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 Nos temimos lo peor: Una llamada de Carlos Moraleda horas antes de empezar la velada parecía poner en peligro el devenir de la misma: –«Leiter, hoy no puedo cantar. Tengo un ganglio infectado y el dolor me llega hasta el oído»–  Conociendo como conozco a Carlos, sabía que la imprevista circunstancia era aún mayor en sus efectos (A nadie le gusta más un escenario que a Carlos). Pero, a factores contingentes, soluciones tan geniales como recurrentes: El gran Manolo Tena, admirador sin par de esta banda, recomendó a Carlos un extraño remedio homeopático a mitad de camino entre las pócimas del druida Panorámix y el más socorrido recurso carpetovetónico: — Carlos — sentenció Manolo Tena — prueba mi método: Arnica Montana 30 ch… y luego, un par de whiskies, pero con poco hielo, no te pases…»– Y el brevaje surtió sus efectos… ¡Y vaya si los surtió!

 Mi pasión por este grupo es de todos conocida y creo que, en ocasiones, puedo resultar un tanto imparcial a la hora de reseñar una humilde crítica. Pero el concierto celebrado la noche del 30 de mayo en la Sala Joey de Vicálvaro ha sido, con diferencia, lo mejor que he visto hasta ahora de EL JARDÍN DE MARÍA. Caras nuevas, que en eso se demuestra que el éxito no es cosa efímera de un grupo de amigos, presentación de un nuevo teclista — ¡Grandioso Víctor! — y el comentario que un servidor sostuvo con el principal responsable de la sala: –«Sin duda, es el mejor grupo que ha pasado en años por esta sala…»– Doy fe de ello. La prueba fue que, tras intensas negociaciones de las que fui testigo, el grupo ha firmado una nueva actuación para el 5 de septiembre, luego de convencer a los responsables de un necesario y obligado parón en los meses de la canícula para retomar fuerzas y ensayar un nuevo repertorio que, os aseguro, dará mucho de qué hablar.

 La actuación fue toda una demostración de hasta dónde pueden llegar estos chalados de la música que integran EL JARDÍN DE MARÍA. El brevaje de Manolo Tena obró milagros y Carlos, olvidándose de sus puntuales problemas físicos, tiró de casta y ciencia para quedarse con un auditorio completamente entusiasmado, hasta tal punto que un grupo de jóvenes chicas foráneas intentó saltar al escenario en repetidas ocasiones ante el jolgorio y desenfado de una multitud encantada ante el derroche de maestría exhibido en todo momento por Carlos Moraleda. Pero, sin lugar a dudas, hubo un detalle que me encantó: El grupo, ante la imprevista contingencia de Carlos, se mostró seguro de sí mismo, con tranquilidad y conexión entre sus miembros. Una simple mirada o sonrisa cómplice parecía ajustar el conseguido y difícil equilibrio sonoro a la hora de acelerar tempos o incrementar dinámicas sonoras. Este dato dice mucho acerca de la calidad musical del que, sin lugar a dudas, es el grupo revelación de esta temporada madrileña de conciertos.

 Pero faltaba la guinda: Como todos sabéis, en fechas recientes nos despertamos con la noticia del dramático fallecimiento de todo un símbolo de la música, Antonio Vega: EL JARDÍN DE MARÍA supo homenajear a la irrepetible figura de este gran músico con una canción inolvidable: Y la melodía suena, que puso los pelos de punta a todos los que tuvimos la fortuna de asistir a este concierto. No me dan reparos comentar que observé a un Carlos Moraleda emocionado al interpretar una obra inédita y desconocida del todo para mí.  — «Creo que era la mejor que le podía dedicar, habla de las personas con manifestaciones artísticas que han marcado y cambiado la vida de los demás haciéndolas ver que no todo se basa en la rutina de sus vidas, si no que hay otras cosas también. Es una canción que habla de Antonio y otros muchos, y reconozco que cuando la compuse él estaba presente en mi mente e influyó en la manera de componerla, seguro; por eso se la dediqué y se la dedico»— Me comentó Carlos tras el concierto. (Adelanto que, en breve y en nuestra sección de JUKEBOX, dedicaremos una entrada a Antonio Vega en la que incluiremos unas exclusivas declaraciones que sobre el inolvidable creador de NACHA POP me brindó, en la nocturna intimidad de unas copas compartidas, Carlos Moraleda)

 En definitiva, una nueva exhibición de EL JARDÍN DE MARÍA. A la finalización del concierto, tras los obligados bises requeridos por la audiencia, el comentario fue unánime: –«Probablemente uno de los mejores conciertos a todos los niveles»– opinión que suscribo plenamente.

Mañana, festividad del Corpus, nos tomaremos un descanso. Volveremos el viernes.