Todavía recuerdo aquel destartalado Seat 1500 con el que Paco, el taxista, afrontaba la subida de la Cuesta de las Perdices, en tercera, agotando las posibilidades del motor Diésel en tan heroica empresa. — «Paco, que lo revientas» — Le advertía. — «Calla, hombre. Si tú lo hubieras visto con cuatro pasajeros, el maletero y la baca a tope subiendo el puerto de Pajares…»– Y a continuación me ponía a prueba con las declinaciones más retorcidas del griego clásico y el latín. Y con la ciencia matemática. No había fórmula que se le escapase al bueno de Paco, todo un pozo de cultura. Sin lugar a dudas, el taxista más sabio de Madrid.

 Daba gusto verle jugar a las máquinas tragaperras en el viejo bar de la calle Alcántara. Se atrevía con dos a la vez y bailaba al son de «los pajaritos» y otras infumables melodías que acompañaban el trajín monetario de semejantes artefactos. Es cierto que tenía algo de vicio con el juego ya que mi padre, muy ceremonioso, solía indicarme: –«Hijo, cuando yo muera, heredarás este bar y el usufructo del taxi de Paco» —  Paco subrayaba las noticias más impactantes del Telediario de a mediodía con tal acaloramiento que jamás ningún otro cliente del bar osó discreparle. Y menuda la que se liaba si, súbitamente, enchufaban alguna imagen del Papa Pablo VI. Con el dedo índice en alto, Paco largaba toda una retahíla de frases en latín — con acento salmantino, dicho sea de paso –que ponían en vilo a la sorprendida concurrencia.

 Pero su verdadera vocación eran  Los Toros. Uno podía localizar con suma facilidad su abono en la andanada del 6 ya que era el último punto exacto donde daba el sol en toda la plaza de Las Ventas bien entrada ya la tarde. Compartí algún que otro festejo con él, cuando yo todavía era aficionado a este espectáculo, y fuimos testigos de la mejor faena realizada en Madrid por su paisano, el llorado Julio Robles. De vuelta, Paco subía la empinada calle de Alcalá toreando con el programa de mano para regocijo de los transeúntes y mayor bochorno mío… Lo más importante es que, ante todo, Paco era y sigue siendo una magnífica persona.