Ser director de orquesta no implica necesariamente gozar de una merecida fama y reputación internacional. Por el contrario, aquellos maestros cuya popularidad trasciende los límites de su propio ámbito geográfico representan tan solo un pequeño porcentaje dentro de la globalidad general de artistas cuya herramienta de trabajo es una batuta. Obviamente, los escenarios musicales que van ligados a su trayectoria profesional condicionan en buena medida la mayor o menor fama de sus figuras. No es lo mismo dirigir como titular a una orquesta de amplia difusión internacional que desenvolverse en una formación de carácter regional y apartada de los tradicionales circuitos musicales del mundo. Otro factor que también condiciona el índice de popularidad de los directores de orquesta es su mayor o menor grado de producción discográfica con una mínima calidad artística reconocible. Aunque, de hecho, no son pocos los maestros que no han parado de grabar a lo largo de sus carreras cuya fama se ha visto superada por otros directores reacios a ello, como fue el caso de Sergiu Celibidache. A menudo, muchos directores sólo consiguen alcanzar una relevancia internacional en el último tramo de sus carreras artísticas. George Tintner pasó de ser un director semi-desconocido que trabajó casi siempre fuera de Europa a consagrarse en sus últimos años como uno de los mejores traductores de la obra sinfónica de Bruckner. Pero, por desgracia, casi no tuvo tiempo para disfrutar las mieles de su éxito.

Georg Tintner nació el 22 de mayo de 1917 en Viena, Austria, y comenzó a estudiar piano a la edad de seis años hasta que a los trece ingresó en el Coro de los Niños Cantores de Viena y en la Academia Estatal, en donde estudió composición con Josef Marx y dirección orquestal con Felix Weingartner. Con un gran progreso musical, Tintner llegó a ser director asistente de la Wiener Volksoper con tan solo 19 años, aunque su prometedora trayectoria artística quedó cortada en 1938 con el proceso de anexión austríaca al III Reich. Tintner decidió huir hasta Nueva Zelanda y allí comenzó su andadura dirigiendo un modesto coro de iglesia hasta el final de la guerra. En 1947, Tintner ejerció como director de la Sociedad Coral de Auckland para, un año después, hacerse cargo del Auckland String Players una vez que adquirió la ciudadanía neozelandesa. Tintner permaneció en este puesto hasta 1954, año en que fue nombrado director permanente de la Ópera Nacional de Australia. Al frente de dicha institución privada, Tintner se destacó como uno de los pioneros de las retransmisiones televisivas de ópera, circunstancia con la que logró acercar el complejo mundo operístico a todos los estratos de la sociedad australiana. Ya en 1966, Tintner abandonó Australia al aceptar la dirección de la Orquesta Filarmónica de Ciudad del Cabo en Sudáfrica durante una temporada para pasar un año después al Sadler´s Wells Theatre de Londres (actual Ópera Nacional Inglesa), institución en donde permaneció hasta 1970.

Ese mismo año, y luego de haber actuado como director invitado en las más prestigiosas orquestas inglesas, Tintner decidió regresar a Australia para asumir la dirección de la West Australian Opera en Perth para posteriormente, en 1974, ejercer como director permanente del Teatro de la Ópera de Sydney y encargarse además de la Orquesta del Teatro de Queensland. Durante el resto de esa década, Tintner actuó también como invitado en todos los coliseos operísticos de Australia mostrando uno de sus aspectos más llamativos como director, una increíble memoria que le hacía prescindir de la partitura en casi todas las representaciones. En 1987, Tintner partió hacia Canadá para ponerse al frente de la Orquesta Sinfónica de Nueva Escocia en Halifax. En Canadá, Tintner se convirtió en una figura del todo reverenciada hasta el punto de recibir años después la condecoración más alta otorgada por el gobierno canadiense. Su carrera artística adquirió cotas ciertamente relevantes y Tintner fue requerido para actuar en Europa y Australia, llegando a ejercer también como docente en una serie de cursos magistrales de dirección orquestal celebrados anualmente en la República Checa. A partir de 1995, Tintner empezó a registrar para el sello NAXOS un ciclo completo de sinfonías de Bruckner que fue considerado por la crítica como de los mejores jamás grabados en la historia (de hecho, Tintner fue unánimemente reconocido como el mejor intérprete vivo de Bruckner en aquellos años). Pero por desgracia, la enfermedad cancerígena que ya se había cebado con su cuerpo unos años atrás acabó por agravarse del todo a comienzos de 1999. El 2 de octubre de ese mismo año, Tintner decidió poner punto final a su vida arrojándose desde la undécima planta del edificio en donde residía en Halifax.

A pesar de que su nombre va inevitablemente ligado al del compositor Anton Bruckner por las excepcionales versiones grabadas de sus sinfonías, George Tintner fue además un solvente director operístico que padeció la desgracia de ver cortada su imparable progresión artística en los primeros años de su carrera. Heredero directo de la tradición musical vienesa del siglo XIX, Tintner fue un director completamente desconocido en los circuitos musicales más importantes del mundo hasta los últimos años de su vida, cuando su modélica grabación de las sinfonías de Bruckner nos mostró a un maestro con una enorme experiencia, un extraordinario sentido del control y de la autoridad, amén de una capacidad casi inigualable para entender la música del organista de San Florián desde su más estricto sentido de la intimidad. Con todo, el principal problema con el que se tuvo que enfrentar Tintner en estas grabaciones fue la poca calidad de las orquestas con las que colaboró. Muchos especialistas señalan que, de haber contado con una formación de altura, sus registros brucknerianos hubieran sido del todo insuperables. Durante el último año de su vida circuló un rumor, del todo infundado, que relacionaba la autolisis de Tintner con una pretendida negativa de NAXOS a continuar grabando discos. Con todo, el legado de Tintner está adquiriendo cada día una mayor consideración entre los aficionados más exigentes y su nombre es ya del todo aceptado en lo estrictos círculos brucknerianos.

De entre la producción discográfica de Georg Tintner sólo podemos mencionar las siguientes grabaciones existentes en el canal de YouTube: Sinfonías nº3, 4 (extrañísima y poco conocida versión) y 8 de Bruckner dirigiendo la Orquesta Nacional de Escocia y la Orquesta Sinfónica Nacional de Irlanda (NAXOS 8553454, 8554128 y 8554215/6). Nuestro humilde homenaje a este magnífico director bruckneriano.