Muchas veces hemos tratado el tema de la degradación de nuestra clase política y la necesidad de su regeneración en personas que no solo dignifiquen su función sino también que puedan ser referentes por su conducta para nuestra juventud. Y ya no es el caso de determinados individuos o determinada fracción política, sino que todos están inmersos en una decadencia que más que preocupar alarma.

De lo políticamente correcto hemos desembocado en el vale todo de la verborragia, la calumnia, lo soez y lo hiriente. Las declaraciones del alcalde de Valladolid refiriéndose a la flamante Ministra de Sanidad Leire Pajín rayan lo incalificable. El Partido Popular no ha hecho ninguna declaración de repudio en boca de sus representantes de mayor nivel, cosa por demás deseable.

En oportunidad de la inauguración de  Festival de Cine de Valladolid, la Ministra de Cultura González Sinde optó por no saludar en público al alcalde en señal de repudio por sus declaraciones, sin entender que por encima de su sentimiento estaba su investidura, el acto y el ámbito en que se desempeñaba. Acto seguido el Ministro de Infraestructura Blanco se refirió al silencio de Mariano Rajoy como que se le ve «el plumero».

Luego las disculpas, donde dije digo, las aclaraciones sobre el contexto, la intencionalidad o no de las palabras, las segundas lecturas y muchos etcéteras. Pero el daño esta hecho, la suspicacia instalada, la duda recorre los telediarios y se instala en la sociedad (nosotros) que a pesar de ser ajenos a la disputa tomamos posición defendemos lo indefendible y hasta festejamos por simple afinidad de colores como si fuere una disputa deportiva. No, ¡Está mal! Debemos desmarcarnos y decir abiertamente que no nos representan y si, no queda otro camino, castigarlos con el voto en blanco en las próximas elecciones.

¿A dónde hemos llegado? ¿Es que en política todo vale, no hay códigos de convivencia, no hay comités de disciplina en los partidos políticos que actúen en estos casos? La política está siendo el fiel reflejo de lo que como sociedad estamos construyendo/destruyendo, que es un conjunto de valores que permanentemente deben estar presentes aun en los actos más nimios. Es decir el respeto por el prójimo.

Temo por el próximo episodio de esta guerra verbal que parece no tener fin. Si consideramos que todavía falta un año y medio largo para las presidenciales estoy tentado a irme hasta que todo pase. Lejos han quedado los tiempos en donde desde el disenso se cuestionaban las ideas, los proyectos y las acciones. ¿Qué es peor? ¿La corrupción o la decadencia moral? ¿Qué es peor? ¿El chorizo o quién denigra a su oponente con descalificaciones barriobajeras dignas del inculto/analfabeto?

Cierro el comentario con una frase de Perón que, aun cuando no comulgaba con su pensamiento, debo reconocer que encerraba una gran verdad:

PRIMERO LA PATRIA, LUEGO EL MOVIMIENTO (el partido político) Y POR ÚLTIMO LOS HOMBRES.

Un abrazo

THENIGER