Presentamos hoy la vigésimo primera entrega de esta serie dedicada a seleccionar las pinturas más representativas de las más importantes pinacotecas del mundo. Regresamos a Centroeuropa y visitamos la destacada Kunsthalle de Hamburgo, una pinacoteca formada por tres edificios distintos que fueron construidos entre 1863 y 1997. Si bien el museo contiene obras de los pintores renacentistas alemanes junto a destacadas muestras del renacimiento italiano, el conjunto alberga principalmente una extraordinaria colección de pintura del siglo XIX junto con lo más relevante de las modernas tendencias surgidas en el posterior siglo XX. Con esta entrada ya atesoramos 210 obras de los mejores museos del mundo… Y las que nos quedan. Así, hasta ahora, hemos visitado El Prado, El Louvre, La Galería de los Uffizi, La National Gallery londinense, El Rijksmuseum de Amsterdam, El Orsay parisino, el Metropolitan de Nueva York, la Alte Pinakothek de Munich , el Museo Thyssen-Bornemisza, el Kunsthistorisches de Viena , el Hermitage de San Petersburgo , el Reina Sofía, la Pinacoteca di Brera en Milán, el MOMA neoyorquino, el Chicago Art Institute, el Museo de Bellas Artes de Boston, la Tate Gallery de Londres, el Museo Borghese de Roma, la Galería de la Academia de Venecia y la Galería Tretyakov de Moscú. Como siempre, esta selección de obras pictóricas está dedicada a la madrina de este blog, Amalia, de quien recibimos en su día la bendición para dar paso a esta aventura. A ver qué os parece mi selección. Espero que sea de vuestro agrado.

1- LOS NIÑOS HÜLSENBECK de Philipp Otto Runge: Uno de los máximos exponentes de la pintura romántica alemana, Otto Runge destacó por el empleo simbólico del color y de los motivos. Gran retratista, en este óleo Runge pinta a los tres hijos de una familia de comerciantes de Hamburgo al mismo nivel del espectador, a diferencia de los típicos retratos de niños anteriores al siglo XIX en donde éstos se representaban como pequeños adultos. De izquierda a derecha, los tres niños representan los distintos grados de la conciencia en estado ascendente. La valla del jardín, definida con todo lujo de detalles, parece aislar a los niños de la realidad en la que viven. Gran factura en el dibujo y valiente uso del color.

2- LA ADORACIÓN DE LOS REYES de Friedrich Overbeck: El conocido como grupo de los nazarenos, uno de cuyos fundadores fue Overbeck, mantenía que el arte debía tener un contenido moral o religioso y, en consecuencia, sus fuentes de inspiración fueron la Edad Media y el arte italiano antiguo. Instalado en Roma desde 1810, Friedrich Overbeck se rodeó de otros artistas que comulgaban con sus ideas y llegó incluso a vivir en un monasterio franciscano. En esta tabla, el artista aplica un intenso colorido que confiere al cuadro la calidad propia de un esmalte. El dibujo está realmente conseguido y los colores se muestran claros y brillantes. El óleo, de muy reducidas dimensiones, tiene un inconfundible sabor medieval acorde con los postulados artísticos de su autor.

3- CAMINANTE SOBRE UN MAR DE NIEBLA de Caspar David Friedrich: Friedrich fue uno de los artistas que mejor supo captar el sublime y silencioso poder de la naturaleza. Traumatizado desde muy joven por un accidente en el que perdió la vida su hermano, Friedrich trató siempre de plasmar la emoción interior de lo que sentía al contemplar la realidad que tenía frente a sí. Este cuadro, en donde se asemeja un mar embravecido que parece estrellarse frente a la solitaria figura, parece expresar la lucha que Friedrich sostuvo para dominar sus emociones. El tratamiento de las gamas oscuras es realmente portentoso y el cuadro desprende una melancolía del todo mística. Como suele ser habitual en los paisajes de Friedrich, el tratamiento de la profundidad horizontal es magnífico y demuestra la gran sensibilidad del artista.

4- PORTAL LATERAL DE LA CATEDRAL DE COMO de Rudolf von Alt: Destacado acuarelista, Rudolf von Alt perteneció durante una época al período Biedermeier, movimiento artístico que se centraba en los interiores domésticos, los paisajes y los objetos cotidianos. Esta obra, pintada al óleo sobre cartón, destaca por el extraordinario dominio de la luz y de la atmósfera, con una paleta rica y terrosa que contrasta con la frialdad cromática de sus creaciones en acuarela. Sorprende el inhabitual punto de vista que ha elegido el pintor para plasmar el edificio, en este caso lateral, y es de alabar el exquisito detallismo que envuelve a toda la composición. Algunos especialistas ven en esta obra una lejana influencia de Emanuel de Witte, el gran pintor holandés de interiores eclesiásticos.

5- JACOB Y RAQUEL DE William Dyce: El inglés William Dyce fue un pintor que también perteneció al ya comentado movimiento de los nazarenos. De hecho, viajó por Italia en muchas ocasiones y se mostró cautivado por las pinturas del Renacimiento y el Barroco. Este cuadro se inscribe en los cánones de la filosofía artística de los nazarenos y en el mismo se representa la bíblica escena del primer encuentro entre Jacob y Raquel. El dibujo de los personajes delata un enorme academicismo por parte del pintor, del mismo modo que el gran detallismo que presentan las ropas de los retratados. El paisaje del fondo rebosa luminosidad y en el mismo destacan los fabulosos tonos malvas de las montañas. La postura de Jacob parece un tanto forzada, en comparación con la delicada presencia de la joven. Este pequeño óleo ha sido posteriormente muy versionado.

6- EL RESCATE de Honoré Daumier: Nacido en el seno de una humilde familia marsellesa, Daumier fue un artista que caricaturizó a todo aquel que se le ponía por delante. Sus más de 4.000 litografías describen a la perfección la psicología de la corrupta sociedad de su tiempo. En este óleo de mítica figuración, Daumier representa a una pareja que avanza por la playa con un niño en brazos, dando la sensación de que ha sido salvado de morir ahogado. La brumosa pincelada acentúa la sensación de angustia, tanto más por la utilización de colores oscuros que contrastan de forma dramática con el blanquecino cuerpo del joven. Como en muchos de sus óleos, Daumier prescinde del dibujo y sólo parece interesarse por las grandes masas de color. Obra maestra absoluta que, con vuestro permiso, me llevo directamente a mi casa.

7- CHARLOTTE CORINTH EN EL TOCADOR de Lovis Corinth: Si bien sus inicios fueron los de un pintor impresionista, Lovis Corinth supo evolucionar posteriormente hacia el expresionismo y llegó a ser uno de los máximos representantes del grupo Sezession. Casado con Charlotte Berend, una antigua alumna 22 años menor que él, gustaba de retratarla en sus quehaceres cotidianos. Lo realmente logrado de este óleo es que la poderosa luz de la habitación reverbera en la tela del vestido y en la bata blanca del peluquero. La imagen capta un momento de felicidad y bienestar total, contrastando la pedante expresión del peluquero con la sensualidad desprendida de la mujer. A poco de terminar este lienzo, Corinth sufrió una embolia de la que nunca se recuperó por completo y de la que quedó parcialmente paralizado.

8- EL TIGRE DE LA SELVA de Max Slevogt: El alemán Slevogt es considerado como uno de los impresionistas más relevantes de su país y un claro contribuidor a sentar los cimientos del expresionismo. En esta obra, un tigre se adentra en una frondosa selva con una mujer desnuda a modo de presa entre las fauces. La pincelada es suelta y muy amplia, con lo que el artista logra dotar a la escena de un intenso movimiento. Los detalles innecesarios se sacrifican y una serie de vigorosas pinceladas resaltan la maleza. La escena trata de captar la reacción subjetiva y emocional del espectador, característica esta muy propia del expresionismo. La violencia del cuadro nos recuerda que el artista quedó horrorizado por las atrocidades de la Primera Guerra Mundial.

9- AUTORRETRATO CON UNA MODELO de Ernst Ludwig Kirchner: Perteneciente al grupo expresionista Die Brücke, Kirchner fue un pintor al que le gustaba introducir en sus obras motivos referentes a África y Oceanía. Bajo una estrafalaria indumentaria azul y naranja, el artista se muestra desnudo en primer plano mientras que la modelo del fondo refleja cierta incomodidad e inhibición. A nivel compositivo, una sombra azul inconfundiblemente fálica conecta la zona gris con la rosa del fondo plano. La posición del retratado aparece enfrentada al espectador y, sosteniendo el pincel con la mano izquierda, se presenta como un artista dominante y viril. El óleo contiene unas zonas muy planas y atrevidas de color frente a unos perfiles a menudo bastante gruesos. Obra realmente encantadora.

10- LA FAMLIA SCHMIDT de Gerhard Richter: Tal vez por su temprana adhesión a las Juventudes Hitlerianas, Gerhard Richter tomó conciencia desde muy joven del fanatismo político. Apartado de los movimientos artísticos contemporáneos, la obra de Richter puede vincularse tanto al expresionismo abstracto como al fotorrealismo y la pintura monocroma, como en el caso de este óleo. Cuando era estudiante, Richter empezó a pintar a partir de las imágenes fotográficas difuminando las mismas y transformándolas en cuadros que realizan una declaración personal. La imagen de la familia, con los perfiles y formas borrosas, se torna ligeramente inquietante y se aparta un tanto de la representación plenamente fotorrealista que busca la realidad con precisión y nitidez de enfoque. También se advierte una ligera desazón en la escena por la extraña postura de los retratados y los destacados realces de luces y sombras. Obra maestra absoluta que, en cierto modo, recrea el silencio colectivo sobre el pasado de la sociedad alemana de posguerra.