A partir de la próxima semana, esta sección pasará a los jueves, junto con Ensoñaciones.

Los dirigentes de las principales sectas religiosas la tenían en su punto de mira, doña Pilar. Y es que sus minuciosas investigaciones sobre todo tipo de agrupaciones pseudoreligiosas dieron mucho de que hablar en su tiempo y, aún hoy en día, sirven de obligada lectura para todo aquel que todavía albergue dudas sobre los verdaderos propósitos de algunas de estas peligrosas asociaciones. Fue muy duro para usted, doña Pilar, ya que en muchas ocasiones, nada más concluir alguna interesante tertulia radiofónica donde se destapaban los manejos estructurales de dichas sectas, recibía cartas amenazantes que no eran como para tomárselo a broma. Y no sólo eso; también tuvo usted que soportar denuncias por presunta difamación contra los miembros de esa extraña sociedad llamada Cienciología. Pero, !Ay, amigo¡ Contra quién fueron a dar… Quizás su estirpe maña le haya servido para no dejarse nunca amedrentar por algunos indeseables que trafican con los íntimos y más profundos sentimientos de las personas. Porque lo que es usted, de arredrarse y desistir, nada de nada. Su cabezonería y el manto protector de La Pilarica –aunque usted no lo sepa — dieron siempre al traste contra aquellos que, de no muy buenas maneras, le aconsejaban paralizar sus magníficas investigaciones. Muchísimas familias de España están en permanente deuda con usted, doña Pilar, ya que gracias a sus minuciosos estudios, algunos captados pudieron volver a ver la luz después del lavado de cerebro al que habían estado sometidos. Y eso, doña Pilar, no tiene precio. Se merece usted un monumento. La admiración por su coraje, persistencia y valentía ya la tiene, al menos, por mi parte.