[Noticia de PÚBLICO]

 Esta mañana he salido temprano para limpiar las estanterías de este bar virtual de copas y me he encontrado con una insólita noticia que merece a todas luces ser publicada en este local por si alguien viene a tomarse un vermut en el Día de la Madre. Un servidor, que ya se va haciendo inexorablemente viejo con el paso de los años, parece estar vacunado ante cualquier circunstancia de la vida. Sin embargo, noticias como ésta con la que me he desayunado hoy sobrepasan los límites de mi proceso cognoscitivo y racional. Y, además, me envuelven en un halo de melancolía espiritual por un simple motivo: Quien esto suscribe aprendió a manejar un vehículo hace ya casi 40 años, en aquellas jornadas dominicales de verano en las que me iba a pasar el día con mis padrinos a la Sierra Pobre de Madrid, a Lozoya y La Pinilla, en aquel Seat 1430 propiedad de don Tomás, el marido de doña Lola, un personaje decisivo en mi vida y del que ya os he hablado aquí en alguna ocasión. Allí, junto al pantano, don Tomás me dio sus primeras lecciones de conducción (pisa el embrague, mete primera y vete soltando muy despacito…) mientras que doña Lola se afanaba en preparar el pantagruélico almuerzo compuesto por lo más selecto de la gastronomía murciana: Alioli preparado en mortero y con mucho ajito, chuchaina, pipirrana, arroz con conejo de monte y alfajores. Me encantaba sentirme importante al volante de ese Seat 1430 por aquellos parajes campestres en donde no molestábamos a nadie. Al día siguiente, en el colegio, presumía ante mis compañeros de una hazaña que yo solía exagerar hasta límites de escasa credibilidad. Pasaron algunos años y mis aventuras con los vehículos se terminaron desde que una noche, apreciando una recta por donde venía una curva, estrellé un Renault-12 familiar junto a un poste de luz en la isla de Menorca. El coche era propiedad de la máxima autoridad militar de la isla y yo estaba en pleno proceso de reclutamiento para realizar el entonces obligatorio Servicio Militar. Tuve que huir hasta Barcelona para evitar males mayores y sólo la Providencia me salvó de dar con mis huesos en una cárcel de menores (iba bebido, sin permiso de conducir y conduciendo un vehículo que no era de mi propiedad junto al hijo del comandante en cuestión). Afortunadamente, no nos pasó nada aunque el coche quedó como un acordeón. En fin, un pecado de juventud del que estoy arrepentido y del que pienso que pudo acabar en una tremenda tragedia si en vez de pararme el poste lo hace otro coche. A los tres meses de aquel suceso, el chico que me acompañaba en el coche y yo nos reíamos de aquello en las calles de Madrid.

 Esos episodios de mi vida los tenía ya guardados en el trastero hipotalámico cuando esta mañana he leído una noticia que me ha dejado patidifuso: Resulta que anoche, en Madrid, tres jóvenes fueron detenidos por conducir un vetusto Seat 124 (un coche similar al ya referido Seat 1430) a una velocidad estimada de 180 kilómetros por hora. Tras una persecución con tintes de película de El Vaquilla (un conocido delincuente de los años setenta experto en realizar todo tipo de diabluras al volante con apenas diez años de edad) el coche se estrelló contra una dotación policial y los jóvenes fueron detenidos tras una persecución a pie por las calles de Madrid. Este tipo de modelos, el Seat 124 y el Seat 1430, son vehículos que se dejaron de fabricar hace unos 35 años, por lo que resulta casi imposible ver ya alguno de ellos circulando por Madrid. Lo que resulta realmente paradójico es que estos modelos, y especialmente el Seat 1430, eran los vehículos predilectos de aquellas pandillas de jóvenes atracadores que camparon a sus anchas por Madrid durante los años setenta y primeros ochenta, llegando a convertirse en dudosos mitos a los que se les dedicó alguna que otra producción cinematográfica de enorme éxito comercial. Alguno de esos jóvenes, tras cumplir con la Ley, han terminando asesorando a la Guardia Civil en materia de técnicas de conducción, como El Pera.

 En resumen, que leyendo esta noticia, no he dejado de reflexionar a lo largo de toda la mañana y me he planteado las siguientes cuestiones:

– Un Seat 124, unos jóvenes delincuentes que huyen de la Policía, un entorno tradicional como el Paseo de Extremadura madrileño… ¿No será que esta noche hemos asistido un extraño fenómeno de regresión temporal y nos hemos instalado de nuevo a finales de los años setenta?

– Un Seat 124 a 180 Kms por hora. O bien ese motor estaba trucado en Talleres Paco o bien se trata de un error en la fuente. Cuando en un coche de esos alcanzabas los 130 Kms por hora, el volante te temblaba ya tanto que se hacía harto difícil su manejo. Mi pareja se compró un modesto Clío hace ya más de diez años (y lo acabó arrugando un par de años después en la M-30 al empeñarse en adelantar por la derecha a un camión…) y un día lo probamos en la referida M-30 aprovechando el escaso tráfico de una jornada festiva y veraniega. El coche no pasó de 140 Kms por hora con el pie metido a fondo en el acelerador… ¿Llevaría ese Seat 124 instalado un moderno difusor de gases? Al parecer, ingenieros de Ferrari, McLaren y Red-Bull se encuentran en estos momentos viajando hasta España para analizar el motor del vehículo siniestrado.

– ¿De dónde demonios han sacado esos delincuentes un trasto de más de 35 años de antigüedad? Bueno, lo de trasto en un coche capaz de alcanzar los 180 Kms por hora… Ya quisieran fabricar ahora vehículos como los de antes.

– ¿No se han enterado esos delincuentes de la nueva normativa que restringe la velocidad máxima tanto en ciudades como en autopistas? ¿O acaso esa actuación obedeció a un romántico acto de protesta contra dicha normativa?

– ¿Han vuelto los espectros de El Vaquilla y El Torete?

– ¿Copiarán los planos de ese vehículo los ingenieros de Ferrari para dotar de mayor velocidad al fracasado F-150 de esta temporada? ¿Pedirán esos mismos ingenieros la libertad condicional del delincuente que manejaba el vehículo para sustituir a Felipe Massa durante el resto de esta temporada?

– ¿Llevarían esos delincuentes en el vehículo alguna cinta de casette con música de Los Chichos o Los Chunguitos? Por favor, si es así, que me la pasen. Eso sí que era buena música y no los bodrios que hacen ahora.

– ¿No habrá sido todo una confusión y de lo que realmente se trataba era del rodaje de una nueva película de Torrente?

 En fin, que ahí dejo planteadas esas cuestiones para mayor asombro mío. Por último, felicitar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por la detención de esos anacrónicos delincuentes. Y una petición: Arreglen ese Seat 124 y que sea exhibido en La Cibeles para mayor desvergüenza de los actuales fabricantes de vehículos.