Sólo un tangerino como usted podía dar tanto juego en la escena política, don Jorge. De la más extrema de las derechas, hasta alzarse con nada menos que con la secretaría general de Alianza Popular, con don Manuel Fraga como consumado maestro de sus peculiares ceremonias. No le importó lo más mínimo que sus propios compañeros calificasen de «suicidio» su pugna con el profesor Tierno para disputarse la alcaldía madrileña allá por 1983. Y, cuando en su trascendental pregunta al por entonces presidente del gobierno, Felipe González, sobre si el PSOE había recibido financiación procedente de un oscuro emporio alemán (caso Flick) recibió usted una de las respuestas más académicamente solícitas que se hayan dado jamás en el Congreso: «No, señor Verstrynge. Repito que no he recibido un céntimo ni de Flick ni de Flock».  Verdadero ejercicio de oratoria del inefable Felipe. Se le veía con tanto arrojo que no tardó usted en abandonar las filas populares para interesarse por las corrientes ideológicas del PSOE. ¿Tuvo que ver algo la referida y docta respuesta?  Pero aquello no bastó. Su visión era tan amplia que el PSOE se le quedó pequeño y, así, llamó a las puertas del PCE. Hoy en día expone sus valiosas tesis políticas en la Fundación de Investigaciones Marxistas. Ahí es nada. Incluso algunos medios se atreven a vetarle debido a la fuerza arrebatadora de sus comentarios sobre distintos aspectos sociológicos. La verdad, con V de Verstringe, es que es usted un hombre genuino. Muy pocos políticos actuales pueden presumir del extenso bagaje que usted atesora. ¿Qué más se le puede pedir a un político que ha pulsado todas las teclas posibles del universo ideológico? Yo creo que aún le falta una parada: ¿Quizá el anarquismo?  Mi admiración y mi brindis por usted, don Jorge.