Hoy nos adentramos en las extensas y misteriosas tierras rusas para dar a conocer la vigésima entrega de esta serie destinada a seleccionar las diez pinturas más representativas de los principales museos del mundo. Le llega el turno a la Galería Tretyakov de Moscú, un impresionante museo que alberga nada más ni nada menos que unas 130.000 obras de estilos tan cronológicamente opuestos como los iconos medievales y las tendencias más modernas del realismo socialista. Fundada en 1856 por Pavel Tretyakov, la galería se ubica en un edificio diseñado al estilo de cuento de hadas ruso por el arquitecto Viktor Vasnetsov, quien lo concluyó en 1904 tras dos años de trabajos. A la galería también pertenece la adyacente iglesia de San Nikolai y el edificio del Krimski Val. Con esta entrada ya atesoramos 200 obras de los mejores museos del mundo… Y las que nos quedan. Así, hasta ahora, hemos visitado El Prado, El Louvre, La Galería de los Uffizi, La National Gallery londinense, El Rijksmuseum de Amsterdam, El Orsay parisino, el Metropolitan de Nueva York, la Alte Pinakothek de Munich , el Museo Thyssen-Bornemisza, el Kunsthistorisches de Viena , el Hermitage de San Petersburgo , el Reina Sofía, la Pinacoteca di Brera en Milán, el MOMA neoyorquino, el Chicago Art Institute, el Museo de Bellas Artes de Boston, la Tate Gallery de Londres, el Museo Borghese de Roma y la Galería de la Academia de Venecia.. Como siempre, esta selección de obras pictóricas está dedicada a la madrina de este blog, Amalia, de quien recibimos en su día la bendición para dar paso a esta aventura. A ver qué os parece mi selección. Espero que sea de vuestro agrado.

1- VIRGEN DE VLADIMIR (anónimo): Este es posiblemente el icono más venerado de toda Rusia. Las primeras noticias que se tienen de este icono datan del año 1132, cuando el Patriarca de Constantinopla se lo presentó al Gran Príncipe Yuri Dolgoruki. Posteriormente el icono fue trasladado a la ciudad de Vladimir, enclave del que tomó su conocida denominación. En 1395 el icono fue llevado a Moscú para proteger a las tropas rusas frente a las hordas turcas que, tras saquear Ryzan, abandonaron inexplicablemente las tierras rusas. Desde entonces se le han atribuido propiedades del todo milagrosas, como lo prueba el que también fue utilizado frente a los mongoles en 1480 y frente a la invasión de los ejércitos de Crimea en 1591. Durante varios siglos el icono se exhibió en la Catedral de Moscú y desde 1999 se encuentra ubicado en la Iglesia de San Nicolás de Tolmachy, un edificio adyacente y que forma parte del conjunto artístico de la Galería Tretyakov.

2- LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN de Teófanes el Griego: Sabemos que Teófanes el Griego se estableció en Moscú alrededor de 1390 y que desde entonces fue reconocido como un artista del todo original debido al enfoque de sus obras. Este bello temple sobre tabla es un tema recurrente de la iconografía ortodoxa. La representación muestra a la Virgen sin vida rodeada de los apóstoles que reflejan diversos gestos de dolor. Tras ellos, dos padres de la iglesia ortodoxa exhiben hábitos blancos litúrgicos con cruces. La poderosa figura de Jesús domina la escena y sostiene el alma de la Virgen en forma de bebé acunado. La tabla destaca por los colores, la fuerza dramática y la coherencia de la composición. Obra también de gran valor espiritual para los rusos.

3- LA TRINIDAD DEL ANTIGUO TESTAMENTO de Andrei Rubliev: Rubliev es probablemente el mejor y más conocido pintor de iconos rusos. Al parecer, Rubliev colaboró con Teófanes el Griego en la decoración de la catedral de la Asunción de Moscú y fruto de aquel trabajo es esta madera sobre temple. La obra fue incluida por el Consejo Eclesiástico de Moscú en el canon oficial como representación ideal de la Santísima Trinidad. Rubliev plasmó el complicado concepto de la Trinidad mediante una sola imagen simbólica en donde las figuras sostienen báculos mientras que el cáliz representa a la eucaristía. El autor supo romper con la severidad de forma, color y expresión de los iconos de la tradición bizantina rusa, infundiendo una bondadosa e innovadora espiritualidad en los mismos. Toda esta tabla destaca por su serenidad y placidez.

4- RETRATO DE MARIA DYAKOVA de Dmitri Levitski: Natural de Kiev, Levitski se convirtió en uno de los mejores retratistas de toda Rusia y llegó a dirigir la Academia de las Artes Rusas en 1769. Pese a la gran cantidad de retratos que realizó a lo largo de toda su vida, Levitski murió en la más absoluta pobreza en 1822. Este cuadro presenta a la retratada con una gran candidez expresiva sobre un fondo neutro que evita cualquier distracción. La pincelada es muy suelta, con una gran combinación de tonos verdes y grises que resaltan el maquillado rostro de la joven. La obra, con la elegancia propia del estilo Rococó, es del todo poética y delata la gran sensibilidad formal y compositiva de este gran retratista ucraniano.

5- ATARDECER EN EL VOLGA de Isaak Levitan: Natural de Lituania y nacido en el seno de una familia judía, Isaak Levitan es uno de los mejores paisajistas que ha dado la pintura rusa. Su obra abarca más de 1.000 ejemplares entre lienzos, acuarelas, pasteles, ilustraciones… Levitan fue el creador del conocido como paisaje de estado de ánimo, un concepto en el que se espiritualiza la forma y el paisaje se convierte en una proyección del alma humana. En este maravilloso óleo observamos el silencioso recogimiento de un paisaje de atardecer en el río Volga en donde sólo la presencia de cuatro barcazas abandonadas se añade a la soledad de una naturaleza que desprende melancolía mediante la amenazadora presencia de los nubarrones. El artista ha logrado combinar con insuperable maestría todas las gamas azules para crear un entorno poético y solitario repleto de nostalgia. Exquisito cuadro que, con vuestro permiso, me llevo directamente a mi casa.

6- EL INESPERADO de Ilya Repin: Repin fue uno de los representantes más destacados del realismo ruso y sus pinturas reflejan una gran profundidad psicológica al tiempo que exhiben las tensiones del orden social existente. Repin posee una técnica pictórica del todo abrumadora y precisa, siendo capaz de plasmar cualquier mínimo detalle en una perfecta conjunción de formas, luces y colores. En este prodigioso lienzo, Repin juega con los cruces de miradas de los personajes al contemplar la llegada del hombre a quien nadie espera en la casa. La doble iluminación está perfectamente resuelta y el cuadro parece una verdadera instantánea fotográfica. Particularmente atractivo resulta el empleo de una formidable perspectiva aérea que define a la perfección los distintos contornos de una composición diseñada en diagonal. Obra maestra absoluta — un antiguo profesor mío comentaba que esta obra era la versión rusa de Las Meninas — que también me llevo a mi casa.

7- LA ADIVINA de Mikhail Vrubel: Natural de Omsk, en la lejana Siberia, Mikhail Vrubel es considerado como el mayor exponente ruso del simbolismo y del post-impresionismo. Pintor dotado de una extraordinaria formación académica, Vrubel desarrolló una particular inclinación por la composición fragmentaria y el llamado toque sin terminar. En este cuadro se aprecia perfectamente el gusto del pintor por la fragmentación como indudable herencia del mosaico bizantino. La obra presenta igualmente una sensación de abocetamiento conforme a los criterios creativos del artista. El valiente y poderoso manejo del color mediante la utilización de tonos fuertes y saturados imprime un cierto carácter de relieve a un cuadro sumamente original por el igual tratamiento de toda la masa pictórica.

8- COMPOSICIÓN VII de Vasili Kandinski: Este cuadro, el más grande y ambicioso de la serie, fue pintado en 1913 durante tres intensos días en el estudio que tenía el autor en Munich. Para la composición de este óleo Kandinski realizó más de treinta estudios preliminares, cifra que jamás fue superada en ninguna de sus restantes obras. Partiendo de un núcleo situado en la parte central izquierda, el cuadro se va ampliando a base de colores, formas y líneas intersecadas que contrastan entre sí y que alternan zonas de pintura muy empastada con otras más diluidas. El óleo es pura abstracción y ha perdido cualquier función figurativa. Kandinski describió sus composiciones como unas visiones interiores análogas en forma y construcción a una sinfonía. Obra maestra absoluta del autor y una de las primeras manifestaciones pictóricas del lenguaje abstracto.

9- EL CUADRADO NEGRO de Kazimir Malevich: Pese a la simpleza constructiva y formal que puede desprender este óleo en una primera contemplación, sirva decir que el ucraniano Malevich fue uno de los pintores más académicamente formados del primer tercio del siglo XX en Rusia y llegó a ejercer como profesor en la Escuela de Arte de Vitebsk. Durante la década de los años diez, Malevich abandonó cualquier tendencia a los elementos figurativos en aras a una composición del todo abstracta. En este cuadro, Malevich eligió pintar un cuadrado, una figura geométricamente pura sobre un fondo completamente blanco. En el Museo Estatal de San Petersburgo se conserva otra obra similar, un círculo negro sobre fondo blanco. Perseguido por el régimen soviético, Malevich murió en 1935 aunque posteriormente el Estado Soviético adquirió muchas de sus obras.

10- LA BODA de Marc Chagall: Aunque nacido en Bielorrusia, Marc Chagall desarrolló la mayor parte de carrera artística en Francia aunque volvió a Rusia para participar activamente en la Revolución de Octubre. Chagall es uno de los máximos representantes del surrealismo y en este cuadro se observa la típica referencia al mundo onírico y fantástico. Este tema de la boda fue muy repetido por Chagall en numerosas pinturas y en ellos el artista expone sus recuerdos religiosos de juventud dentro de un entorno de tradición judía. El cuadro, que presenta también un ineludible componente expresionista, presenta una composición piramidal en la que el artista prescinde de cualquier añadido cromático con excepción de la tonalidad roja que colorea al ángel. Esta arbitrariedad en la utilización del color consigue resaltar la violencia de las emociones en los personajes.