Donatello fue quien abrió la escultura florentina a la antigüedad romana, la cual se va a convertir en fuente de inspiración de modelos, formas y técnicas. Quizás por ello, Donatello siempre ha sido considerado como uno de los grandes protagonistas del Renacimiento italiano. Genio y polifacético de extraordinaria fuerza creadora, Donatello cultivó una gran variedad de géneros escultóricos, trabajando con todos los materiales y expresándose con una variada actitud de registros. Una de sus máximas aportaciones fue la de recuperar de la Antigüedad el concepto de estatua clásica que puede ser admirada a su alrededor en varios perfiles. Asimismo, también resucitó de la Antigüedad los temas del desnudo y del retrato. Por todo ello, Donatello es un artista de capacidades sobrehumanas, convicciones muy profundas y emociones turbulentas, con una ilimitada invención y un inagotable sentido autoanalítico.

 Fue en la iglesia de Orsanmichele, propiedad de los gremios florentinos, donde Donatello va a experimentar con la estatua de tamaño natural y su espacio circundante, al estar alojadas en nichos en el exterior de sus muros. A raíz de este período compositivo, fundamental en la trayectoria artística del autor, Donatello compuso la serie de cuatro Profetas que esculpió con destino al campanile de la Catedral de Florencia, y que son el grupo de Abraham e Isaac, Jeremías y el David que aquí nos ocupa. Con esta obra, Donatello consiguió liberar del todo a la escultura del marco arquitectónico y, de hecho, es considerada como el primer desnudo moderno. Realizada aproximadamente hacia 1440 por encargo de Cosme de Médici, la estatua recoge un hedonismo más públicamente pagano, sensualmente gozoso, de una línea fácil y melódica con una fuerte influencia de la llamada curva de Praxíteles. La estatua, en bronce y de unos 158 centímetros de altura, presenta el cuerpo de un adolescente formado por amplias y sencillas masas y a su vez compuesto según un sistema de diagonales que acentúa la belleza de su línea de contorno. La cabeza, tocada por un sombrero, despierta cierta ambigüedad y parece estar inspirada en la de la escultura romana de Antinoo. Posiblemente, el David es la obra más famosa del escultor y en la que Donatello redescubre el estilo Gótico Internacional, elegante y cortesano, para darle una nueva forma plástica y seductora. Aquí no se nos presenta a David como el heroico vencedor de Goliat, sino como un joven extraordinariamente sensual, seductor y algo ingenuo. De esta forma, podemos afirmar que entre el Clasicismo y el Gótico, con el David de Donatello nace la nueva escultura del Renacimiento.