En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar la Sonata para clave en La mayor, K 181, del compositor napolitano Domenico Scarlatti. La versión se corresponde con una estupenda lectura debida al malogrado clavecinista Scott Ross y dicha grabación se encuentra disponible en el sello WARNER CLASSICS (Ref 62092). Esta breve pieza está marcada por la insistente repetición de acordes disonantes. Scarlatti escribió un total de 555 sonatas para clave que fueron definitivamente catalogadas en 1953 por Ralf Kirkpatrick aunque anteriormente una antigua compilación también fue debida a Alessandro Longo en 1910. De ahí que dichas sonatas, según provengan de uno u otro catálogo, lleven precedidas el número por K ó L. Prácticamente no suelen coincidir. Por regla general, estas sonatas están escritas en un solo movimiento bipartito y son muy variadas. Poseen una gran audacia armónica así como una deliciosa vivacidad rítmica y en muchas de ellas se advierte la influencia de la música tradicional española. Estéticamente, estas sonatas son producto de un pensamiento rococó de origen decorativo y constituyen uno de los más grandes monumentos musicales de la época. Su influencia será muy duradera entre los autores de la Ilustración. De unas décadas a esta parte, numerosas sonatas de Scarlatti han sido transcritas para ser ejecutadas al piano y son muchos los grandes pianistas que las incluyen en su repertorio.

 La llegada del Rococó con la nueva dinastía de origen francés provocó en España una nueva dirección musical con una verdadera invasión de autores italianos a quienes Felipe V tenía mucha estima. En 1703 se asentó en Madrid la compañía de los Trufaldinos que llegó a constituir el primer teatro de los Caños del Peral, en la misma ubicación en donde hoy se encuentra el Teatro Real. En 1737 Farinelli llegó a Madrid para tratar de calmar las crisis melancólicas del rey. El castrato obtuvo un gran éxito en su intento y durante años repitió ante el rey las mismas arias que le calmaban… Farinelli residió en Madrid hasta 1759, rodeado de riquezas y honores. La música de cámara mostró también un acento italiano al ingresar el conocido violinista Giacomo Facco en la corte y se desarrolló una gran literatura para clavecín merced a autores como Sebastián de Albero (1722-1756), también organista en la corte de Fernando VI. Pero sin duda alguna, la mayor figura de la época en España y uno de los compositores fundamentales del Rococó europeo fue el clavecinista napolitano, aunque naturalizado español, Domenico Scarlatti.

 Domenico Scarlatti nació en Nápoles el 26 de octubre de 1685 y fue hijo del famoso compositor de óperas Alessandro Scarlatti, quien fue su principal maestro y quien dirigió sus estudios musicales. Si bien conocemos muy poco de los primeros años de la vida de Domenico, sabemos que solía acompañar a su padre en los muchos viajes que éste acometía. En 1701 Scarlatti ingresó como organista y compositor en la Capilla Real de Nápoles y comenzó a escribir óperas y música religiosa. Con 20 años se trasladó hasta Venecia y allí conoció a Haendel — parece del todo legendaria la historia que habla de una competición interpretativa entre Haendel y Scarlatti — Vivaldi y Gasparini. De 1709 a 1715 Scarlatti residió en Roma con la doble actividad de director de orquesta y compositor de óperas en la corte de la exiliada reina polaca Maria Casimir. En 1715 fue nombrado maestro de capilla de la Cappella Giulia y compuso un Stabat Mater de gran colorido armónico y profundidad de expresión. Pero fue el año 1720 cuando la trayectoria artística de Scarlatti dio un giro radical. Ese año parte para Portugal y allí es nombrado maestro de capilla del rey Juan, siendo además profesor de clavecín de la infanta María Bárbara. Scarlatti viajó con ella hasta España con motivo de su matrimonio con el heredero de la corona española, Fernando VI, y ya nunca salió de este país. Compositor muy apreciado y valorado en la corte española y en los círculos aristocráticos, Scarlatti murió en Madrid el 23 de julio de 1757. Sus descendientes aún siguen viviendo en Madrid.

 En muchas ocasiones se ha comparado el paralelismo creativo existente entre Domenico Scarlatti y Chopin. El compositor polaco afirmó su grandeza casi exclusivamente en el piano y fuera de su país, mientras que Scarlatti se consagró casi también con exclusividad al clave lejos de su patria, en Portugal y España. Para ambos compositores, el teclado constituía un universo en el que sus genios musicales encontraban su mejor representación. A pesar de su enorme producción de sonatas, Scarlatti sólo pudo ver en vida la publicación de unas pocas. Contemporáneo de Bach y Haendel, el estilo de composición de Scarlatti fue mucho más ligero que el de aquellos y reveló un clasicismo temprano merced a su innovador enfoque respecto a la armonía. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a este maravilloso compositor.