Pocoh zaben que tu verdaero maehtro fue un guardagarahe de tu Zevilla. Aquer viehete, republicano de toas toas, le ehplicó a un qiyo como tu lah dehgrasia de la guerra y la pozterió reprezió franquihta. Ahí nasieron tu zueñoh y tu guhto po la poítica. Qué mehó coza que eztudiá fizolofía pa ezoh menehtere. Luego conocihte a un abogao ar que llamaban Izidoro, po ezah coza de la clandestindá. Buena la liahtei en aquer congrezo donde Felipe diho que de mahzizta, ná de ná. Argunoh disen que fue iea tusha, que tu preparahte tó… Er cazo eh que er partío zalió fortalesío. Y shegó er triunfo der oshentaydó, con mashoría de diputao y la usedé a tomah po culo. Fue tu mehó momento. A Ehpaña no la iba a reconosé ni la mare que la parió. Pero, mira, Arfonzo, que no e bueno meté a la familia en lah cosah de la poítica, que no tós tién tu talento, leshe. Po ahí vinieron lah degrasiah. Y no queó mah remedio que presentá la dimisió. Tu no queríah, peo er Felipe te obligó y ahí se hodió la amihtá, zi eh que la hubo. Te intentaron apahtá, zin ézito, po que tu nunca te casha y hablah cuando te da la gana, con un pá de cohone. Ar finá, te dieron dehpasho y tó en la fundasió eza der Pablo Igleziah. Y ahí tá zentío aguhto con tu libroh y la ohtia, y con la múzica curta eza que tanto te guhta. Y, cuando vieneh pa Andalusía, ¡Joér lah que líah, qiyo!  Toavía m´a cuerdo de ehta úrtima elesione, cuando te puzihte a hablá de loh curah. Mohtruo, quere un mohtruo. A tu zalú, Arfonzo.