En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar la pieza Les barricades mystérieuses correspondiente al Segundo Libro de piezas para clavecín, Ordre 6º, del compositor François Couperin. Este Segundo Libro fue publicado en 1717 y contiene los ordres 6 al 12. Esta brevísima pieza en Si bemol mayor ha llamado desde siempre la atención de muchos escritores y músicos por la sublimidad de la música en conjunción con un título tan misterioso como evocativo. Escrita en un estilo más bien de pieza para laúd, la obra presenta una forma de rondó sostenida sobre un bajo marcado con un rico e interesante desarrollo armónico. La versión que se ofrece en el enlace se corresponde con una lectura de Scott Ross y dicha grabación se encuentra disponible en el sello STIL (Ref 1502 — integral de obras para clavecín de Couperin en 12 CD´s).

 En un reino de fastos y fiestas como el de Luis XIV estaba claro que la música tenía reservado un papel importante en el permanente espectáculo que la corte constituía tras su traslado a Versalles. Pero esto no significó que la corte absorbiera toda la actividad musical ni que ésta fuera exclusivamente profana. Al contrario, la música religiosa francesa alcanzó su cénit mediante la obra de compositores como Marc-Antoine Charpentier (1634-1704), Richard-Michel Delalande (1657-1726) y André Campra (1660-1744). Sin embargo, la música religiosa francesa tuvo a otro gran cultivador que excedió con creces los límites de la misma y que merced a su música instrumental está considerado como el más grande de los compositores franceses de la época en dicho género. Este compositor no fue otro que François Couperin, el más ilustre miembro de una conocida dinastía de músicos galos.

 François Couperin nació el 10 de noviembre de 1668 en París y a los once años de edad se quedó huérfano de padre, por lo que su madre decidió que ingresara en la Casa de los Organistas de Portour para aliviar un tanto la comprometida situación económica de la familia. En 1679 Delalande le prometió su puesto de organista en San Gervasio, cargo que finalmente le entregó en 1686. Cuatro años más tarde, y gracias también a un privilegio de Delalande, Couperin obtuvo la licencia para publicar dos misas para órgano — que finalmente no vieron la luz — y por ello fue nombrado organista del rey, cargo en el que alternó su labor de compositor con el de docente para príncipes y princesas. Sus méritos le hicieron ascender rápidamente en la escala social y así, en 1696, Couperin ya poseía escudo de armas y poco más tarde fue nombrado Caballero de la Orden de Letrán. En 1717 Couperin sucedió a D´Anglebert como ordinario de la música para clavecín en Versalles. Allí tuvo la oportunidad de impartir clases a lo más selecto de la nobleza francesa, resumiendo sus enseñanzas en Régles pour l´accompagnement y en el tratado L´Art de toucher le clavecin. Debido a su frágil estado de salud, en 1730 Couperin se vio obligado a ceder su cargo de organista real a Guillaume Marchand. Finalmente, el 11 de septiembre de 1733 Couperin falleció en París.

 Couperin fue el miembro más distinguido de una familia francesa de músicos que llegó incluso a rivalizar con la dinastía de los Bach en Alemania. Aparte de una cierta música religiosa muy bien acabada, Couperin se dedicó principalmente a la música instrumental caracterizada por el estilo de la época aunque mucho más ornamentada y florida que los estilos italiano y alemán preferidos por compositores como Bach, autor con quien mantuvo una interesante correspondencia epistolar. Sus obras para teclado, consideradas como un tesoro nacional francés, aún hoy en día son básicas en el repertorio y personifican la música instrumental barroca en Francia. Nuestro humilde homenaje a este excepcional compositor.