soraya

 Te soy sincero, Soraya: Jamás pensé que pudieras protagonizar una entrada dentro de este sub-apartado de Semblanzas Políticas dedicado a cantar las bondades de la belleza política. Es más, te confieso que en las distancias cortas me parecías una chica físicamente poco agraciada… Pero, a semejanza del cuento del cisne, me dejaste completamente alucinado cuando vi tu sensual pose a medio recostar en un diván. La inducción de tu poderoso magnetismo hizo saltar por momentos mis fobias hacia todo lo relacionado con los ideales que representas. ¿Dónde hay que afiliarse, Soraya? Si en tu viaje hacia el centro te pierdes, yo te acompañaré para escoltar su estampa de de rosa y poesía; si en tu viaje hacia el centro lloras, yo estaré junto a ti para ofrecerte el paño de seda inmaculada que llevo guardado a la espera de una princesa enamorada; si en tu viaje hacia el centro te insultan, yo estaré defendiéndote frente a esos menesterosos que bien habrán de pagar la osadía de sus miserables afrentas… Y, maltrecho, regresaré a tu palacio buscando el consuelo de tu mirada más dulce y lírica, dichoso por encontrar la intimidad de tu radiante y luminoso espíritu. Nunca me cansaré de contemplar tu figura, oh Soraya, aún con el tormento cruel de que me ignores y no seas capaz de reconocer a un corazón quebrado por no beber de las fuentes que tu fogosa pasión derrama. Siempre bucearé en tu recuerdo, soñando con tu pose bajo la luz de las estrellas y escribiéndote un millón de cartas enamoradas a cada cual más ardiente y vigorosa. Contigo, mi amada Soraya, a donde sea…