En el enlace que hoy os dejo podemos escuchar una lectura en vivo de la célebre Farándula de la Suite nº2 de La arlesiana del compositor francés Georges Bizet en versión de Lorin Maazel y la Orquesta Filarmónica de Nueva York. El vídeo recoge parte de la famosa gira que realizó la formación americana por Corea del Norte en febrero de 2008 — disponible en el sello EUROARTS (Ref 2056948) — y esta pieza suele ser ejecutada por Maazel como propina durante sus giras de conciertos. La arlesiana es un drama en dos actos con texto de Daudet cuya primera representación tuvo lugar el 1 de octubre de 1872 en París sin éxito. Sin embargo, Bizet decidió reunir la música en una suite para orquesta — la suite nº1 — que se dio a conocer por primera vez el 10 de noviembre de 1872 en París durante una sesión de los Conciertos Populares del Circo de Invierno. El éxito entonces fue tan inmediato que en 1879, cuatro años después de fallecer el compositor, Ernest Giraud, amigo íntimo del mismo, preparó una segunda suite para orquesta aprovechando las páginas que no había utilizado Bizet en la anterior. La Farándula cierra esta segunda suite y retoma la conocida como Marcha de los reyes que abre la primera suite y que aquí aparece en canon junto al torbellino de la Danza del caballo loco. En un tiempo doble, la Marcha presenta un ritmo amortiguado mientras que la Danza, de enorme vitalidad, concluye con brillantez la pieza mediante una lograda fusión temática y rítmica. Hemos de señalar también que las dos suites no respetan el orden de la música inicial compuesta para la escena.

  El nacionalismo despertó un gusto por lo pintoresco cuyo primer antecedente procedía del anterior Romanticismo. Los viajes, las exploraciones y el universo colonial despertaron la evocación de tierras lejanas que pusieron de moda lo exótico. Pero para el mundo centroeuropeo, lo exótico era un concepto que representaba todo lo externo de sus ámbitos geográficos y, de esta forma, tanto España como Grecia fueron una fuente de exotismo de la que los franceses tuvieron mucha proclividad en sus gustos. Junto al reciente invento de la fotografía, su incidencia en la pintura de artistas como Moreau, Beardsley y Gauguin, y el desarrollo de las novelas de aventuras de Julio Verne y Emilio Salgari, el gusto por lo exótico y lo pintoresco afectó seriamente a una parte de la música francesa que se multiplicó gracias a las series de conciertos que ofrecieron las nuevas orquestas de directores como Charles Lamoureux, Jules Pasdeloup y Édouard Colonne. Este toque exótico fue difundido por Édouard Lalo mediante su Sinfonía española de 1875 — en realidad, un amplio concierto para violín escrito para Sarasate — mientras que en el terreno operístico hizo lo propio Georges Bizet con obras como Los pescadores de perlas (1863), La hermosa joven de Perth (1866), Djamileh (1871), La arlesiana (1872) y, especialmente, en su gran obra maestra, Carmen (1875).

 Georges Bizet nació en París el 25 de octubre de 1838 en el seno de una familia de músicos. Con sólo cuatro años, su madre le inició en los fundamentos de la música mientras que el padre le orientó hacia la composición hasta los diez años, momento en el que Bizet pudo ingresar en el Conservatorio de París tras superar unas dificilísimas pruebas (no tenía aún la edad mínima exigida para acceder al mismo). Alumno de Marmontel, con sólo seis meses de estancia en dicha institución Bizet logró el primer premio de solfeo y poco después el segundo premio de piano. De la clase de Marmontel pasó a la de Benoist para lograr el segundo premio de órgano en 1854 y obtener el primer premio de fuga y contrapunto en 1855. Ese mismo año Bizet fue recomendado como pianista para la Ópera Cómica y al año siguiente obtuvo el segundo puesto del Premio de Roma, circunstancia que le valió el poder acceder a todos los teatros de París de manera gratuita. Imbuido por la ópera, Bizet decidió centralizar su actividad como compositor y optó de nuevo al premio de Roma en 1857, conquistándolo y partiendo para la Ciudad Eterna en diciembre de aquel mismo año. Allí trabajó como pianista y compositor, empezando a escribir sus primeras obras de relativa importancia. En 1861, Bizet regresó a París y se unió con la doncella que atendía a su recientemente fallecida madre, Marie Reiter, quien dio a luz al primer hijo de la pareja. Durante un tiempo, las transcripciones para piano de óperas famosas fueron su principal ocupación. En 1863 Bizet presentó Los pescadores de perlas, fríamente acogida por el público y que sumió al compositor en una fuerte depresión agravada por unos molestos dolores de garganta. Cuatro años más tarde se repitió el mismo fracaso con La hermosa joven de Perth y Bizet se colocó temporalmente como crítico musical en la Revue Nationale, siendo rescindido el contrato al publicar su segundo artículo. Separado de Marie Reiter, en 1869 Bizet contrajo matrimonio con Geneviève Halévy, hija de un antiguo maestro, siendo la relación del todo caótica. En 1872 nació su hijo Jacques y estrenó sin éxito Djamileh y La arlesiana. Agravado de sus dolores de garganta — padecía cáncer — Bizet empezó a componer Carmen, ópera que fue estrenada en 1875 y que tampoco obtuvo el éxito esperado. El disgusto del compositor por tal fracaso precipitó su muerte, acontecida en París el 3 de junio de 1875 cuando estaba a punto de cumplir los 37 años de edad.

 De talento precoz, Bizet dedicó la mayor parte de su corta pero creativa vida a la ópera. Aunque se tenía como un compositor profesional, su carrera transcurrió como la de un aprendiz de genio. Aclamado a su muerte como compositor de música sinfónica, no obstante a Bizet se le recuerda en la actualidad gracias a su vanguardista ópera Carmen, una de las cumbres del género lírico de todos los tiempos. Con esta obra cambió, sin llegar a saberlo, el curso de la ópera francesa al crear un estilo de drama inspirado en la vida real junto con una música sensual e inspirada que alcanzó su punto álgido décadas más tarde. La música de Bizet, aunque raras veces es profunda, es melodiosa y de excelente factura. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a la figura de este gran compositor.