antonio_salieri

 En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el Finale de la famosa ópera L´Europa riconosciuta del compositor italiano Antonio Salieri. Con dicha ópera, estrenada en 1778 en Milán con motivo de la inauguración del que luego sería conocido como Teatro de la Scala, Salieri se consagró como compositor en el panorama musical de la época. Sin embargo, y por increíble que pueda parecer, dicha partitura no se volvió a representar en el mismo escenario hasta transcurridos 226 años, cuando el maestro Riccardo Muti la eligió con motivo de la reapertura del mismo teatro tras unas reformas efectuadas en el mismo y que duraron desde enero de 2002 hasta noviembre de 2004, período durante el cual el teatro estuvo cerrado. La ópera es de un nivel técnico más que difícil y obliga a los intérpretes líricos al empleo de un amplio registro para poder acometer algunos pasajes. En ocasiones, se llega a un arriesgadísimo Fa6 e incluso a un Sol6. En cuanto a la música, la obra es grata y agradable de seguir aunque se echa en falta un pelín más de condimento, como bien se aprecia en el número final que podéis escuchar en el vídeo del enlace. (Obviamente, eso no es más que mi subjetiva opinión)

 Antonio Salieri (1750-1825) fue uno de los compositores y maestros de enseñanza musical más afamados de su época. Pero, por desgracia, hoy en día es más conocido por las conjeturas — carentes de fundamento y que fueron llevadas hasta el paroxismo en la famosísima película Amadeus del director Milos Forman — en las que se deja caer que, mayormente movido por una celosa envidia, envenenó al mismísimo Mozart. Incluso desde esta misma página hemos bromeado en nuestra sección de GALERÍA DE MÚSICOS con estas del todo injustas elucubraciones. Pero lo cierto es que no hay nada que pueda probar dicha acusación y además Salieri mostró en todo momento un admirable respeto hacia la figura de Mozart, con quien llegó a tener una amable relación que incluso fue mutua. Pocos saben que esta especie de leyenda negra que recae sobre el maestro italiano sobreviene, más que por Mozart, por el hecho de haber dirigido el último concierto con el que se homenajeó al anciano Haydn en Viena en 1808, falleciendo el inmortal compositor de Rohrau unos días después. Además, Salieri tuvo el privilegio de haber sido profesor de otro músico imperecedero, Ludwig van Beethoven, con quien entabló una sólida amistad basada en el gran respeto que el genial sordo de Bonn mostró en todo momento hacia Salieri, a quien no dudaba en pedirle consejos.

 Antonio Salieri sintió desde joven la llamada de la música. Sus primeros pasos musicales los dio junto a Tartini, quien le enseñó los rudimentos del violín. Para profundizar en sus estudios musicales se trasladó a Venecia, ciudad en la que Leopold Gassmann, admirado ante el talento del muchacho, le apadrina y envía a Viena para completar su formación. Allí, Salieri tuvo la virtud de introducirse en los centros de poder y, de esta guisa, en 1774 es nombrado compositor de la corte del emperador José II. Pero Salieri, lejos de ser el tipo ambicioso e insolente que nos han brindado algunas recreaciones artísticas, como la ya referida película de Amadeus o la novela Mozart y Salieri de Pushkin (1831), se encamina hacia la docencia y llega a ser uno de los mejores profesores de Viena, renunciando a un más que seguro cargo como Kapellmeister en la corte de los Habsburgo. Su pasión por la música le hizo viajar con frecuencia a numerosas ciudades de Europa para asistir a los estrenos operísticos más destacados, llegando a establecerse en París durante algún tiempo. Fue un compositor reputadísimo en su tiempo y entre su producción destacan 39 óperas, dos conciertos para piano, uno para órgano, otro para flauta y oboe y diversas serenatas, amén de una inestimable obra instrumental para piano y un estupendo Requiem. En sus últimos años, observó con resignación como su música era del todo olvidada ante los nuevos bríos del incipiente Romanticismo. Acabó ciego e internado en un hospital de Viena donde murió el 7 de mayo de 1825. En sus funerales, Schubert — uno de sus alumnos favoritos — dirigió el Requiem. Hoy en día, su obra se encuentra en un claro proceso de revalorización.