado.

 Carlos V dominando al Furor fue probablemente la obra más notable salida de sus cinceles. Comenzada en 1550 y terminada tres años después, la escultura fue fundida en Ausburgo y hoy se conservan varias copias, como la del patio del Alcázar de Toledo y la del Palacio Real de Madrid. Pero sin duda, el ejemplar más conocido y mejor acabado es el que actualmente se expone en el Museo del Prado. Inspirado en el grupo del Genio de la Victoria de Miguel Ángel, la figura del emperador se concibió desnuda, hercúlea y en el llamado contraposto, es decir, a semejanza de un césar romano, cubriéndose con una armadura contemporánea articulada que puede ser desmontada pieza por pieza, en lo que supone un formidable alarde técnico. El emperador aparece representado con gran serenidad y dignidad, en actitud concentrada y melancólica más que victoriosa. El protagonista aparece apoyando sus pies sobre el Furor, cuyo cuerpo retorcido yace sobre una peana cubierta por trofeos trabajados con gran detallismo y virtuosismo técnico. Leoni ensalza al emperador, en cuya coraza abundan alegorías del poder y de las virtudes imperiales. Un clasicismo con recuerdos del retrato helenístico inspira a este grupo, al que se une también la influencia de la tradición germánica de los broncistas del gótico final, aún muy viva en Milán.